Por Pablo E. Arahuete
Buena vida delivery, ópera prima de Leonardo Di Cesare, ganador del Concurso de guiones del INCAA en el 2001, fue premiada con el Astor de oro y el de plata en el último Festival de cine de Mar del Plata.
Esta carta de presentación no le queda grande por sus valores cinematográficos como la puesta en escena y una impecable dirección, y por sus valores extra-cinematográficos al retratar con hondo realismo las consecuencias de la crisis económico-social de los últimos años a partir de un guión inteligente, equilibrado entre el drama y el humor negro, que busca la sutileza y la mesura en el discurso al permitir el desarrollo de los personajes. Crisis que por otra parte no le fue ajena a su realizador y equipo en consonancia con la debacle económica del 2001. Afortunadamente financiado por Holanda y Francia pudo terminarse recién en enero de este año. Si bien es cierto que la mayoría de los proyectos de cine argentino afrontan los mismos inconvenientes, en este caso se produjo una suerte de simbiosis entre realidad y ficción al punto de verse reflejado en el film.
Con un estilo casi documental, bastan pocos minutos para que el espectador reconozca la realidad cotidiana y próxima. Hernán (Nacho Toseli) se quedó solo en la casa familiar luego de que emigraran a España como consecuencia de la crisis. Su trabajo de repartidor en Good life delivery apenas le alcanza para mantenerse y si el negocio no se reactiva tal vez lo pierda. No tiene otra rutina que la de salir por las mañanas con su ciclomotor al trabajo, recorrer el mismo camino, observar el mismo paisaje urbano de la provincia de Buenos Aires. Del otro lado de la General Paz, donde el aire se filtra con el humo, las fábricas reflejan la ausencia y los rostros descargan su impotencia, Hernán se cruza con Pato (Moro Anghilleri), una empleada de una estación de servicio, y se siente atraído por ella.
Al enterarse de que Pato está buscando un lugar para alquilar, le ofrece un cuarto a fin de repartir los gastos hogareños. Su actitud solícita, contenedora en ciertos momentos, modifica rápidamente la relación con su inquilina y se enamoran casi idílicamente. La armonía de la pareja se ve alterada tras la inesperada visita de la familia de Pato: sus padres y su pequeña hija, de quienes Hernán no tenía conocimiento. Venancio y Elvira, padres de Pato, prometen irse en pocos días. Sin embargo, se instalan y de a poco le
invaden la casa. Paulatinamente, Hernán va perdiendo el control de su propio hogar, Pato se desentiende del asunto y Venancio instala máquinas en el comedor para fabricar churros. Así, aquello que comenzó siendo un acto solidario se convierte en un enfrentamiento entre los usurpadores movidos por la desesperación y falta de oportunidades, y el dueño de casa que tendrá que sacarlos de allí como sea.
Es destacable el buen uso de los recursos cinematográficos no sólo desde lo técnico, sino en su función narrativa para crear una atmósfera de tensión perpetua. La puesta en escena se encarga de resaltar el encierro y la progresiva pérdida del control. Si bien no se trata de una comedia, pequeñas dosis de humor negro alcanzan para condensar el cinismo y la profundidad buscada por Di Cesare.
Dos Argentinas en un mismo territorio, dos ideologías en pugna y la realidad que descarga su furia en el micromundo de una empresa de servicios de entrega a domicilio. Máquinas destartaladas para fabricar la esperanza de un cambio, la ilusión de un trabajo estable y digno en un panorama oscuro. Un film reflexivo, con buenos trabajos actorales y una excelente dirección.
Título: Buena Vida Delivery.
Título Original: Idem.
Dirección: Leonardo Di Cesare.
Intérpretes: Ignacio Toselli, Moro Anghileri, Alicia Palmes, Oscar Nuñez, Sofía Da Silva, Ariel Staltari, Pablo Ribba, Marcelo Nacci, Gabriel Goity, Corina Romero y Ricardo Niz.
Género: Drama, Comedia.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 93 minutos.
Origen: Argentina/ Francia/ Países Bajos.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 12/08/2004.
Puntaje: 8 (ocho)
