Por Pablo E. Arahuete
El debut de John Malkovich como director deja sembrado un interrogante que el tiempo se encargará de despejar. Sendero de sangre (su título original sería algo así como la bailarina del piso de arriba) era un proyecto con grandes atributos para que un novel realizador se animara a explotar, por tratarse de un hecho verídico que se resignifica en nuestros tiempos.
Basada en la novela de Nicholas Shakespeare (ningún parentesco con William), el film busca recrear la persecución y posterior captura de Abimael Guzmán, fundador del grupo guerrillero revolucionario peruano “Sendero luminoso”. Si bien es justo reconocer que la intención de Malkovich no fue ajustarse a los sucesos históricos, su liviandad en el tratamiento de la historia y su forcejeo para encauzarla en el rumbo del thriller crea un estado de indefinición, que lo torna predecible y efectista. El eje central es el enfrentamiento entre dos personajes antagónicos. Agustín Rejas (Javier Bardem) es un policía idealista a quien le encargan la captura de un misterioso líder guerrillero, impulsor de la revolución campesina, cuyo objetivo es derrocar al gobierno.
Ezequiel (Abel Folk) opera entre las sombras y a través de sus acciones terroristas deja instalada la amenaza de tomar las ciudades y hace tambalear al gobierno. Así, se recrudece el clima de violencia. La incursión de las fuerzas militares para recuperar el orden dificulta la investigación de Rejas y su compañero Sucre (Juan Diego Botto), un joven novato que lo secunda junto a un grupo de policías. Durante la búsqueda implacable del temible Ezequiel, Rejas conoce a Yolanda (Laura Morante), profesora de ballet de su hija Laura, por quien siente una atracción especial que lo debate entre el deseo y el deber. En esas dos líneas argumentales, por un lado la búsqueda tras la pista de Ezequiel y por otro el desarrollo del aspecto humano del personaje, con sus contradicciones, su sacrificio, deseos y motivaciones, la película se apoya en un guión demasiado lineal. El mayor desacierto de Malkovich consiste en su falta de compromiso con la historia, en la increíble superficialidad con que se plantean las causas y motivaciones del terrorismo. Sendero de sangre no es un thriller político pero no encuentra el adecuado registro para salir airoso de su desapego realista. No aporta nada desde lo cinematográfico, aunque a veces entrega escenas visualmente atractivas.
El único valor de este mediocre film es la presencia de un actor de gran porte como Javier Bardem. El español consolida una interesante carrera actoral y hace todo lo posible por apartarse del estereotipo planteado en el guión de Shakespeare.
Excesivo en su duración, efectista y especulativo en el planteo de un tema tan sensible para nuestra época como lo es el terrorismo, Sendero de sangre es un proyecto fallido y desilusiona por su falta de audacia. John Malkovich ingresa al terreno de la realización sin estilo ni ideas y la pregunta obligada es: ¿por qué con un proyecto tan comercial como éste?
Título: Sendero de sangre.
Título Original: The Dancer Upstairs.
Dirección: John Malkovich.
Intérpretes: Javier Bardem, Laura Morante, Juan Diego Botto, Elvira Mínguez, Abel Folk, Xabier Elorriaga, Natalia Dicenta, Alexandra Lencastre, Oliver Cotton y Luis Miguel Cintra.
Género: Drama, Crimen.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 132 minutos.
Origen: España/EE.UU.
Año de realización: 2002.
Distribuidora: Nu Visión de Argentina.
Fecha de Estreno: 21/08/2003.
Puntaje: 4 (cuatro)