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sábado, 23 noviembre 2024
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Los Increíbles: Lo primero es la familia

Por Pablo Arahuete

Al surgir un nuevo proyecto de Pixar- Disney, hoy a la vanguardia del cine de animación digital por méritos propios, se genera una expectativa más allá de la consabida efectividad y perfección técnica en cada producción. Eso se puede verificar en el tratamiento de sus historias. Desde este ángulo, siendo permeables a los códigos propuestos, a los gestos con el “gran público” la nueva creación del estudio cruza la parodia con incorrección política y la mirada nostálgica y revisionista, en clave de aventura clásica.

La fusión alcanza para que Los increíbles entretenga y no defraude. Sin embargo, todo film pergeñado por el Estudio permite entrever otras lecturas que excedan el aspecto formal o superen -no es la intención ser peyorativo con esta premisa- el mero deslumbramiento de la cáscara sin indagar dónde está el carozo y, sobre todo, cuál fruto lo reviste.

Por fortuna y al margen de especulaciones caprichosas que ignoren las claves de este tipo de productos, el film deja un terreno fértil para sembrar interrogantes incómodos. Dependerá del tiempo confirmarlos o refutarlos sin obviar el reposicionamiento de Pixar al desvincularse su socio, la Disney.

No sería recomendable tomar a Los increíbles como un film inocente dirigido a preadolescentes. Si hay algo distintivo en este sector de audiencia, ese rasgo lo constituye la búsqueda de la simbiosis con el videojuego, como así también la construcción de un mundo propio y de fantasía. En el caso de esta película ocurre lo contrario, dada la intencional semejanza con el mundo real (basta contrastarlo con el escenario subacuático de Buscando a Nemo o el inframundo de Monsters Inc.). El llamativo viraje da paso a otra lectura en sintonía con el contexto, es decir, abre un interrogante sobre el cambio de rumbo. En cierta forma, el modelo Pixar- Disney continúa pero se evidencia en parte el aggiornamiento y la peligrosa uniformización hollywoodense y, además, la inserción de la película en el nuevo marco del cine norteamericano post atentado a las Torres Gemelas. Sin dudas, la fábrica de sueños hoy atraviesa una crisis y debe reinstalar al héroe, humanizarlo.

El personal opus de Brad Bird desmonta el mecanismo al plantear un superhéroe en decadencia que debe contentarse con el lugar poco noble legado por la sociedad. En un tiempo difuso, aunque referencial a los años 50, donde Mr. Increíble vivía sus épocas de gloria -como todos los superamigos-existía un pacto con la ciudadanía: él se encargaba de arreglar el mundo. El pacto se rompe cuando nuestro héroe, por instinto, frustra el anhelo suicida de un hombre, quien lo demanda judicialmente. El juicio cobra notoriedad mediática así como un rechazo público a todos los paladines de la justicia y la posterior condena social. 15 años más tarde, panzón y depresivo, la excepcionalidad de Mr. Increíble quedó sepultada por la enfermiza rutina de un trabajo mal pago. Ahora vendedor de pólizas de seguro, el fortachón cayó en las redes de la burocracia laboral. Su esposa, otrora Elastic girl, en el presente es una madre ama de casa, preocupada por el hogar.

Conforme a su nuevo rol, prohíbe a sus hijos el uso de superpoderes con el afán de evitar el repudio de sus pares ante su anormalidad. Asediado por los problemas domésticos y laborales, el Sr I. recibe una propuesta laboral que requiere sus servicios de superhéroe, aunque deba hacerlo en la clandestinidad. Recupera su autoestima y el bienestar económico de su familia. Aquí, el enfoque crítico, casi desmitificador del comienzo, pierde peso y adopta la complacencia.

De este modo, el film retoma la aventura sin otro fin que la parodia de los arquetipos heroicos y un tributo constante al pasado. Aparece el villano de turno, Syndrome, extractado de los filmes de James Bond. Bird plasma con cierta nostalgia aquello que lo nutrió como exponente de la vieja escuela de animación y recupera la aventura, pero no se atreve a cuestionar las convenciones. No obstante,sería injusto omitir su tenue incorrección política y el riesgo a medias (esa tibieza lo limita y desconcierta teniendo en cuenta el vínculo anterior con Los Simpson). El intento deja una huella en el panorama cinematográfico de Pixar. Quizás, el cambio positivo llegue tarde -los avances del próximo film sobre el mundo de los autos asusta- y el retroceso sea mayor. Resta esperar para sacar conclusiones y ver cómo se posicionan los creadores de Toy story en el decadente y ultraconservador cine norteamericano, una industria que no puede ver más allá de la mugre de su propio ombligo.

Título: Los Increíbles.
Título Original: The Incredibles.
Dirección: Brad Bird.
Voces originales: Craig T. Nelson, Greg Kinnear, Holly Hunter, Jason Lee, Wallace Shawn, Elizabeth Peña y Samuel L. Jackson.
Género: Animación, Acción, Aventuras, Superhéroes.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 115 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 02/12/2004.

Puntaje: 7 (siete)

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