Por Juan Blanco
Afirmar que la primera Matrix revolucionó el cine de ciencia ficción sería confundir una vanguardia con una simple moda. En efecto, hubo un antes y un después de la película de las hnas. Lilly y Lana Wachowski, pero no porque con ella se haya descubierto una cara oculta en el género, como quizás sucedió en su momento con Star Wars, sino por la fuerte imposición de algunos de sus códigos estéticos, desde entonces bastardeados hasta el cansancio por tantos otros títulos posteriores. En conclusión, Matrix fue un film que supo darle un soplo de aire fresco a un cine de género hasta aquel momento polarizado, pero al día de la fecha ya forma parte de un standard concreto, y de ninguna manera su secuela podría haber hecho algo para cambiar esto; sólo duplicar ese espacio ya visitado.
Matrix Recargado es, sin duda, aquella Matrix recargada en todos sus aspectos, en sus más sobresalientes y en los no tanto. Desde ya, hay otra distensión en las coreografías de acción, quizás un poco más de precisión en el empleo del digital y una conciencia de su propia tradición manifiesta en unos oportunísimos toques de humor; pero al tiempo hay mucho más de aquellos libros estirados, cuyos delirios de trascendencia sobre algunos temas ficticios confundían inteligencia con inteligibilidad. Lo cierto es que en Matrix Recargado hay tanta soberbia estética (justo provecho de una de las más grandes virtudes del cine) como trampas discursivas (cosa innecesaria); dos detalles que la convierten en una película fascinante a la vista, sin tutía, pero una experiencia complicada en lugar de compleja, como en realidad se pretendía.
Los personajes hablan mucho, como en aquella primera, y tal como en el pasado hacen muy poco. Y en tanto comienzan a hacer algo, llegan los créditos y la posterior espera ante una nueva anécdota con nuestros héroes favoritos. Los jugadores son los mismos; ahora Neo vuela y se sabe muchos trucos nuevos, pero sigue con esa insoportable indecisión respecto de su vocación de elegido; Morfeo sigue retórico como él solo, pero está gordo y lento; y Trinity sigue afilada como siempre, convirtiéndose en el único placer de tiempo completo. Por otro lado, está el agente Smith, exiliado pero no menos adentro del juego, y también hay unos cuántos adversarios circunstanciales pero de poca suerte en pantalla. Pero hay algo que le impide a Matrix Recargado abrirse a nuevas ideas y correr nuevos riesgos para mantener al espectador sorprendido.
A nivel anecdótico la cosa no va mucho más lejos de aquel lugar donde nos dejaron hace cuatro años. Hay más rebeldes y Zion está amenazada en serio, pero eso es todo. El resto es acción y puro despliegue técnico, pasando por los arneses invisibles y aquel abuso de la cámara lenta (bien alevoso para que lo vea desde “arriba” Sam Peckinpah), pero a pesar de su ostentosa producción, Matrix Recargado se nota forzada por continuar con algo que no daba para un tramo tan largo. Es un episodio bisagra entre algo sólido que fue y otra cosa que quizás será algo digo de presenciar dentro de seis meses, pero no puede esconder su falta de razón de ser. Matrix en su totalidad podría haber sido una película bien larga, o a lo sumo dos bien contadas, pero ¿a quién le quedan dudas de que los números cierran mejor con una trilogía?
Título: Matrix Recargado.
Título original: Matrix Reloaded.
Dirección: Lilly Wachowski, Lana Wachowski.
Intérpretes: Keanu Reeves, Laurence Fishburne, Carrie-Anne Moss, Jada Pinkett Smith, Harold Perrineau Jr., Hugo Weaving, Gloria Foster, Monica Bellucci.
Calificación: Apta mayores de 13 años.
Género: Acción, Aventuras, Sci-fi, Secuela.
Duración: 138 minutos.
Origen: Australia/ Estados Unidos.
Año de realización: 2003.
Distribuidora: Warner Bros.
Fecha de estreno: 22/05/2003.
Puntaje: 6 (seis)
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