Por Silvina Palmiero
–Mira la imagen como en una pantalla de cine. Ahora ves el mar: oye el sonido, fíjate en los colores. Ya estás ahí…– Palabras más, palabras menos, Mar adentro se abre con una voz femenina en off -vaga reminiscencia de Abre los ojos– y una imagen difusa que poco a poco toma la forma de unos pies jóvenes caminando a la orilla del mar. Gené, la dueña de la voz, cierra la cortina de uno de los ventanales de la habitación de Ramón y termina: –¿Estás más tranquilo ahora?– Y él, todavía fuera de cuadro, le responde juguetón algo así como: –Más o menos… ¡Si se te transparentan las piernas a través de la pollera!–
Esta primera escena de la película de Alejandro Amenábar basta para describir a su protagonista, aún sin haberle concedido un solo plano: un hombre que se comunica por la música, la voz y la mirada, un hombre condenado a viajar únicamente con su imaginación, un espectador inmóvil del teatro de la vida, un hombre amado y amable, un hombre pícaro, con un agudo sentido del humor. Una paradoja, el tal Ramón Sampedro.
Nacido en La Coruña en 1943, Ramón era un espíritu aventurero que a los veinticinco años ya había dado la vuelta al mundo por mar. A esa edad, un minuto de fatal descuido -se tiró de cabeza al mar cuando la marea había descendido- lo dejó tetrapléjico y postrado en una cama. Desde entonces y por los restantes treinta años de su vida, el hombre sólo pensó en morir. Mar Adentro se basa en la historia real de este marinero gallego que conmocionó a España con su lucha por el derecho a una muerte digna, y retrata en especial los últimos años de Ramón, durante los cuales llegó incluso a entablar una infructuosa batalla legal a fin de que la justicia española le concediera el derecho a acogerse a la eutanasia.
La película tiene una virtud fundamental: desplaza su eje del debate sobre la eutanasia -que se desprende inevitablemente de ella, pero no constituye su núcleo- y evita formular un juicio moral sobre el tema, para simplemente mostrar la realidad profundamente humana de un hombre que brega por sus derechos individuales. Hábil, sutilmente, la trama cruza la realidad de Ramón y su familia con los postulados de la Iglesia, del Estado, y con las inquietudes de la gente común. Pone en evidencia a unos y a otros pero no se erige en juez, porque todos tienen claroscuros. El propio Ramón resulta contradictorio a veces: por momentos parece caprichoso que un hombre con tanta luz, con tanta magia en la mirada, con tanto por decir, quiera morir. Pero eso es lo que quiere. Ni formular verdades universales, ni convencer a nadie sobre la bondad de su filosofía; sólo una mano amiga que lo ayude a realizar el último viaje. Y el film está construido a imagen y semejanza del protagonista: lejos de las atmósferas tensas y lúgubres de Tesis, Abre los ojos y Los otros -los anteriores trabajos del realizador-, Mar adentro es de extrema claridad, de gran sencillez y transparencia, de paciente calma, de un potente dramatismo en las relaciones humanas que resulta mejor traducido en la elocuencia de las miradas y en los silencios que en lo que está expresamente dicho.
No hay una línea de más en el guión, ni un plano ocioso, ni un solo actor del elenco que desentone. Javier Bardem -casi es redundante la mención- es a esta altura un gigante de la interpretación. Y Amenábar, el artífice de todo esto, por fin le encontró la vuelta a la muerte. Obsesionado con la parca desde sus comienzos, de tanto filmar historias sobre gente muerta que soñaba o creía estar viva, eventualmente halló qué decir y cómo decirlo de la mano de alguien que, vivo, prefería estar muerto. O simplemente emprender un viaje; el viaje soñado hacia el mar del más allá.
Título: Mar adentro.
Título Original: Idem.
Dirección: Alejandro Amenábar.
Intérpretes: Javier Bardem, Belén Rueda, Lola Dueñas, Mabel Rivera, Clara Segura, Joan Dalmau, Tamar Novas, Josep Maria Pou y Celso Bugallo.
Género: Drama, Biopic.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 126 minutos.
Origen: España/ Francia/ Italia.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Fox.
Fecha de Estreno: 03/02/2005.
Puntaje: 9 (nueve)