Por Luis Pietragala
En un pueblo a cien kilómetros de la Capital Federal, cinco chicos de trece años tienen su transición de la pubertad a la adolescencia. Los une la edad, el fútbol, la crisis de crecimiento; pero también su odio a ese pueblo y el descontento por lo que han aprendido. Así, el mismo comienzo muestra cómo los cinco amigos, sin esconderse y a la vista de todos, tiran bombas de agua y barro a un colectivo que pasa junto a la plaza principal. Y aquí surge la primera duda (o el primer ruido): ¿caracterización de conducta de los personajes, que connota una inocencia propia de la infancia, o error de concepción del relato? Como respuesta podemos afirmar que esa duda produciría que el espectador se pregunte por qué no se escondieron para hacer la “travesura”, por qué no se protegieron; o bien, que implicó que no lo hiciesen: ¿la aludida inocencia?, ¿omnipotencia?, ¿dar a entender su bronca a todos? Lo que sí está claro es, precisamente, la bronca; y allí es donde acierta la película: en irnos descubriendo y describiendo cómo ésta se pudo ir formando, sin recurrir al racconto ni a la verbalización de sus causas.
El espectador irá asistiendo al desarrollo del aprendizaje que hacen los jóvenes del doble discurso, de la conveniencia de callar todo aquello que podría traer conflictos con el otro (aunque después resulte ser peor el silencio que la sinceridad), de los sometimientos vividos como cosa natural (el caso del personaje de Guido, cuyo padre no lo hace seguir el secundario para que lo ayude con el trabajo de la verdulería, mientras él hace nada, es muy claro) y relaciones basadas en la competencia, donde lo importante es la descalificación del adversario (los momentos del fútbol). El precio que se pagará será el desarraigo. Y aquí cabe volver a preguntarse, ¿parábola, alegoría o metáfora del pueblo como la propia Argentina? Por suerte, y para bien del filme, esa lectura estaría permitida aunque liberada a la interpretación de cada espectador; no hay didactismo que señale que ése sea el camino de la interpretación; simplemente asistimos a una historia que nos es contada y sobre la que posiblemente después, una vez decantada, podamos sacar conclusiones.
Tal vez la mencionada sea una de las características de los nuevos realizadores argentinos surgidos a fines de los 90, que han transitado por escuelas de cine, donde han podido ir puliendo sus potencialidades. Si bien la película no fluye (tiene otros ruidos, además del mencionado), va teniendo en su desarrollo momentos brillantes y va generando datos que la hacen converger a un potente y sobrio final. Los chicos tienen momentos de actuación excelentes (el fútbol, ciertas discusiones), otros momentos en el que están desparejos y también otros en que están ajenos al texto; no es fácil dirigir adolescentes y buscarle la vuelta al equilibrio entre la verdad de la actuación, las técnicas de rodaje o doblaje y los imperativos de costo y tiempos. Pero ése es el riesgo que se toma al encarar cualquier película.
Seguramente este proyecto estuvo varios años dando vueltas: primero, investigarlo y escribirlo; luego, buscar los recursos de producción; finalmente, rodarlo, armarlo y que pueda exhibirse dignamente. Lautaro Murúa decía que hacer una película en nuestro país es equivalente a cargarse un elefante sobre los hombros durante cinco años y vivir y transitar con él (declarado en un reportaje televisivo hacia fines de los 80).
Lo importante es que Buenos Aires, 100 Km. pudo terminarse y estrenarse. Es un trabajo digno, con altibajos de guión e interpretación (los ruidos), pero con muchos momentos de verdad en los que no se echó mano a ciertos clisés de nuestro cine, tales como el estereotipo de los chicos (véase, por citar sólo un caso, Cinco gallinas y el cielo de Rubén Cavalotti, 1957) o “subirse al púlpito” para proclamar algún punto de vista (recuérdense los “testimoniales” de Enrique Carreras Los viciosos, Los drogadictos, Las locas, Los barrabrava y tantos otros de distintos directores).
No es poco esto de que haya nuevos aires a tan pocos kilómetros.
Título: Buenos Aires 100 km.
Título Original: Idem.
Dirección: Pablo José Meza.
Intérpretes: Ignacio Pérez Roca, Emiliano Fernández, Alan Ardel, Hernán Wainstein, Juan Pablo Bazzini, Sandra Ballesteros, Roly Serrano, Daniel Valenzuela, Atilio Pozzobon y Noemí Frenkel.
Género: Drama.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 93 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Primer Plano Film Group.
Fecha de Estreno: 24/02/2005.
Puntaje: 6 (seis)