La política comercial de algunas productoras y estudios dedicadas a la animación, con Pixar y Dreamworks a la cabeza, no ha olvidado al espectador adulto que normalmente acompaña a los chicos a ver sus películas. Los chistes y guiños cómplices que se prodigan en esos filmes acusan recibo en la gente grande y se disfrutan. No obstante, uno no deja de sentirse el convidado de piedra a una fiesta que está destinada a otro público. Por ese motivo, un filme como Las trillizas de Belleville causa un impacto único y provoca una gozosa complicidad al apelar a la inteligencia y al sentido del absurdo con recursos francamente inauditos. El milagro es responsabilidad de un señor director llamado Sylvain Chomet quien, aliado con Evgnei Tomov -un imaginativo diseñador de arte- y con el inspirado músico Benoît Charest, construyeron la comedia negra más sensacional de los últimos tiempos (y no estoy hablando solamente del cine de animación, valga la aclaración).
Uno de los hallazgos de esta co-producción, cuyo risible costo ascendió a apenas nueve millones de dólares, es que prescinde casi por completo del diálogo para contar su historia (bastante surrealista, por otra parte). El poco texto que tienen los personajes es muy incidental por lo que ni siquiera se consideró necesario subtitularlo al castellano. Aquí todo lo que acontece es de una universalidad incontrastable. El argumento presenta a tres personajes principales: Madame Souza, su nieto Champion y el querible perro Bruno. Champion es un joven silencioso que entrena duramente para participar del Tour de France, competencia ciclística de gran importancia para los galos. Madame Souza lo ayuda y apoya como una madre. Y Bruno… bueno, Bruno está más dedicado a ladrar a los trenes que pasan frente a la ventana de su dueño que a cualquier otra cosa. Pero cuando en medio del torneo, Champion sea secuestrado por unos extraños individuos y llevado a la ciudad de Belleville (curiosamente similar a Nueva York, lo que da pie a unos cuantos dardos irónicos muy propio del estilo de los franceses) su abuela y el fiel perro le seguirán el rastro para rescatarlo. En Belleville existe una mafia que mantiene prisonero a Champion junto con otros deportistas de igual talla que él. En el interín, Madame Souza conoce a las ancianas trillizas del título quienes tuvieron su momento de fama en su juventud como cantantes de varieté. Ellas también colaborarán para que Champion sea hallado y regrese a su hogar.
Con influencias y homenajes al cine del gran Jacques Tati –un ícono cultural de Francia-, Las trillizas de Belleville es un prodigio que aúna técnica, libertad creativa y mucho talento para inventar una suerte de mundo paralelo donde todo es posible. Inclusive, la pesca compulsiva de ranas usando como herramienta una granada de mano de la Segunda Guerra Mundial. Aún con algún altibajo en el ritmo (cerca del final, el interés decae un poco), esta obra de Sylvain Chomet bordea la genialidad en unos cuantos momentos y es por lejos lo mejor que se vio en el género este año.
Título: Las trillizas de Belleville.
Título Original: Les triplettes de Belleville.
Dirección: Sylvain Chomet.
Voces: Lina Boudreault, Michèle Caucheteux, Jean-Claude Donda, Mari-Lou Gauthier, Michel Robin y Monica Viegas.
Género: Animación, Comedia, Drama.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 80 minutos.
Origen: Francia/ Bélgica/ Canadá/ Reino Unido/ Letonia/ EE.UU.
Año de realización: 2003.
Distribuidora: Quasar Films.
Fecha de Estreno: 02/09/2004.
Puntaje: 8 (ocho)