Por Juan Blanco
Las historias de terror de fantasmas están a un paso de la extinción, al menos ideológica. Probablemente seguirán haciéndose, por moda, y sobre todo mientras los orientales continúen aportándoles material a los americanos para sus remakes. Pero lo cierto es que las historias de fantasmas no tienen nada de malo en sí mismas. Lo malo, o bien decepcionante, es la repetición, la especulación con las fórmulas y la –errónea- confianza ciega en la tecnología como el arma más potente para causar terror.
Fuera de la técnica, lo que realmente ayuda a comprender o interpretar a las historias de fantasmas es la categorización de los mismos en las anécdotas. En los cuentos de terror los fantasmas pueden venir de dos maneras: hostiles por gusto, eterna e indiscriminadamente malditos, o iracundos con causa vengadora y apenas temporariamente agresivos. Los de la primera clase se pudieron ver en títulos como Barco Fantasma, La llamada o en la versión original japonesa Ringu, y cabe decirlo, suelen ser los menos en cantidad y en su ambigüedad los más interesantes de todos, en tanto abren infinitas posibilidades dentro del género. Pero los que incomprensiblemente prevalecieron en el tiempo y consolidan hoy la fórmula más eficiente son los de la segunda clase. De estos se vieron en Ecos mortales, Los otros, Sexto sentido, El espinazo del diablo o Revelaciones, por citar algunos contemporáneos, y para ejemplos más clásicos están Cuento de fantasmas y La posesión de Julia (ambas basadas en novelas de Peter Straub) o Al final de la escalera (aquella de Peter Medak con George C. Scott). Todos estos últimos tienen la constante del fantasma torturado, probablemente en busca de justicia, apenado por alguna razón que lo mantiene aún vagando por el mundo al que ya no pertenece, e imposibilitado de un descanso eterno hasta esclarecer y resolver sus asuntos pendientes. No hace falta decir que estas historias son las más conservadoras, explicativas y por defecto las menos interesantes dada su previsibilidad (cuando el fantasma salda sus deudas todo vuelve a la normalidad); a menos que se les confieran tratamientos estéticos y narrativos fuera de lo común, como en el caso de Sexto sentido y Los otros (quedan totalmente fuera de estas categorías los fantasmas dramáticos de Ghost y Siempre… esa es otra historia y de otro género).
De Mathieu Kassovitz (el mismo de El odio y Los ríos de color púrpura) no cabía esperar una revolución dentro de este tipo de anécdotas, pero tampoco el resultado trivial de En compañía del miedo, también conocida como Gothika; una película que, desde ya, pertenece a la segunda categoría de fantasmas y en su tratamiento más utilitario (golpes de efecto por doquier sin más justificación que estética) y llano (una puesta en escena fácil de anticipar y personajes no más que arquetípicos).
Para definir Gothika (me quedo con este título que es más corto… y mucho más atractivo) apenas hace falta reseñar el argumento: una psiquiatra (una convincente y bella Halle Berry) con una vida aparentemente formidable, una noche sufre un accidente fortuito y despierta al día siguiente del otro lado del espejo y totalmente amnésica: ahora ella es una de las tantas pacientes psiquiátricas, como esas que trataba como profesional hace apenas unas horas. No se puede anticipar mucho más, salvo que hay un asesinato de por medio del que ella parece ser la principal sospechosa, y un fantasma medio perdido que podría también tener gran parte de la culpa. Si más o menos se prestó atención a la categorización fantasmal que se hizo unas líneas atrás, y se intenta combinar aquello con la trama de Gothika, no va a resultar muy difícil desentrañar el resto.
El parecido entre ésta y Revelaciones (en trama, personajes y tratamientos estéticos) es formidable, así como también el resultado desalentador de ambos proyectos. Lo importante a destacar es que el film de Kassovitz decepciona menos quizás por la falta de ambiciones que sí habrían perseguido Zemeckis, Ford y Pfeiffer con esos confesos “aires Hitchcockianos” en Revelaciones. Dado el caso, Gothika es apenas la propuesta más ambiciosa de la ya conocida Dark Castle Entertainment (oh casualidad la productora de Zemeckis), pero aún así sin intenciones de trascender los sustos promedio del clase B, a pesar de su generoso presupuesto. Siendo así, al menos una parte –pequeña- del numerito se encuentra con su audiencia.
Título: En compañía del miedo.
Título Original: Gothika.
Dirección: Mathieu Kassovitz.
Intérpretes: Halle Berry, Robert Downey Jr., Charles S. Dutton, John Carroll Lynch, Bernard Hill, Penélope Cruz, Dorian Harewood, Bronwen Mantel, Kathleen Mackey y Matthew G. Taylor.
Género: Terror, Thriller.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 98 minutos.
Origen: EE.UU./Francia/ Canadá/ España.
Año de realización: 2003.
Distribuidora: Warner.
Fecha de Estreno: 29/01/2004.
Puntaje: 4 (cuatro)