Es otro domingo gris en la vida de Flama y Moko. Con sólo catorce años de edad y amigos desde que tienen uso de razón, los chicos comparten la penosa transición de la niñez a la pubertad consumiendo pizza, Coca-Cola y juegos de video. El plan no es muy agitado pero por lo menos no está la madre de Flama para molestarlos en todo el día. Hasta que primero por un corte de energía y luego por la presencia de una joven vecina, que ha pedido prestado el horno para cocinar su torta de cumpleaños, y el delivery boy de la pizzería (aunque de “boy” sólo puede adjudicarse el sexo) al que se niegan a pagarle por haber llevado el pedido once segundos tarde, comienzan a aflorar los conflictos y las emociones escondidas. Nada trágico e insoluble y afortunadamente intercalado con una buena dosis de humor.
Temporada de patos es la simpática y extremadamente universal ópera prima del mexicano Fernando Eimbcke, rodada con bajísimo presupuesto en un impecable blanco y negro. Tras incursionar en la temática juvenil con el cortometraje La suerte de la fea… a la bonita no le importa (2002), Eimbcke apunta todos sus cañones a esa edad tan importante para cualquier persona en formación como lo es la adolescencia. De este modo, el guion acumula con bastante tino las inseguridades propias de esa difícil etapa como ser, por ejemplo, la identidad sexual. Hay una inocente energía homoerótica en la relación de Flama y Moko pero eso no impide la curiosidad que éste último siente por Rita, quien cuenta con un par de años más que ellos, a lo que habría que agregar la cambiante situación planteada con Ulises, el único adulto del reparto que logra comunicarse a fondo con los chicos, que empieza muy mal para ir mutando lentamente. En realidad, Ulises es tan inmaduro como un niño y eso le permite ingresar a ese mundo privado prohibido para casi todos. Poco a poco, la cámara de Eimbcke se va colando en ese microcosmos en el que las hormonas se encuentran en plena ebullición y cualquier frase extemporánea es capaz de generar un drama insólito.
El título de la película viene a colación de un cuadro donde se ve a esos plumíferos volando a climas más cálidos. La metáfora es transparente. Porque Flama y Moko están pasando sus últimos días juntos ya que los padres del primero atraviesan por el duro trance de divorciarse y en la separación cada uno tomará rumbos distintos con el consiguiente cambio de hábitat para el muchacho. Fernando Eimbcke ha conseguido darle matices dramáticos y mucha frescura narrativa a los pequeños episodios que vivencian los personajes sin caer en lugares comunes ni pecar de altisonante en su propuesta. No es poco mérito para un debutante. Claro que nada de esto sería posible sin un elenco perfecto que haya sabido captar la intención del realizador desde el vamos. En ese sentido, las actuaciones de Enrique Arreola (Ulises), Diego Cataño (Moko), Daniel Miranda (Flama) y la encantadora Danny Perea (Rita) logran la inmediata complicidad con el espectador absorto y fascinado por la sinceridad que le transmiten a sus criaturas.
Sin ser un gran filme, Temporada de patos es el adecuado cierre para un año con altibajos en términos cinematográficos (del otro estreno del jueves, Legado de violencia, es mejor olvidarse lo más pronto posible…).
Título: Temporada de patos.
Título Original: Idem.
Dirección: Fernando Eimbcke.
Intérpretes: Enrique Arreola, Diego Cataño, Daniel Miranda, Danny Perea y Carolina Politi.
Género: Comedia, Drama.
Clasificación: No disponible.
Duración: 90 minutos.
Origen: México.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de Estreno: 22/12/2005.
Puntaje: 7 (siete)