Por Juan Blanco
Hubo una época en la que en nombre de Frank Oz era diversión garantizada al momento de tener que decidir si animarse a una de sus comedias u optar por otro programa. Títulos como Dos pícaros sinvergüenzas, La tiendita del horror o ¿Qué tal Bob? prueban mis palabras. Pero para Oz, como para muchos otros artistas con tantos años de oficio, el tiempo pasa y los éxitos cesan; las ideas se vuelven excusas para mantenerse en el mercado y el talento queda supeditado a una correcta solución de fórmulas tan viejas como el cine mismo. Que a Frank Oz le pasó el cuarto de hora ya se había empezado a notar en la bienintencionada pero fallida Bowfinger, se había puesto más en evidencia con el amargo cambio de registro de Cuenta Final y quedó definitivamente al descubierto en Las mujeres perfectas, película adaptada de un texto de Ira Levin.
Esta comedia de ciencia ficción (originalmente orientada según Levin hacia el suspenso y el terror), retrata la llegada de una pareja inocente a una comunidad sectaria que convierte a las mujeres en robots programados para el sometimiento masculino. Algo pasa en el pueblo de Stepford con las mujeres y su aparente perfección (gustan de acompañar y servir a sus maridos, de ejecutar los quehaceres domésticos empilchadas de rosa y con una sonrisa de oreja a oreja, y hasta disfrutan del sexo a los gritos con esos viejos pelados con quienes el matrimonio ya es historia antigua) pero nadie lo sabe, al menos nadie de afuera. Poco a poco, para que la trama avance, comenzarán las sospechas de la protagonista (encarnada por Nicole Kidman), una mujer mentalmente inestable tras un colapso nervioso que le significó el retiro de la ciudad y la mudanza a Stepford, pero para variar nadie va a creerle. En especial su esposo (Mathew Broderick), a quien los hombres del pueblo pasarán a seducir con la idea de “domesticar” a su “bruja”. Pero la pobre de Kidman no estará sola en su lucha; a la resistencia de la desprotegida heroína se sumarán una escritora feminista, liberal y extremadamente combativa (Bette Midler) y un gay de frente en alto, ambos blancos potenciales del programa de robotización.
La idea no era mala y el reparto ciertamente tampoco (incluye también a Christopher Walken y a Glenn Close como el matrimonio fundador y administrador de Stepford). Pero a pesar de todo el cachet y del mismo Frank Oz a la cabeza Las mujeres perfectas falla a lo grande. Entre otras cosas, lo hace en la recurrencia a chistes demasiado viejos, muy pocos de ellos efectivos, en gags físicos en donde los porrazos se multiplican sin sofisticación y en una puesta en escena descuidada e incongruente (las mujeres supuestamente tienen un mecanismo cibernético interno que las convierte, entre otras cosas, en cajeros automáticos que escupen dólares por la boca, pero de golpe pueden volverse humanas con un reseteo de la computadora central…). Las mujeres perfectas también hace ruido en las actuaciones desmedidas sin registro concreto, en los criterios confusos de un guión que se extravía en la mítica guerra de los sexos, y en última instancia, pero no menos importante, se desluce por una dirección perezosa casi concretada en piloto automático.
Y pensar que el protagónico casi se lo gana John Cusack y su hermana Joan casi se queda con el personaje de Midler. Una emergencia familiar alejó a los hermanos Cusack del peor fallido del año. Hubiese sido bueno que a Frank Oz también se le enfermara alguien que le impidiera cobrar el cheque de la Paramount Pictures por sus servicios. Al menos así se le hubiera evitado una mancha negra a otro gran talento.
Título: Las mujeres perfectas.
Título Original: The Stepford Wives.
Dirección: Frank Oz.
Intérpretes: Nicole Kidman, Bette Midler, Matthew Broderick, Christopher Walken, Faith Hill, Glenn Close, Roger Bart, Jon Lovitz y Kadee Strickland.
Género: Basado en novela, Comedia, Terror, Ciencia-ficción.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 93 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: UIP.
Fecha de Estreno: 05/08/2004.
Puntaje: 4 (cuatro)