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jueves, 21 noviembre 2024
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Micaela, una película mágica: Fusión imposible

Por Juan Blanco

Y después preguntan de dónde viene el prejuicio de los argentinos hacia nuestro cine nacional para chicos. Ante Micaela, una película mágica, esta suerte de paradigma ofensivo –pero cierto- encuentra su justificación óptima; y no sólo porque Micaela sea técnicamente torpe y cavernícola, sino también por su misma naturaleza pueril y hasta manipuladora con pretensiones de educar –o engatusar- a los más pequeños, como si fueran idiotas.

Claro está que Micaela es una película para chicos muy, pero muy chiquitos, y que podría no haberlo sido tanto. Sólo que el primer error de su creadora Rosanna Manfredi es confundir su dedicación hacia los niños con la intención descarada de subestimarlos; además de pretender endilgarle al cine mismo el rótulo de fenómeno didáctico, como si esa fuera su única razón de ser y su fin último. Hay desde discursos ecologistas (chicos no vayan al zoológico) hasta odas a la amistad y a la camaradería, pasando por clases para que los niños aprendan a alimentar su ego y se sientan todopoderosos, e incluso algunos consejos de yapa –e inútiles- como el uso del casco para andar en moto (como si los pibes de cinco años tuvieran una Kawasaki en el patio).

La historia tiene un dejo de Alicia en el país de las maravillas (la de Disney), de El mago de Oz, y por qué no también algo de La historia sin fin. Acá Micaela es una niña rubia, re linda y bondadosa (podría haber sido morocha y bizca, pero entonces ¿qué clase de ejemplo le estaríamos dando a los púberes?), que por los avatares de un guión -flojo, muy flojo- termina visitando el mundo de Fantasía, donde se hace dibujito animado y aprende unos cuántos trucos mágicos propios del cartoon. Pero todo sucede porque Fantasía la necesita para poder seguir existiendo y para que los colores no perezcan a merced del malvado doctor Black, un brujo que pretende volver al mundo una postal en gris y negro. Tal como sucedía en La historia sin fin, donde se precisaba de la ayuda de un humano para salvar al mundo mágico de Fantasía, Micaela (cual Alicia o Dorothy porteña) aceptará la misión que se le confiere, aunque al principio haga todo para el carajo y después llore como una marrana ante el fracaso, qué va?

Como se aclaró al principio, Micaela, una película mágica también es torpe en su estética como sólo puede serlo el cine de animación en nuestro país. Al parecer ninguno de los responsables sabía que la mezcla de recursos estéticos como la animación tradicional y la 3D, requiere de una sutileza en el empleo de ambos, a fines de facilitar la convivencia y promover a su imperceptibilidad; pero eso no pareció importarle a nadie, ya que después de todo Micaela es una película para chicos, no?. En medio la fusión imposible entre el agua (animé 2D) y el aceite (animé 3D), está entonces el tercer elemento en discordia: la película con personajes de carne y hueso; aunque bien vale aclarar que si el film tiene algún que otro punto a favor es gracias a la misma representación de Micaela Casotto (Micaela en persona). La chica es cuando menos bastante casual para hacer lo que hace y decir lo que dice; aunque no hace mucho más que eso, pero se le agradece bastante.

Título: Micaela, una película mágica.
Título Original: Idem.
Dirección: Rosanna Manfredi.
Intérpretes: Micaela Casotto, Brenda Mora, Camila Franco, Mario Bogado, Luciano Acosta, Arialdo Jiménez, Daniel Kargieman, Chunchuna Villafañe, Pipo Cipolatti, Marcela Raimondi, Mariana Malamud.
Género: Animación, Aventura.
Clasificación: Apta para todo público.
Duración: 90 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2002.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 05/12/2002.

Puntaje: 2 (dos)

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