Por Juan Blanco
Es ciertamente razonable el desconcierto que causa The Company como parte de la filmografía del octogenario realizador Robert Altman. No parece una de sus películas; es evidente que no intenta ser una más de las suyas, y por lo tanto no lo es. El dilema derivado de esta afirmación es que el anómalo resultado de su último trabajo podría dar la impresión de auto-atentado contra su ya establecido criterio cinematográfico, contra sus códigos y estilo; al menos ese pareciera ser el consenso general sobre el asunto. Pero lo que hasta el momento nadie se atrevió a considerar es que quizás era su intención alejarse de sus propios cánones. The Company se parece demasiado poco a su cine ácido y provocativo como para ser el posible resultado de un accidente fortuito; de hecho, no lo es. Ahora, si este pseudo-documental sobre el mundo de la danza deja ver poco del Altman acostumbrado y eso de alguna manera hiere a los seguidores de las fórmulas altmanianas, es otra historia distinta. The Company no es un Altman puro, es cierto, pero no es una mala propuesta ni mucho menos una mala película.
Se trata, como se comentó antes, de un acercamiento casi documental al mundo de la danza moderna; un tema que ignoramos si RA conocía lo suficiente como para encarar semejante proyecto, pero es para eso que se procuró tan bien acompañado de Neve Campbell, la heroína de la trilogía Scream, para concretarlo. En realidad The Company es un proyecto de Campbell, siempre lo fue. La chica, que además es una bailarina profesional, ideó la historia, la protagonizó, la produjo y hasta bailó en coreografías que ella misma creó. Altman, por así decirlo, la acompañó en el ruedo narrando sus crónicas –se supone- autobiográficas con dos herramientas esenciales para darles vuelo: conocimiento sobre arte y un inmenso gusto por el baile.
En efecto, The Company tiene una minúscula historia que le sirve de guía a la cámara y permite al espectador identificar un punto de vista con el cual relacionarse y acceder tras bastidores como si fuera un bailarín más. Esta pequeña ficción es la de una chica (Campbell) haciéndose lugar en el ambiente, procurando permanecer en él a toda costa y crecer cada vez más como profesional. Una joven común que trabaja de mesera para poder costear sus estudios, que baila hasta en sus sueños y que se enamora como cualquier otra chica de su edad. Y entre sus andares, el público tendrá la posibilidad de conocer y contemplar cómo funciona un mundo plagado de tanta belleza plástica como burocracia empresarial (punto donde se destaca y a lo grande Malcom McDowell como el elegantemente tirano director de la compañía de ballet del título).
A nivel dramático no hay mucho más, pero el cálido tour por ese universo artístico que describe con tanta soltura Robert Altman tampoco lo necesitaba. Lo sorpresivo en The Company es que en esa mezcla de registros de documental-ficción, donde podría quedar la impresión de que no hay un criterio estético o narrativo, es que la película alcanza su punto más interesante y que la convierte en singular. Si se hubiera tratado de un documental a secas, no hubiera existido un sólo espectador (salvo acérrimos fanáticos del ballet, que dudo sean muchos) que sobreviviera despierto la experiencia de casi dos horas de duración. La ficción, por su parte, le evita a The Company la despersonalización a la que podría haberse condenado como un documental puro y, por el contrario, le impregna humanidad; posibilita que cualquiera se anime a acercarse a un tema probablemente desconocido, ajeno, hasta lograr interesarse. No obstante, la seriedad del enfoque pseudo-documental le confiere a la película un tono de casualidad e hiperrealismo que no podría haber alcanzado como una ficción prototípica sobre baile, donde hoy se pondría más que nunca en evidencia la mentira (para eso ya están Flashdance y las tantas otras historias sobre el sueño de triunfar en la danza que agotaron la fórmula). Ambos registros se retroalimentan y crean un estilo único en su ambigüedad. Altman, y nadie más, logra que la transición funcione con su sutil capacidad para narrar.
Cambiando el –a veces inútil- virtuosismo esperado de todo gran director (éste lo es) por ajustados encuadres según la precisa necesidad de cada número musical o de la intimidad de los personajes, Altman consigue prorratear tanta belleza como conocimiento sobre un espacio de arte oculto. The Company es sin duda uno de los proyectos más raros vistos en mucho tiempo y lo suficientemente renovador como para merecer una oportunidad.
Título: The Company.
Título Original: Idem.
Dirección: Robert Altman.
Intérpretes: Neve Campbell, James Franco, Malcolm McDowell, Barbara Robertson, William Dick, Susie Cusack, Marilyn Dodds Frank y John Lordan.
Género: Drama, Música, Romance.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 112 minutos.
Origen: EE.UU./ Alemania/ Reino Unido
Año de realización: 2003.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 10/03/2005.
Puntaje: 8 (ocho)