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jueves, 21 noviembre 2024
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La liga extraordinaria: Espíritu bizarro

Por Juan Blanco

El mismo día que ví La Liga Extraordinaria tuve la dicha de enganchar en cable a la noche La Novia del Átomo, de Edward D. Wood, Jr. Y lo primero que se me vino a la mente luego de ese día de psicodelia cinematográfica fue esta idea del espíritu bizarro primando por sobre la técnica; esa fascinación conceptual que escapa a la imprecisión o la torpeza de una puesta en escena. En concreto nunca se sabrá si Ed Wood predicaba ese tipo de cine desentendido de sus falencias o absolutamente consciente de todas ellas, pero lo cierto es que con cada uno de sus trabajos se forjaban nuevos códigos de representación que hacían del ridículo y de lo arbitrario uno de los costados virtuosos del séptimo arte. Sus películas aún son geniales por ser tan puras, ocurrentes y desenfrenadas.

No voy a decir que frente a La Liga Extraordinaria el sentimiento se iguala a cualquier experiencia Woodiana, pero sí que en su compostura se hace evidente una intención de adherir al absurdo, a la aventura más pura y alocada cual película bizarra clase B. Aunque de esta última clase por cuestiones presupuestarias no podría considerársela jamás, puesto que cuenta con un despliegue de producción imponente, en espíritu se muestra tan irreverente y despreocupada como aquel añejo cine de súper acción del once, o bien como ese que a cada rato se vuelve a descubrir por el canal Retro los jueves a la hora de la cena.

La Liga Extraordinaria no es una mala película de aventuras ni mucho menos decepcionante, sino una con muy pocas ambiciones de trascender en el género (sobre todo en la categoría “A”) o de persuadir en términos de verosimilitud, implicando esto desde hacer primar el ritmo sostenido por sobre la anécdota concreta hasta pasar por sobre sus mismos personajes. Sólo que lo último le asegura algunos prejuicios. Todo porque la Liga en cuestión se compone de ilustres personajes de la literatura fantástica y de aventuras clásica, más precisamente del siglo XIX. Está el cazador y aventurero de las minas del rey Salomón Allan Quatermain (creación de H. Rider Haggard, acá con las fabulosas “eSes” con fonética de “sch” de Sean Connery), el capitán Nemo de Verne, el inmortal Dorian Gray de Oscar Wilde, el Dr. Jekyll y Mr. Hyde de Robert Louis Stevenson, un hombre invisible inspirado en el de H. G. Wells, también una mujer vampiro, Mina Harker, la amante del Drácula de Stoker; y por último el norteamericano Tom Sawyer de Mark Twain, aquel una vez niño y ahora ya peludo y con profesión a cuestas: la de espía.

Así es como La Liga Extraordinaria se alza con demasiados apriorismos en contra dispuestos a destrozarla en pedazos. Al menos uno por cada personaje integrante de tal liga (también extraordinaria a priori, desde ya…), por ser demasiado importantes como para amalgamarlos en una historia que de seguro habría de restarles su debida envergadura. No obstante, este detalle no parece haber afectado a la aventura gráfica de Alan Moore y de Kevin O’Neill; miren qué hipocresía… El chiste es que a esta dupla “cómic-era” (responsable de la historieta en la que se basa el film, y también de aquella que dio origen a la película Desde el infierno) ya se la tiene sobrevaluada desde hace rato, cuando quizás apenas un 15% de los que la idolatran hayan, en efecto, leído o visto sus obras. Pero eso no importa, es secundario. Yo no tuve el agrado de leer la pieza que dio origen a la película de Stephen Norrington (el de Blade), así que por lo pronto no puedo hacer más que reservarme todo tipo de comentarios comparativos, ya sean para bien o para mal. Pero no puedo desentenderme de los personajes que reúne la historia; a ellos sí los conozco lo suficiente como para comparar, pero no más que para divertirme deschavando las licencias tomadas tal vez por Moore y cía, quizás por Norrington, no lo sé; pero licencias al fin. Vestigios de una creatividad digna de admirar a pesar de su aparente ridiculez. Lo que la mayoría llamaría falta de respeto o de dedicación, yo lo apunto como una improvisación, superación y adaptación por sobre aquel condenatorio –a priori- material original. Una sátira/parodia homenajeadora tanto del mundo cómic como de la literatura que la excusa. Es verdad que daba para mucho más, pero quizás en la película ideal que uno se arma en la cabeza, no en la real que nos ocupa.

El film de Norrington es un delirio, eso es cierto, pero también uno con suficiente dinámica y creatividad como para entretener, con técnica suficiente como para fascinar a la vista en secuencias realmente memorables, y con (anti)héroes dignos de la empatía más frenética (ver a Mina en Venecia!!!). A Norrington le falta un poquito para llegar al nivel artesanal de Stephen Sommers y sus Momias, pero no caben dudas de que su Liga resulta extremadamente simpática (y por momentos muy ácida). Un producto más que digno de disfrutar para todo aquel aventurero exento de susceptibilidades y de escrúpulos banales. Que el Nautilus navega por los canales venecianos… bah!

Título: La liga extraordinaria.
Título Original: The League of Extraordinary Gentlemen.
Dirección: Stephen Norrington.
Intérpretes: Sean Connery, Shane West, Naseeruddin Shah, Stuart Townsend, Peta Wilson, Jason Flemyng, Tony Curran, Richard Roxburgh, Max Ryan, Tom Goodman-Hill y David Hemmings.
Género: Basado en cómic, Acción, Aventura, Fantasía.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 110 minutos.
Origen: EE.UU./ Alemania/ República Checa/ Reino Unido.
Año de realización: 2003.
Distribuidora: Fox.
Fecha de Estreno: 11/09/2003.

Puntaje: 6 (seis)

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