Por Pablo Arahuete
El biopic o biographical picture es un subgénero por excelencia que por lo general pulula en los telefilms y no tanto en la pantalla grande. Si hubiese que extraerle algo particular a este tipo de cine, conviene buscar en su intento por fagocitar a la figura merecedora de una vida con méritos propios, aptos para recrearse en un film. Ahora bien, supongamos que nuestro personaje ya goza de la simpatía y aceptación popular e incluso es considerado un héroe nacional en su tierra natal -sobre todo a partir de su muerte a mediados del año pasado-. Es imposible no caer en la tentación del culto, en el gesto más que en el trazo fino y en la unidimensionalidad sobre la multiplicidad de puntos de vista.
Eso es Ray, dirigida con exceso de formalidad y especulación por el siempre correcto pero impersonal Taylor Hackford (vaya como referencia Reto al destino o El abogado del diablo para notar su tibieza). Responsable del guión junto a James White, Hackford recorre gran parte de la vida del mítico Ray Charles Robinson, conocido luego por el mundo entero como Ray Charles, quien innovó desde su estilo desacartonado y desenfadado el concepto del blues, el soul y el rythm and blues.
Fiel al manual de sabios consejos para construir un biopic efectivo, el secreto reside en respetar tres facetas irremplazables: adversidad, hondo dramatismo compensado con logros personales y en grandes proporciones agitar el nervio emocional del público. Bajo esa tónica se desarrollan las dos horas y media de esta larga banda sonora, repaso pormenorizado del inicio y meteórico ascenso del bluesman ciego en la primera mitad, y con una segunda parte focalizada en su lucha contra la adicción a la heroína. A tono con el relato convencional, atravesado por raccontos y flashbacks, el film acumula situaciones al mismo ritmo que los grandes hits de todas las épocas. El avance cronológico impide cierta perspectiva en la mirada y por momentos la marcha de sucesos y compulsiva fusión de anécdotas y personajes ocasionales sobredimensiona la historia. Esa fórmula recargada roza la exageración y además se incrementa cuando entran en juego las habituales marcas del biopic enunciadas con anterioridad. Si de adversidades se trata, el pequeño Ray las tuvo todas: negro, pobre y ciego con infancia traumática tras la insólita muerte de su hermano y luego la ceguera a partir de los siete años; con el mandato materno de la autodeterminación y el valerse por sí mismo, salió al ruedo a tocar el piano en los antros del blues negro hasta consolidarse.
El contacto con el sello discográfico Atlantic sembró el camino de la discordia con sus pares, algunos recelosos por la introducción del gospel sagrado en ritmos paganos, como así también del éxito temprano. Ray dejó de imitar a sus referentes como Nat King Cole y arremetió con su estilo único, mezcla alquímica de sangre gospel con el músculo del soul, el ritmo circadiano del rythm and blues y el alma melancólica del blues. El resto del film circunda por el esquemático trasfondo del precio de la fama y la irrupción de los fantasmas del pasado, detonantes de la temprana dependencia a las drogas. Más allá de la energía aportada por la escalada musical de canciones memorables, el plato fuerte de Ray lo constituye la soberbia composición interpretativa del ascendente Jamie Foxx, premiado la semana pasada con el Globo de oro y con medio Oscar asegurado en la próxima ceremonia.
El respeto y la entrega por el personaje imprime la personalidad y la fuerza dramática, con sus matices, aquellos que Hackford no se atreve a explorar para dejar impoluta y prolija su obra. No se trata sólo de una brillante mímesis y exposición de gestos y tics, o de un simple manejo del cuerpo y la particular tonalidad de voz. Foxx no es un robot que obedezca a rajatabla los caprichos del método, sino que juega al filo de la sobreactuación con picardía e inteligencia. Valor agregado para un film convencional, deleite garantizado si se trata de fanáticos del creador de Unchain my heart o simplemente disfruten de aquellas historias de vida devenidas en epopeyas heroicas gracias a la magia del cine.
Título: Ray.
Título Original: Idem.
Dirección: Taylor Hackford.
Intérpretes: Jamie Foxx, Kerry Washington, Regina King, Clifton Powell, Harry Lennix, Terrence Howard, Larenz Tate, Richard Schiff.
Género: Biopic, Drama, Musical.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 152 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: UIP.
Fecha de Estreno: 20/01/2005.
Puntaje: 6 (seis)