Por Juan Blanco
De alguna manera James Bond se la buscó. Sus gigantes habilidades como agente secreto siempre fueron únicamente comparables con su magnífica capacidad de tomarse el pelo a sí mismo. Y de alguna manera su historial predispuso a tantos artistas a jugar con su iconografía, que al día de la fecha resultaría casi imposible nombrarlos a todos. Como si fuera poco, en el mundo del espionaje la tecnología, como herramienta indispensable, dio lugar a delirios inimaginables, al punto de crear todo un universo propio a partir de aquello que en otros tiempos comenzó como algo hasta trivial. Y entonces si de delirios se trata, sumando esta ilimitada tecnología reinante capaz de convencer de que esos mundos existen, y la propia naturaleza satírica del espionaje, se hace posible la presencia del agente Cody Banks, así como hace muy poco también sucedió con los Spy Kids. Es decir que el género ya da para absolutamente cualquier cosa.
Cabe destacar que Agente Cody Banks: súper espía no es una película importante. Tampoco es una que pretenda figurar en ninguna enciclopedia sobre cine de espionaje o quedar en la memoria del espectador como una revelación sobre la materia. Es prácticamente un producto irrelevante, desde ya deudor de toda la tradición Bond mezclada con algunos componentes de gran inocencia (Cody es un espía adolescente), pero irrelevante al fin por no ambicionar lo suficiente como para intentar trascender los estereotipos del género; algo que sí lograron, tras un importante riesgo, los niños espías de Robert Rodriguez.
Lo cierto es que a Agente Cody Banks le falta ingenio y, por sobre todo, la valentía para desarrollar situaciones al nivel delirante de su anécdota. No obstante, esto no quita que los elementos con que juega no estén bien empleados, ni mucho menos, aunque quizás desperdiciados en alguna proporción. En su estandarización, el film no llega a sorprender y por ende no logra atravesar la muralla desafiante que James Bond construyó a lo largo de sus buenas décadas, pero divierte su cuota y pareciera conformarse con ello.
La historia va más o menos así: hay un científico americano con un invento que, en malas manos, podría dejar en jaque a la seguridad nacional. Lo grave es que tal invención ya está en esas malas manos, y no hay muchas personas capaces de impedir el inminente desastre que se avecina. Pero entre esas pocas excepciones está el agente Cody Banks; un niño común en apariencia, pero en el fondo un espía del gobierno súper entrenado para las asignaciones más sofisticadas. Su misión: ganarse la confianza de la hija del científico, para así lograr infiltrarse en su círculo familiar y extraer información vital. Pero el único inconveniente es que Cody podrá ser un señor espía, pero con las chicas es un adolescente torpe y duro como una piedra… y ahí empieza la película.
Si la cara de Cody no fuera la de Frankie Muniz (de la genial serie Malcom in the midle), Agente Cody Banks podía haber estado en mayores problemas, pero gracias al buen casting la cosa al menos tiene unos puntos más a favor con su presencia. Por lo demás, hay corrección suficiente como para dejar en claro que se hizo la tarea, pero el secreto en el mundo del espionaje es que las reglas se hicieron para romperlas. Ahí estaba la diferencia…
Título: Agente Cody Banks: Súper espía.
Título Original: Agent Cody Banks.
Dirección: Harald Zwart.
Intérpretes: Frankie Muniz, Hilary Duff, Angie Harmon, Keith David, Cynthia Stevenson, Arnold Vosloo, Ian McShane, Martin Donovan, Daniel Roebuck, Branden Nadon y Connor Widdows.
Género: Acción, Aventura, Comedia.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 102 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2003.
Distribuidora: Fox.
Fecha de Estreno: 14/08/2003.
Puntaje: 6 (seis)