Por Pablo E. Arahuete
Habitualmente, el cine francés entrega cada año una comedia inteligente, con la mirada centrada en la psicología de los hombres y mujeres de esta conflictuada modernidad como El gusto de los otros y El Placard por citar algunas. Sin embargo, Mi mujer es una actriz, seduce desde la propuesta pero decepciona en el resultado final. la ópera prima de Yvan Attal pretende ser una comedia autorreflexiva al estilo Woody Allen sobre el universo femenino y la incompatibilidad de caracteres entre los dos sexos, en un registro de profundidad pero que termina en la anécdota.
Con el recurso de la voz en off, Attal, además protagonista de la historia, narra las desventuras de Ivan, periodista deportivo de 35 años que se enamoró de Charlotte (Charlotte Gainsbourg), actriz en ascenso que no deja de ser solicitada por sus fans en cada lugar donde vayan. Cansado de ocupar un segundo lugar en la vida de ella, para quien su carrera como actriz es prioritaria, Ivan se indaga sobre el futuro de ambos, a partir de una serie de hechos que replantean la relación.
Todo se precipita cuando entra John (Terence Stamp) en escena, un actor inglés maduro con el que Charlotte está rodando un film en Londres. John, haciendo gala de sus poderes seductores, logra provocar en ella un estado de confusión respecto a su actual relación con Ivan y alimenta los celos del periodista, quien por rabia decide explorar otros rumbos como el de la actuación.
A través de esta historia convencional, cuyo eje es el conflicto de la pareja, el realizador ensaya una mirada crítica sobre el mundo de los actores, desmitificando el imaginario popular que lo considera maravilloso, y sobre las relaciones humanas, en clave de ironía, con aciertos desde lo conceptual pero con traspiés desde lo cinematográfico.
El máximo desacierto es la configuración de sus personajes, estereotipados, de manual de guionista principiante que se esfuerza para hacerlos caer simpáticos pero ninguno presenta un matiz de originalidad. Así desfilan en situaciones pseudo graciosas el galán de turno, la familia judía, la hermana histérica paranoica (Noémie Lvovsky), el “goi” incomprendido y la mujer sensible pero confundida, con un resultado mediocre aunque por momentos logra esbozar sonrisas y algún diálogo interesante. Si bien el director escapa de las convenciones del género, imprimiéndole ritmo en la puesta de cámara, esto no alcanza para que su film logre despegar del terreno de la comedia liviana y bien intencionada, poco común en el cine galo.
Con la mirada puesta en su actriz principal (esposa de Attal), Charlotte, quien está mejor aprovechada en Besos para todos, el director debutante entrega lo mejor de una comedia despareja, pretenciosa, carente de ideas novedosas y donde las apariencias engañan.
Título: Mi mujer es una actriz.
Título Original: Ma femme est une actrice.
Dirección: Yvan Attal.
Intérpretes: Charlotte Gainsbourg, Yvan Attal, Terence Stamp, Noémie Lvovsky, Laurent Bateau, Ludivine Sagnier, Lionel Abelanski, Keith Allen y Jo McInnes.
Género: Comedia, Drama, Romance.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 95 minutos.
Origen: Francia.
Año de realización: 2001.
Distribuidora: CinemaFilm.
Fecha de Estreno: 11/04/2002.
Puntaje: 5 (cinco)