Por Juan Blanco
Para artistas como Steve Martin siempre va a existir un lugarcito cálido en el corazón del espectador cinéfilo. No hay aficionado al cine que no lo venere, o en última instancia lo respete. Steve Martin es un señor actor, un sólido guionista y por sobre todas las cosas un gran comediante. Y a pesar de que algunas de sus últimas elecciones no hayan sido de lo más acertadas y dignas de agradecer desde nuestras butacas, Steve suele tener el poder de convencernos de que más allá de las circunstancias él siempre está intacto, y nosotros ahí junto a él si es que estamos dispuestos.
Una intrusa en la familia rememora, entre algunos tropiezos, esas épocas en las que Steve Martin se veía exactamente igual que ahora, pero en otras compañías. Desde aquellos años locos en los que compartía su cuerpo con alguna arpía, hasta esos en los que se le volaban las chapas porque se le casaba la nena, o porque una rubia extrovertida le invadía el corazón tras saquearle la propiedad. Y sí, Una intrusa en la familia tiene un poco de todo el mejor Steve Martin de antaño, y en el mejor estado físico, pero ahora en compañía de una mujer demasiado especial, y de seguro demasiado “comprometida” para él (aunque más para los guionistas).
Ahora Steve es un pobre hombre de negocios llamado Peter, divorciado, con dos hijos, medio solitario y triste por no poder llenar ese vacío que dejó su mujer. En eso, Peter se atreve a entablar una relación vía chat con una supuesta abogada, rubia y estilizada ella, que de buenas a primeras termina siendo, tras cuestiones de la trama que no me parece digno revelar, la diva Queen Latifah, una convicta negra, grandota e incluso más varonil que él. Y tal como Goldie Hawn se le instalaba en su casa hace como diez años, ahora Miss Queen le hace algo parecido pero con algunas implicancias legales e ilegales de por medio, que involucran a gánsters en un robo, a la policía en plena cacería, y que por defecto pondrán en jaque su monótona vida tanto personal como profesional.
Figurita repetida para muchos, pero un agradable recuerdo para tantos otros, Una intrusa en la familia es una comedia light con más de un pico de humor de lo más óptimo. Lo único objetable es que por momentos pareciera no poder escaparse de los estereotipos sobre los que se dispone a jugar desde la primera escena, y que convierten al film, casi en su totalidad, en una rivalidad entre razas que cansa e indigna por igual. Desde ya que, por simples conservadurismos yanquis, la pareja protagónica jamás podrá compartir más que algunos gags y apretones accidentales. Siendo él blanco y ella negra, ¿cómo podría pasar algo más? Y es ahí donde Una intrusa… peca de ignorante (por no decir de otras cosas), a pesar de pretender manifestar constantemente su conciencia sobre lo que los prejuicios significan en cualquier sociedad. Hay demasiada burla sobre el racismo, pero también una especie de tradición americana por delante muy difícil de abolir; y tal como dejaría claro Michael Moore en Bowling for Columbine: en norteamérica el racismo es y siempre será el pan de cada día.
Fuera de tales detalles no poco importantes, la película aún arranca carcajadas de unos cuántos tonos, y la parejita infeliz lo hace todo posible a fuerza de talento. Queen Latifah se los come a todos con una energía que la convierte en la vedette absoluta de la historia, y sin dudas en una de las mejores contrapartidas que pudo haber tenido Steve Martin en una de sus películas. Juntos son impagables, y gracias a ellos Una intrusa en la familia vale sus seis puntos.
Título: Una intrusa en la familia.
Título Original: Bringing Down the House.
Dirección: Adam Shankman.
Intérpretes: Steve Martin, Queen Latifah, Eugene Levy, Joan Plowright, Missi Pyle, Jean Smart, Betty White, Kimberly J. Brown, Angus T. Jones, Michael Ensign, Victor Webster y Michael Rosenbaum.
Género: Comedia.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 105 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2003.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 15/05/2003.
Puntaje: 6 (seis)