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jueves, 21 noviembre 2024
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El hombre que nunca estuvo: Señales de humo

Por Pablo Arahuete

Enfrentarse con un film de los hermanos Joel y Ethan Coen es tomar contacto con un universo donde, por un lado, reina la incertidumbre y lo inverosímil, y por otro lado las historias emergen desde las profundidades del relato.

Este último aspecto puede rastrearse desde Fargo con la nieve como un manto que oculta y por el que deambulan personajes sencillos que se dejan llevar por la acción y el azar los cachetea continuamente como a los tres fugitivos de ¿Dónde estás hermano? Precisamente en ese fluir (cuya máxima expresión lo constituye El gran Lebowski) crece la acción dramática de El hombre que nunca estuvo.

El escenario elegido es Santa Rosa, una pequeña ciudad del Estados Unidos de los 50, mustia y gris como el color y textura del film. Ed Crane (Billy Bob Thorton) es un peluquero de segunda línea, que trabaja en el negocio de su cuñado Frank, de quien debe soportar a diario sus insufribles charlas con los clientes. Contrariamente a Frank, Ed es un hombre de pocas palabras, con una vida aburrida e infeliz junto a su mujer Doris (Frances Mac Dormand), quien lo engaña con su jefe Dave (James Gandolfini), héroe de guerra que atrapa a todos con sus desopilantes anécdotas de guerra y sus chistes.

Desde esta línea narrativa el film sugiere un relato sin mayores sorpresas, centrado en la amarga vida de Ed.

Sin embargo, una propuesta de un negocio, que podría sacarlo de su rutinario estancamiento, obliga al peluquero a actuar y para ello debe conseguir una suma de dinero con la que no cuenta.

Así, chantajea al jefe de su mujer, sin escrúpulos, y el azar le juega en contra. A partir de allí, Ed se envolverá en una historia con aristas insospechadas, personajes atractivos, cuyo motor es la incertidumbre.

El mayor acierto de la película consiste en su forma narrativa, donde es evidente el recorrido por el cine negro, fundamentalmente en la presentación de los hechos con el recurso de la voz en off, la caracterización de los personajes femeninos como pseudas “femmes fatales” y la puesta en escena. En cada secuencia de El hombre que nunca estuvo subyace una idea característica de los Coen como la amoralidad, las miserias humanas o el azar y donde el film dialoga con sus otros films como Simplemente sangre (1984).

Billy Bob Thorton compone un personaje apático, frío, que se escuda bajo la coraza de humo de su cigarrillo y deja que la realidad lo penetre y aborde, Frances MacDormand transmite en cada gesto su tortuosa vida de amargura y alcohol, sumado un excelente trabajo de los personajes secundarios como James Gandolfini.

Es sustancial el aporte en los rubros técnicos como la fotografía que connota desde los contraluces los matices psicológicos de los personajes.

El sello de los hermanos Coen en la composición del cuadro (compartieron junto a David Lynch el premio a la dirección en el Festival de Cannes) y una banda sonora inspirada, completan una propuesta muy interesante que gana por aquello que oculta en lo superficial y se reconstruye entre figuras de humo que se disuelven en el aire.

Título: El hombre que nunca estuvo.
Título Original: The man who wasn’t there.
Dirección: Joel Coen.
Intérpretes: Billy Bob Thornton, Frances McDormand, Tony Shalhoub, James Gandolfini, Scarlett Johansson, Michael Badalucco, Jon Polito, Richard Jenkins.
Género: Crimen, Drama.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 118 minutos.
Origen: EE.UU. / Reino Unido
Año de realización: 2001.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 14/02/2002.

Puntaje: 9 (nueve)

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