Por Juan Blanco
Siempre digo, y no me preocupa repetirlo, que muchas veces la nobleza de una película descansa en la intención con que se cuenta. Y ese es el caso de Vivir intentando, un film que, a pesar de sus cobardes propósitos industriales, resulta bienintencionado desde su realización. Una propuesta con asperezas técnico- formales evidentes, pero que no deja de hacerle un constante honor a su título, predicando la perseverancia aún en los tramos más duros y condicionados.
Decir que a la película de las Bandana no se le podía pedir mucho sería una hipocresía barata, porque lo cierto es que las chicas tienen resto para cautivar a cualquier espectador, ya sea cantando o actuando… ¿por qué no? Pero no resulta tan injusto responsabilizar a todo el equipo abusivo y devorador que se esconde detrás de las estrellas; ese grupo que se vale de los mecanismos publicitarios, mientras que artistas intentan resolver sus exigencias ejecutando su arte con porte digno. Eso es lo injusto.
Y el problema de Vivir intentando es concretamente que hay demasiado chivo y demasiada especulación mediática, al punto de correr el riesgo de opacar talentos indiscutibles. Como costado positivo, la dirección de Tomás Yankelevich evidencia mucho esmero, eso es cierto, pero lo triste es que no es directamente proporcional a sus conocimientos sobre cine americano (la cuna de sus estudios universitarios). El pibe lo juega todo, pasando por algunos códigos del musical clásico, como las canciones en momentos donde se produce algún quiebre o explosión emocional, hasta internarse de lleno en la screwball comedy (más conocida como la comedia de enredos), enroscando a sus protagonistas en amistades, amoríos y sueños truncos desde el primer momento y hasta el último. Y lo gracioso es que cada intención se nota y se aplaude, más no los resultados poco felices de cada bocanada de aliento. Pero la garra está, los elementos están, las chicas están, y todo contribuye a limar cada imperfección, a obviar cada gratuita imposición de la productora. Y casi todo gracias al carisma del grupo PopStar; una cualidad no se aprende ni se compra.
Si se piensa en algún tipo de aporte a los cánones del cine contemporáneo (ya sea en nuestro país o no), vale afirmar que Vivir intentando no puede ostentar ni siquiera la idea de cambiar algún rumbo cinematográfico, pero tampoco lo ambiciona. Tampoco se trata de contar una historia conocida de un modo exótico, sino de buscar la mejor forma de respetar códigos folklóricos. Vivir… se excusa bajo aquel añejo cuento del sueño de triunfar, en este caso en la música, pero no antes de hacerlo en la vida. Las protagonistas tienen ganas de cantar, sí, pero antes viven en un país de mierda que muchos conocemos, y tienen problemas. Y Yankelevich acierta en detenerse frente a estos, ante cada una de estas mujeres en plena lucha por lo suyo, y gracias a ello por momentos la película pareciera querer arrancarse de raíz de ese amplio y podrido sembrado Telefé. Aunque no lo logra del todo, pero se las ingenia para esquivarlo.
Vivir intentando no deja de ser un vehículo promocional para cinco estrellas nacionales de la música pop, no vamos a engañarnos. Pero hay algo en su compostura, más allá de sus fórmulas, que demuestra que con un poco de esfuerzo y calidez se puede convertir un simple mecanismo en un auténtico sentimiento.
Título: Vivir intentando.
Título Original: Idem.
Dirección: Tomás Yankelevich.
Intérpretes: Virginia Da Cunha, Lourdes Fernández, Lissa Vera, Valeria Gastaldi, Gino Renni, Valeria Britos, Ivonne Guzmán, Alejandra Rubio, Coco Sily, Osmar Nuñez, Toti Ciliberto, Daniela Brignola y Mirta Wons.
Género: Comedia, Drama, Familiar.
Clasificación: Apta para todo público.
Duración: 95 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2003.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 26/06/2003.
Puntaje: 6 (seis)