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jueves, 21 noviembre 2024
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El ladrón de orquídeas: ¿Quieres ser Charlie Kaufman?

Por Omar Tubio

Si empiezo diciendo que estamos frente a uno de los films más extraños, atrayentes e inteligentes de los estrenados por estos lares en los últimos tiempos puede que suene un tanto exagerado. Pero no, no lo es (lo de exagerado digo). También es, asimismo, uno de los más difíciles de reseñar o comentar por lo complejo de su estructura y por las diferentes interpretaciones que cada uno hará suyas.

Charlie Kaufman es el conocido guionista de ¿Quieres ser John Malkovich?, la irreverente e irrepetible ópera prima de Spike Jonze. En El ladrón de orquídeas, también dirigida por Jonze, no sólo repite como tal, sino que además es el protagonista (personificado por Nicolas Cage) en un ejercicio auto-reflexivo tan interesante como curioso, que funde realidad con ficción de una manera tan solapada que cuando nos querramos dar cuenta del juego será demasiado tarde, ya estaremos jugando.

Kaufman (¿el real? ¿el personaje?) está lleno de complejos: se ve gordo, medio calvo, es extremadamente tímido y tiende a desvalorizarse todo el tiempo, y sus pensamientos, a los cuales accedemos gracias a una maravillosa voz en off, giran en gran parte sobre estas cuestiones. Kaufman -personaje- tiene un hermano gemelo, Donald, que vendría a ser como su alter ego, su opuesto en todo sentido: sociable, enérgico y sin ningún tipo de prejuicios intelectuales.

Todo el conflicto gira en torno a un proyecto que le encomiendan a Charlie. Adaptar una exitosa novela para convertirla en un guión cinematográfico apto para llevar al cine. La novela de Susan Orleans (la autora real), El ladrón de orquídeas, cuenta la historia de John Laroche, un bohemio y aventurero idealista que se dedica a preservar una extraña y poco conocida clase de orquídea que crece a orillas de los pantanos. Orleans relata en sus páginas una serie de entrevistas con el hombre y la experiencia de haberlo conocido, las sensaciones que en ella despertó ese sujeto tan profundo y agreste, y tan lejano a su propio entorno. Su idea es poder transmitir la pasión que lo guía; algo que a ella precisamente le está faltando.

El film se ramifica con los diferentes personajes y va adquiriendo vuelo propio. Adaptación es el título original (no se entiende la razón del cambio) y pocas veces tan bien puesto. Más allá de que implica lo que Charlie debe hacer con la novela, hay otras adaptaciones que se van sucediendo durante el transcurso de la película. Susan Orleans debe hacerlo para acceder a su entrevistado, dejando poco a poco sus prejuicios a un lado. Charlie Kaufman hará lo propio con su tan disímil hermano, quien lo ayudará en el difícil trance de convertir el proyecto en realidad, y finalmente Laroche, que se ha adaptado varias veces a las circunstancias de su azarosa vida, tendrá que hacerlo una vez más debido a su nueva realidad de hombre estrella de los medios.

Spike Jonze, como ya lo hizo en ¿Quieres ser John Malkovich? apela a cualquier artilugio, mientras le sea útil. Desde increíbles y lejanos flashbacks, hasta la inclusión del mismísimo Darwin (sí, el de la famosa teoría); desde el detrás de escena de su primer film, hasta un curso acelerado de cómo fabricar un guión de éxito dictado por una especie de gurú, quien le dará su receta mágica: “sin drama, no tienes película”. Aunque claro está, tanta mezcla de ingredientes hay que saber fusionarla, y en ese sentido Jonze demuestra mucho dominio para que la cosa no se le vaya de las manos. Pero el joven cineasta se atreve a más. ¿Más?

En el último tramo, la película pega un giro de 180º y cambia bruscamente de registro. Esto irritará a muchos, dejará perplejos a otros, pero jamás los invitará a la indiferencia. En una entrevista concedida hace pocos días en el festival de Berlín, Jonze fue consultado sobre este tema y la opinión que le merecía la reacción que provocaba en el público, pero él no quiso especular acerca de ello diciendo solamente: “que cada cual saque sus propias conclusiones”. Lo cierto es que hilando fino tiene su justificación, sólo hay que saber encontrarla y, por supuesto, estar de acuerdo.

Una obra de este calibre necesitaba actores que se jugaran el todo por el todo. Nicolas Cage brinda uno de los mejores trabajos de su carrera, desdoblándose en dos caracteres opuestos y logrando una empatía total en los dos casos. Meryl Streep en un esperado regreso (también está en Las horas) demuestra que no hay papel que se le resista, y Chris Cooper es la frutilla del postre en una excelente composición que ya cosechó varios premios y que rumbea derechito al Oscar.

Como dije anteriormente, un film diferente, imposible de encasillar en algún género, que pondrá incómodo (en el mejor sentido) al espectador, que lo obligará a pensar y a replantearse lo visto. Que lo hará preguntarse acerca del artificio del aparato cinematográfico, de la delgada línea entre ficción y realidad, y por sobre todas las cosas, de la imposibilidad de adueñarse de la obra artística del otro.

¿Cuánto hacía que no sucedía esto en una pantalla?

Título: El ladrón de orquídeas.
Título Original: Adaptation.
Dirección: Spike Jonze.
Intérpretes: Nicolas Cage, Meryl Streep, Chris Cooper, Tilda Swinton, Maggie Gyllenhaal, Cara Seymour, Brian Cox, Judy Greer, Jim Beaver, Ron Livingston.
Género: Comedia, Drama.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 115 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2002.
Distribuidora: Columbia.
Fecha de Estreno: 13/02/2003.

Puntaje: 9 (nueve)

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