Por Pablo E. Arahuete
¿Es viable partir de un hecho anecdótico y considerarlo lo suficientemente relevante para elaborar un documental? Este interrogante debe tenerse presente al abordar Operación Algeciras, largometraje del realizador Jesús Mora, coproducido por Argentina y España y seleccionado en el Festival Iberoamericano de Huelva.
La historia se remonta a unos meses antes del inminente conflicto bélico entre Argentina y el Reino Unido por la soberanía de las Islas Malvinas, que derivó en la guerra más absurda de nuestra historia y en el posterior debilitamiento del gobierno de facto de Galtieri. En ese contexto, desde el ejército argentino se planificó un operativo secreto para sabotear la Base Británica de Gibraltar y hundir un buque de guerra anclado allí mediante la detonación de minas submarinas.
La misión al mando del General Anaya involucraba paradójicamente a guerrilleros, integrantes de Montoneros y otras facciones, quienes tuvieron a su cargo la parte táctica y operativa del sabotaje. En paralelo el episodio se conecta con los acontecimientos políticos sucedidos para ese entonces en España, atravesada por una crisis sociopolítica que ponía en jaque la continuidad del gobierno del Presidente Calvo Sotelo, luego derrotado electoralmente por Felipe González.
En ese tiempo España se había proclamado neutral respecto al tema Malvinas y se veía envuelta en un debate político sobre su futuro ingreso a la O.T.A.N. Todo este racconto histórico es necesario para contextualizar el hipotético conflicto diplomático donde estaba involucrada la Embajada Argentina, que posibilitó el ingreso del grupo de saboteadores y el gobierno Español que frustró el operativo y ocultó la historia. El film reconstruye, sin un punto de vista definido y con un nivel de análisis superfluo, un hecho anecdótico que deja trascender la improvisación del gobierno argentino, la inoperancia y mediocridad de los altos mandos del ejército.
Los sucesos narrados por los propios protagonistas suponen un exagerado distanciamiento de un narrador con acento español, que complementa desde un guion absolutamente descriptivo de una trama que nunca despega de su aspecto tragicómico y cuyo valor testimonial es casi nulo en cuanto a la magnitud pretendida.
Sin demasiado criterio cinematográfico, Jesús Mora sigue una línea narrativa apoyada en el pormenorizado relato de un ex Montonero, el impresentable Máximo Nicoletti, que formó parte del operativo, quien en una charla de café recuerda la descabellada misión. Por otro lado, en una parodia de militar, oculto en un uniforme, el decrépito General Anaya cuenta su verdad pero sus justificaciones estallan en pedazos de estupidez cuando las tristes imágenes de la guerra recuperan la verdad.
La película carece de interrogantes, como por ejemplo si hubiese sido decisivo y condicionante para el desarrollo de la guerra el éxito de la misión teniendo en cuenta la superioridad militar del enemigo. Aunque la respuesta hubiese sido obvia el rumbo del documental habría remarcado la incoherencia de la empresa.
Un film que no se sustenta bajo sus dos pilares fuertes: la historia y la trama oculta, que no descubre un lado inédito de un conflicto absurdo y tampoco logra implicarse. Operación Algeciras revuelve la grasa alojada en el fondo de una olla vacía y para concluir con la metáfora culinaria es un plato mal cocinado y cae pesado.
Título: Operación Algeciras.
Título original: Idem.
Dirección: Jesús Mora.
Guion: Jesús Mora, Antonio Llorens y Iván Aledo.
Género: Documental, Bélica.
Calificación: No disponible.
Duración: 87 minutos.
Origen: Argentina/ España.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Zeta Films.
Fecha de estreno: 19/02/2004.
Puntaje: 3 (tres)