Por Omar Tubio
Paul Weitz, el otrora director de la comedia de adolescentes por excelencia American Pie, retoma la senda trazada por su último film estrenado, Un gran chico (una de las mejores comedias de Hugh Grant), al retratar la singular relación que se establece entre dos seres -en principio- de vidas opuestas. A Weitz le interesa el contrapunto que se produce al cruzar dos personajes que están atravesando por diferentes coyunturas en sus vidas, tanto en lo social como en lo afectivo, y que por alguna razón determinada terminan por conectar entre sí.
Claro que aquí los protagonistas y sus características son otras. Reemplazando al niño conflictuado, solitario y carente de afecto paternal de aquella película, tenemos a Carter Duryea (Topher Grace), un brillante y joven ejecutivo al que la fortuna le sonríe en su profesión pero que acarrea serias dificultades en el plano personal. Por el otro lado y en lugar del carismático solterón y férreo defensor de las libertades individuales que componía Hugh Grant, nos encontramos con Dan Foreman (Dennis Quaid), un cabeza de familia ejemplar, con años de experiencia en su ámbito laboral y que espera que algún día se le reconozcan sus laureles.
La vida de estos dos seres se entrecruzarán cuando la poderosa empresa para la que trabaja Carter adquiera la administración de la revista deportiva para la cual se desempeña
Dan, y éste pase a ser su subordinado. De esta manera los laureles nunca llegarán para Dan y a cambio deberá adaptarse a un jefe sin experiencia en el rubro y casi de la misma edad que su propia hija.
Carter acaba de ser abandonado por su esposa y está más solo y deprimido que Adán en el día de la madre y pone todo su empeño en superar la prueba y la responsabilidad a la que se le ha sometido, por lo cual “adopta” a Dan como su mano derecha. Esto en principio no será nada gracioso para el hombre y mucho menos cuando el joven comience a cortejar a su hija a sus espaldas. Todo está servido para que las situaciones graciosas y los inevitables enredos se sucedan sin cesar.
Lejos de ser una comedia liviana y pasatista, sostenida solo por efímeros gags, Weitz construye una vez más un universo creíble y con criaturas de este mundo. Tampoco desaprovecha la oportunidad para descargar dardos acerca del cruel y competitivo mundo de las corporaciones y del -a veces- inhumano marketing que se establece entre las empresas, donde la persona es el último bastión del engranaje y de la cual se prescinde sin miramientos cuando los números no cierran.
Topher Grace es el verdadero descubrimiento de En buena compañía. Conocido en la TV yanqui gracias a That ’70s Show comienza a pisar fuerte en el cine y su carrera recién asoma. Dennis Quaid aporta su solvencia acostumbrada estableciendo una buena química con su co-estrella y Scarlett Johansson aparece por allí jerarquizando un muy buen casting.
A pesar de su cuota romántica -que la tiene- y de insertarse en el modelo de comedia hollywoodense, la película se reserva un final no tan estándar y que le agrega un plus extra. Ácida e inteligente…
Título: En buena compañía.
Título Original: In good company.
Dirección: Paul Weitz.
Intérpretes: Dennis Quaid, Scarlett Johansson, Topher Grace, Marg Helgenberger, Philip Baker Hall, Selma Blair, David Paymer, Ty Burrell, Frankie Faison, Kevin Chapman, Amy Aquino, Zena Grey, Colleen Camp, Lauren Tom y Malcolm McDowell.
Género: Comedia, Drama, Romance.
Clasificación: No disponible.
Duración: 110 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de Estreno: 27/10/2005.
Puntaje: 7 (siete)
