Por Omar Tubio
Siete años han pasado de Comodines, aquella primera aproximación al cine de acción en tierras porteñas que produjo el amigo Suar y que intentó –sin lograrlo- abrir el camino a un cine de género popular y auténticamente argentino. Un tiempo en el que han ocurrido demasiadas cosas, a nivel político y socio-económico, y que quizás han impedido que esta veta se desarrollara con éxito.
Un par de productoras importantes y Telefé decidieron que ya era hora de volver a intentarlo y pusieron toda la carne al asador (siguiendo criterios empresariales, nunca cinematográficos). Los dos galanes televisivos más convocantes del momento, una belleza importada –mejor brasilera- para poder venderla en el Mercosur, un elenco secundario sólido y experimentado, muchos tiros, explosiones y persecuciones, todo condimentado con algunas dosis de exposiciones corporales y ya está. Tenemos el producto… ¡perdón!…la película. ¿Y el guión? Eso es lo de menos, se tratará de unir todos los elementos antes mencionados de la forma más coherente posible y listo. Después de todo es cine para el gran público, que lo único que busca es divertirse y olvidarse un rato de sus problemas.
Así las cosas tenemos a Javier, un muchacho de constante ceño fruncido que se ve obligado a volver a Buenos Aires (desde las soleadas playas de Rio) a desentrañar un turbio negocio
en el que se ve envuelto la empresa de camiones de su padre, en el cual la droga y los narcos tienen mucho que ver. Un simpático ladronzuelo de guante blanco lo ayudará en su periplo y como no hay dos sin tres, una aparentemente inocente brasileña varada en la ciudad se les unirá agregando complicaciones y rivalidad entre los machotes.
Más de dos horas se toma el debutante director Rodriguez Peila para contarnos el cuentito, lo que resulta un tanto desproporcionado tomando en cuenta la simpleza del conflicto. Contribuyen a esto escenas innecesarias que no hacen a la historia sino a otros intereses menos “sanctos”. Conscientes del revuelo femenino que causará ver a Echarri y a Martinez con poca ropa, varios minutos de la película se van en eso y aunque las hormigas carnívoras de Borneo no causen el menor estrago (desopilante tortura digna del mejor cine bizarro!!!) parece como demasiado.
Peligrosa obsesión de todas maneras es más que Comodines en muchos sentidos. Todos los rubros técnicos están bastante cuidados y se nota un mayor esmero en detalles de la puesta en escena; las escenas de acción no están a la altura de un estándar americano pero -hay que reconocerlo- el presupuesto es otro. La dupla protagónica no desentona y tienen momentos logrados, aunque el estereotipo del recio de Echarri y del canchero de Martinez a veces canse. La presencia de Carol Castro sólo se justifica por su nacionalidad, ya que no aporta ni siquiera un rostro bello. El resto del elenco se somete a la linealidad de sus personajes y la única nota al respecto la da Victoria Onetto, con su enésima femme fatale (esta chica necesita urgente un papel de esposa frígida y engañada).
El día que se entienda que no es necesario copiar lo que no se puede hacer y crear un cine de género con identidad propia habremos dado un paso adelante. Fabian Bielinsky con Nueve reinas (2000) demostró con creces que aquí también podemos hacerlo.
Título: Peligrosa obsesión.
Título Original: Idem.
Dirección: Raúl Rodríguez Peila.
Intérpretes: Pablo Echarri, Mariano Martinez, Carol Castro, Vando Villamil, Hugo Arana, Victoria Onetto, Alejandro Awada, Enrique Liporace, Carlos Belloso, Katja Alemann.
Género: Thriller, Acción.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 126 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 16/09/2004.
Puntaje: 4 (cuatro)
