Por Omar Tubio
En las antípodas de Todo sobre mi madre: mucho más incómoda, más complicada en su narración (donde el tiempo es alterado a su antojo sin que por ello se resienta la historia), con hallazgos en lo formal como hacía tiempo no se le notaban a Almodóvar y fundamentalmente centrada, esta vez, en el universo masculino.
Luego de su premiada y muy sobrevalorada Todo sobre mi madre, Almodóvar regresa con un film muy diferente, que puede llegar a sorprender tanto a sus fervientes adeptos como a sus acérrimos detractores. Y es que después de semejante suceso, donde las puertas de Hollywood se le abrieron de par en par, el director manchego eligió quedarse en su país y filmar una película que se encuentra en las antípodas de la ya citada. Mucho más incómoda, más complicada en su narración (donde el tiempo es alterado a su antojo sin que por ello se resienta la historia), con hallazgos en lo formal como hacia tiempo no se le notaban y fundamentalmente centrada, esta vez, en el universo masculino. Aunque no es la primera vez que lo hace, si recordamos Matador, La ley del deseo o Carne trémula, se sabe bien que su fuerte son sus protagonistas femeninas: las famosas “chicas Almodóvar”.
Pero ellas no están ausentes, sólo permanecen en un demorado y profundo letargo. Y en ese estado se las ingenian para ser el motor de la película, la razón de existir de sus dos protagonistas. Una es bailarina, que a causa de un accidente automovilístico quedó en coma desde hace cuatro años; la otra, una célebre torera que termina en la misma situación gracias a una desgraciada tarde de corridas. Ambas son cuidadas y vigiladas con inmenso amor por Benigno y Marco, quienes gracias a esa situación entablan una profunda y leal amistad. Las relaciones que los unen a estas mujeres difieren en aspectos sustanciales pero convergen en la principal: la devoción absoluta. Mientras Benigno, que es su enfermero, habla constantemente con Alicia, sabiendo que es imposible obtener respuesta alguna de su parte y su dedicación roza lo obsesivo; Marco sólo la observa y llora desconsoladamente. Con estos personajes en apariencia tan opuestos entre si, Almodóvar consigue un retrato de la amistad despojado de toda conveniencia y de una intensidad tal, que ayuda a soportar y a dar verosimilitud a todo lo que nos tiene deparado en el tramo siguiente.
Lo que diferencia de manera sustancial Hable con ella de sus últimos films, aparte de lo ya citado, es la ausencia de artificio y el alejamiento de lo “kitsch” (su sello inconfundible por excelencia). No encontraremos monjas embarazadas, ni lesbianas que ejercen la prostitución, ni transexuales que pierden hijos por ahí, ni divas del teatro o de la canción en conflicto existencial. Acá reina la mesura y la información es proporcionada de manera gradual, para que cuando todo esté listo y preparado, los hechos no nos tomen por sorpresa. De todas maneras el personaje de Benigno (nunca tan bien puesto el nombre) pertenece y se inscribe en la galería de inolvidables del director español más famoso del mundo, y nos tiene reservada una última jugada que nos pone de lleno en el universo almodovoriano.
Otro aspecto a destacar es el recurso narrativo de incluir un film dentro del film mismo. Esto se traduce en siete minutos de una película muda y en blanco y negro llamada El hombre menguante, que introduce metafóricamente el clímax del conflicto principal y le permite a la vez rendir su propio homenaje al cine, citando de manera sutil a los grandes cómicos de los inicios y al mismísimo Luis Buñuel en una escena deliciosamente surrealista.
Por supuesto que hay algunos excesos o caprichos innecesarios, como los cameos de sus habituales estrellas o la presencia de Caetano Veloso animando una velada, pero son perdonables y carecen de peso. Lo que sí pesa y mucho son los trabajos actorales de Javier Cámara (un rostro imborrable y una personificación entrañable) y de Darío Grandinetti, quien con su mirada perdida bañada en lágrimas es capaz de conmover al más pintado. Las damas en cuestión no les van a la zaga; tanto la fogosa Rosario Flores como la etérea Leonor Watling están exactas en sus papeles, y ya que hablábamos de homenajes Geraldine Chaplin aparece para corroborarlo.
En definitiva, un Almodóvar del mejor cuño y en su mejor forma. Bienvenido al ruedo y… ¡Olé!
Título: Hable con ella
Director: Pedro Almodóvar
Intérpretes: Javier Cámara, Darío Grandinetti, Rosario Flores y Leonor Watling, Geraldine Chaplin y Elena Anaya
Género: Drama
Duración: 112 minutos.
Origen: España
Año Realización: 2002
Distribuidora: Fox
Fecha Estreno: 14/11/2002
Puntaje 8 (ocho)