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jueves, 21 noviembre 2024
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Nadar solo: Sin rumbo

Por Pablo E. Arahuete

El nuevo cine argentino, término que en muchos realizadores jóvenes causa escozor, se caracteriza entre otras cosas por intentar reflejar temáticas actuales con determinados actores sociales, pero sobre todas las cosas, su búsqueda se circunscribe a nuevas estéticas y a explorar las posibilidades del lenguaje cinematográfico. De ese amplio espectro de propuestas pueden distinguirse aquellos trabajos donde lo importante es la forma y no el contenido, como en Caja Negra o, por el contrario, producciones en las que pesa la historia y los personajes y la forma es funcional a las exigencias de la trama.

Nadar solo, ópera prima de Ezequiel Acuña, se sitúa a medio camino de las dos tendencias anteriores. Por un lado, aborda un tema poco explorado por el cine local como lo es el mundo de los adolescentes de clase media, desalentados e insatisfechos, sin referentes ni inquietudes, sumidos en un profundo estado de confusión permanente. Por otro lado, intenta transmitir desde la puesta en escena y la férrea decisión de no manipular el tiempo y el espacio, el hastío y la desolación de sus personajes.

Martín es un joven de 17 años, con muy pocas inquietudes y a punto de ser expulsado del colegio privado al que concurre con Guille, su amigo de siempre que corre su misma suerte. Los dos formaron una banda de rock pero no ensayan con la frecuencia necesaria para poder tocar bien. El llamado de un amigo de Pablo, su hermano mayor, al que hace dos años que no ve, lo motiva para iniciar una búsqueda y así encontrar un referente en quien quizá pueda hallar respuestas para abandonar su vida monótona. La búsqueda de su hermano mayor le remueve recuerdos de chico y la nostalgia por ese niño que alguna vez fue y se está transformando, paulatinamente, en adulto. Un viaje repentino a Mar del Plata, por un fin de semana, le permite conocer a una chica, nostálgica como él. Adolescentes, sin rumbo, vagando por una ciudad triste, con un futuro incierto, parece ser la idea rectora del film de Ezequiel Acuña, cuyo antecedente en el cortometraje se ve plasmado en la estructura de este film.

Algunas ideas sueltas, la incomunicación con los adultos, la falta de proyectos y el vislumbrar un futuro incierto surgen en la historia como pequeños fragmentos. A veces la utilización del humor como recurso narrativo entre las escenas resulta forzada y desentona con el clima que el film propone desde el comienzo. Ocurre un efecto contrario con el trabajo en la banda sonora y la puesta en escena.

Pausada, autorreferencial, honesta, Nadar solo es un retrato sensible y melancólico de una generación que deambula por las calles apagadas de una ciudad sin futuro. Su tono intimista, cuyas influencias de Los 400 golpes de Truffaut no puede negar, transmite una inmensa incertidumbre, como el mar.

La ópera prima de Acuña es un buen augurio y confirma que el cine argentino sigue transitando un camino venturoso.

Título: Nadar solo.
Título Original: Idem.
Dirección: Ezequiel Acuña.
Intérpretes: Nicolás Mateo, Santiago Pedrero, Antonella Costa, Tomás Fonzi, Manuel Callau, Mónica Galán y Moro Anghileri.
Género: Drama.
Clasificación: Apta mayores de 13 años, con reservas.
Duración: 97 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2003.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 05/06/2003.

Puntaje: 7 (siete)

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