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jueves, 21 noviembre 2024
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Las cuatro plumas: El poder y la pasión

Por Juan Blanco

Si uno se esmera en considerar que la novela de A.E.W. Mason ya sufrió sus buenas seis adaptaciones al cine desde 1921, entonces lo primero y más fácil sería conjeturar que esta nueva versión de Las Cuatro Plumas ya tendría su debida condena fundada por su pasado. De todos los intentos el más emblemático al día de la fecha es el de la película protagonizada por John Clements y dirigida por Zoltan Korda en 1939; sólo que quedarse perchado a fines de la década del 30, y asumiendo que cualquier nuevo intento de revisión al clásico ya resulta en sí un despropósito, no significaría más que una hipocresía disfrazada de conocimiento de causa y de cine (y literatura) clásicos.

Quien ahora trata una vez más de darle un último porte a Las Cuatro Plumas es el realizador indio Shekhar Kapur; responsable de Elizabeth, con Cate Blanchett. La anécdota de estos dos soldados británicos al servicio de su majestad, y de una dulce dama en disputa entre ambos, se remonta a fines del siglo XIX; y digo anécdota porque a pesar de encontrase contextualizada en plena época victoriana, este marco no resulta más que circunstancial para exponer lo que en realidad importa: una tríada de personajes unidos (y separados) por el amor, la amistad y el honor; la patria al fin de cuentas es lo de menos.

Resulta que Harry (Heath Ledger) y Jack (Wes Bentley) son dos oficiales británicos que aman a la misma mujer; el primero es líder de un regimiento (e hijo de un general), mientras que el otro sirve a las órdenes de su amigo en ese mismo pelotón. Pero en lo concerniente a la bella Ethne (la siempre magnética Kate Hudson), Harry es el suertudo que está comprometido con ella; algo que no quita que el pobre y fiel Jack la continúe amando en silencio. Ahora, cuando llegue el momento de la verdad y las tropas británicas deban partir para el Sudán a combatir a un grupo de rebeldes (los Mahdi), será que Harry, entre el miedo a la muerte y una serie de sentimientos confusos hacia su amada, decida renunciar a su mando para quedarse junto a Ethne y casarse lo antes posible. Sólo que esto hará que Harry se vea rechazado de golpe por sus colegas, quienes lo harán merecedor de la pluma blanca, como el símbolo de la cobardía. Lo cierto es que éste recibirá cuatro de ellas; tres de sus amigos más cercanos (excepto de Jack), y la más grave de todas -la cuarta- de manos de su prometida. Cuando Harry tome conciencia de su situación, hará –un poco tarde- lo que sus allegados esperaban de él en un principio: intentar alcanzar a sus tropas para unirse a ellas en el fragor de la batalla, hasta llegar a devolver cada una de esas cuatro plumas.

Eso es todo, y de hecho no resulta muy difícil entrar a proyectarse las situaciones que envolverán a los mártires de esta novela romántica. Cuando la crisis sentimental llegue a cada uno de estos personajes, todo se jaqueará entre sus necesidades personales y cuatro objetos que hasta resultan insignificantes como para promover a semejantes sacrificios; de hecho hay una escena en que le preguntan a Harry si todo lo que hace vale la pena tan sólo por cuatro simples plumas. Pero lo cierto es que toda su nueva voluntad no se reduce a los objetos, sino a la amenaza que ellos representan para su persona, tanto como amante, así también como amigo; y tal como dije antes, la patria es lo de menos. Y en ese punto radica la sensatez de Las Cuatro Plumas: en no servirse del conflicto social para justificar un relato sentencioso, sino en regalarle a cada personaje suficiente calidez como para que no sea tan sólo otra épica de guerra, sino una historia de amor vulnerable, con personajes de verdad y humanamente ególatras y contradictorios.

Aún en sus momentos más banales y en el rinconcito de aquel lugar más común, Las Cuatro Plumas seduce por ser honesta, y por sobre todo por no traicionar jamás su registro poético, tanto en sus instancias más crueles como en las románticas. En este aspecto es que la película se asume con fidelidad como un producto artesanal y clásico. Después de todo es un cuento de pasiones; uno que hasta por momentos pareciera no ser del todo realista, pero es lo de menos.

Las Cuatro Plumas más que discursiva es estética, más que verídica es cinematográfica, y más que anacrónica goza de cierta clase de atemporalidad, lo que le añade un interés aún mayor. En el peor de los casos, el drama épico de Kapur podrá ser considerado una aventura intrascendente, si se quiere, ya que no resulta revelador o novedoso; no obstante, no decepciona y entretiene con buen ritmo y buenas actuaciones sus completos 130 minutos de metraje, lo que no es poco.

Título: Las cuatro plumas.
Título Original: The four feathers.
Dirección: Shekhar Kapur.
Intérpretes: Heath Ledger, Kate Hudson, Wes Bentley, Djimon Hounsou, Michael Sheen, Alek Wek, Kris Marshall, James Cosmo, Lucy Gordon, Alex Jennings, Hugh Ross y Laila Rouass.
Género: Acción, Aventura, Drama de época.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 132 minutos.
Origen: Reino Unido/ EE.UU.
Año de realización: 2018.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 14/11/2002.

Puntaje: 7 (siete)

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