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jueves, 21 noviembre 2024
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Lee mis labios: Original amalgama de comedia negra y thriller psicológico

Cuando surgen airadas voces de protesta contra el sistema hollywoodense y su adocenada repetición de esquemas argumentales, sus defensores suelen aferrarse a una verdad a medias: ¿para qué modificar algo si aún funciona y lo ha estado haciendo desde tiempos remotos? Este criterio, ciertamente rígido, es uno de los responsables del estancamiento que vive en estos días el cine de los Estados Unidos. Todos sabemos que existen fórmulas, no precisamente mágicas, para contar una historia y que las mismas ya son parte del inconsciente colectivo: el mito de David versus Goliat, el camino de transformación del héroe, la pareja despareja, el perdedor glorificado y no muchas más. El asunto es usarlas con libertad e imaginación, que sirvan como punto de partida para luego acceder a otros territorios menos transitados. Este riesgo lo ha aceptado de buen grado el director francés Jacques Audiard y los frutos están a la vista en Lee mis labios, un thriller tan entretenido como rupturista en ciertos detalles estructurales.

No es casual que este parcialmente novedoso relato provenga del continente europeo, donde los personajes son construidos con mayor rigor y profundidad psicológica que en la industria estadounidense. Jacques Audiard ha admitido en una entrevista que el origen de su film está determinado por la idea de confrontar dos arquetipos definidos: la inteligencia femenina contra la brutalidad masculina. Por otro lado, el género y la historia a narrar surgieron a posteriori basados en las características de Carla y Paul. De hecho, el género resulta toda una incógnita, porque cuando las situaciones parecen anclarse en la comedia social alguna vuelta de tuerca la desvía bruscamente hacia el policial negro y luego al thriller psicológico, pero sin descuidar un logrado tono cáustico que le aporta cierto brillo y atraviesa de punta a punta la narración. Agréguese a eso una cuota de violencia cruda y un humor negrísimo que provoca tanto el escalofrío como el goce indistintamente. Hay un desparpajo evidente en el guión que el mismo Audiard co-escribió junto a Tonino Benacquista, aunque no pudo evitar que algunos clichés emerjan sin disimulo cuando el clímax se desata. Tal vez ni siquiera lo intentó porque es fácil adivinar en el previsto final (no aclaro si feliz o no) la intencionalidad del realizador que, desentendiéndose de todo realismo, ata los cabos sueltos toscamente pero sin traicionar el espíritu de la obra.

En cualquier largometraje comercial es normal que el planteo demande no más de veinte o veinticinco minutos (siempre y cuando la duración no exceda las dos horas). En ese lapso se introducen a los protagonistas y se produce la denominada situación desencadenante que pone la trama en movimiento. Pues bien, en un acto de rebeldía bien entendida lo que podría considerarse como la línea argumental principal empieza recién a los cuarenta y cinco minutos de proyección. Previamente se fue forjando con paciencia la relación entre Paul, el ex convicto que periódicamente debe rendir cuentas de sus actos para no regresar a la cárcel, y Carla, la secretaria que lo contrata como ayudante en una oficina de bienes raíces. La mujer, que padece de sordera, ve en Paul a un individuo de virilidad rústica y latente peligrosidad del que se siente atraída un poco por sus antecedentes particulares y otro poco por su propia vida, triste y solitaria, que sólo conoce de injusticias laborales y rutinas interminables. El hombre, un poco más joven que ella, pretende mantenerse en un marco de legalidad. Pero, primero por cierto pedido de Carla y luego por capricho de los libretistas, se involucrará en asuntos turbios con imprevisibles consecuencias para ambos.

Lee mis labios es una fresca variante de la clásica historia de amor, aquí jugada en una clave más introspectiva, porque tanto Paul como Carla son dos seres especiales a los que les cuesta exponer ante el otro sus sentimientos, sustentada en la pareja despareja que se termina complementando a la perfección después de muchas idas y vueltas. El hecho de que el relato se vuelque al policial o al thriller es sólo una cuestión de formas porque en el fondo lo que le otorga cohesión es el vínculo entre ellos dos. Por eso, a medida que el conflicto que los pone en peligro va creciendo en intensidad y dramatismo, nos preocupamos por su suerte y hacemos fuerza desde la platea para que el destino los favorezca. Bueno, sí, es una manipulación emocional alevosa, pero no todos los cineastas son capaces de generar esa empatía. Claro que este mérito no es suficiente para ocultar un pecado de Audiard: los personajes secundarios, aún los de mayor permanencia en pantalla, son estereotipos sin carnadura que entran y salen de escena impávidamente. Ni siquiera el antagonista parece bien trabajado. Razón de más para que se agiganten dos actores descomunales como Vincent Cassel y Emmanuelle Devos, que funcionan de mil maravillas juntos. Empero, de algún modo, Lee mis labios se sobrepone a esa limitación y sale adelante.

Título: Lee mis labios.
Título Original: Sur mes lèvres.
Dirección: Jacques Audiard.
Intérpretes: Vincent Cassel, Emmanuelle Devos, Olivier Gourmet, Serge Boutleroff, Olivier Perrier, Olivia Bonamy, Olivier Perrier y Bernard Alane.
Género: Crimen, Drama, Romance.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 115 minutos.
Origen: Francia.
Año de realización: 2001.
Distribuidora: Cinemagroup.
Fecha de Estreno: 12/06/2003.

Puntaje: 7 (siete)

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