Por Sergio Dobosz
El tema de la clonación humana no es novedad en el cine; la poderosa Los Niños del Brasil (1978), de Franklin J. Schaffner, nos presentaba al actor Gregory Peck personificando al infame Dr. Mengele, cuyo propósito era poblar el mundo de clones de su admirado Adolf Hitler; la espléndida Gattaca: experimento genético (1997) mostraba un futuro en donde los niños se podían seleccionar a “medida”; en el otro extremo Replicant (2001), con Jean-Claude Van Damme, se mostraba ante la ardua tarea de molerse a palos consigo mismo. En esta oportunidad, el director inglés Nick Hamm, responsable de The Hole – En lo profundo (lejana a la perfección, pero un thriller eficiente) nos presenta El Enviado (2004) -uno de los mayores bodrios estrenados del año- bajo un esquema de terror que mezcla los diferentes elementos de películas sobre posesiones demoníacas y científicos paranoicos, para así crear un producto híbrido y por demás desconcertante.
Paul y Jessie Duncan (Greg Kinnear y Rebecca Romijn-Stamos) han perdido a su hijo de ocho años Adam (Cameron Bright) en un accidente fatal. Durante su entierro, el Dr. Richard Wells (Robert De Niro) aparece con la increíble oferta de clonar al niño. La afligida pareja, sumergida en profundo dolor, acepta la proposición de Wells firmando una pacto fáustico; instalados en su nuevo hogar en el pueblo de Riverton, cercano a la Clínica de Fertilidad Godsend (título original de la película) de Wells, proceden al proceso de clonación implantando las células madre que llevan el ADN de Adam en el útero de Jessie. La nueva vida de Adam sigue un predecible patrón hasta que llega a su octavo cumpleaños, donde virtualmente empieza a presentar síntomas perturbadores, alteraciones del sueño, extrañas visiones y un comportamiento distante con sus padres hasta lo incontrolable.
El Enviado está a medio camino entre la reflexión acerca de las nuevas investigaciones genéticas y las posibilidades que ofrece la clonación, y un filme de suspenso con dosis de terror. Por desgracia, el inexperto Mark Bomback genera un pastiche sin la adecuada hilación argumental, transformando a El Enviado en una propuesta tramposa, manipuladora y plagada de huecos argumentales; el guión zigzaguea en todo su contenido, emplea las malas artes del efectismo hasta esfumarse en un final tan soso como falso.
Pero lo que la hace más grave es precisamente su tendencia al chantaje moral con el que pretende envolver al espectador usando con llamativa simplicidad en el desarrollo del relato, las referencias modernas sobre la posibilidad de la clonación de seres humanos. Junto a la pobreza y a la falta de convicción de la trama, prevalece la posición más reaccionaria sobre el asunto: la clonación es obra de gente malvada y perversa. Más allá de sus visibles defectos, el film tampoco logra ni emocionar ni motivar. Incapaz de trascender, de dejar huella, lo peor es que provoca indiferencia a pesar de tocar un tema tan delicado y espinoso que está en el centro de las discusiones médicas y sociales actuales.
Como si esto fuera poco, Robert De Niro, quien hasta hace muy poco bien podía ostentarse como el mejor actor del mundo, no repara en aceptar estas tareas alimentarias dando vergüenza ajena; un auténtico bodrio fílmico que sólo desparrama tedio e indignación.
Título: El enviado.
Título Original: Godsend.
Dirección: Nick Hamm.
Intérpretes: Greg Kinnear, Rebecca Romijn, Robert De Niro, Cameron Bright, Elle Downs, Merwin Mondesir, Sava Drayton, Jake Simons, Edie Inksetter, Munro Chambers y Jenny Levine.
Género: Drama, Fantasía.
Clasificación: Apta mayores de 13 años, con reservas.
Duración: 102 minutos.
Origen: EE.UU./ Canadá.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de Estreno: 12/08/2004.
Puntaje: 4 (cuatro)