Por Pablo Arahuete
Fondo y superficie, quizás ese sea el camino más preciso para abordar el entramado mosaico que despliega Syriana, escrita y dirigida por Stephen Gaghan, quien fuera responsable del guión de Traffic (2000). Esta vez el motor del relato no son las drogas sino el petróleo con sus intereses. Sin embargo, ceñirse exclusivamente a este argumento le quitaría al film sus intenciones cinematográficas, su apuesta a un relato con distintos niveles de lectura y análisis que busca, en realidad, deconstruir los mecanismos invisibles del poder, enfocado en el rol de sus componentes principales. Y lo hace sobre la dinámica del thriller político, género que pisó fuerte en los 70’s en un momento donde la decadencia de Hollywood coincidía con la convulsión política y los estragos de la guerra fría.
Conspiraciones y corrupción en las altas esferas presentaban un escenario complejo, cuyo trasfondo político se unía al económico y nada obedecía a un solo punto de vista como el asonado caso Watergate, que encontró su mirada cinematográfica en el film Todos los hombres del presidente, por citar un ejemplo. Si bien las películas de aquellos tiempos exhibían un juego de subtramas que aportaban cierta posición política frente a los hechos, su eje narrativo se subordinaba al destino de sus protagonistas, a la reivindicación del héroe que luchaba contra el sistema por llegar a conocer la verdad o en defensa de una causa mayor que podía poner en riesgo el equilibrio de ese sistema omnipresente.
Esa estructura, en muchos casos, operaba bajo el dictado de la ley causa y efecto, evitando todo tipo de matices o contradicciones que pudiesen afectar el mensaje. Claro que, de los 70’s a nuestros días, el cine se vio superado ampliamente por la realidad y en el caso de la industria adoptó criterios unificadores y reduccionistas para explicarla, aportando falsas respuestas ante fenómenos inabordables desde la práctica de los opuestos, el alivio moral del bien y el mal y el escapismo del espectáculo. Es decir, el fondo es igual a la superficie. Para expresarlo en otros términos: lo que se ve es lo único que importa.
Pero da la sensación que de a poco esta ecuación dualista se va desgastando a partir del inesperado vuelco del 11 de septiembre, cuyas repercusiones más notorias en el terreno hollywoodense recrudecieron la tendencia simplista y elevaron el espíritu conservador en el rescate del héroe ordinario. A este modelo anacrónico se lo cuestiona cada vez más con un discurso inteligente que pretende problematizar la realidad, hundirse en sus costados menos perceptibles, sin ánimo de cerrarla ni amoldarla a ninguna estructura rígida. Syriana parte de esta premisa, teje una red de preguntas sin intentar respuestas porque la única verdad es la realidad. Gaghan asume el riesgo de no ir hacia adelante, sino que sus personajes dan un paso para retroceder dos e incluso, a veces, resultan prescindibles cuando la maquinaria del poder se activa.
Tal como se decía al inicio de esta nota, importa el fondo para conectar con la profundidad de la historia que se ubica temporalmente en la era post 11S, con el avance del terrorismo islámico en un vértice del triángulo y la incipiente fusión de dos empresas petroleras que puede traer aparejado un cambio en la relación de los países árabes con sus socios económicos y, en consecuencia, con el precio del petróleo. En el último vértice, relacionado con el terrorismo de estado, el nexo es un veterano agente de la CIA -a punto de retirarse- a quien el gobierno quita toda protección luego de que aquel cuestionara su política exterior. La historia del agente desertor, interpretado soberbiamente por George Clooney, se entrelaza con la de un asesor financiero (Matt Damon) que vende sus servicios a un árabe con ideas liberales, quien disputa con su hermano -ortodoxo- el trono vacante del padre. El otro pilar importante de la trama lo compone un abogado de Washington, quien investiga fusiones de empresas fraudulentas.
Sobre estos tres campos de acción, Gaghan abre el tablero de ajedrez y controla el movimiento de sus piezas sin quebrantar las reglas del verosímil, aunque a veces logra confundir al espectador, sobre todo al promediar el último tercio del film. Sin embargo, Syriana no se agota en estas tres líneas narrativas, sino que de cada una desprende otras de menor peso que sería farragoso enumerar aquí. Pese a su ambiciosa estructura narrativa y algunos desaciertos en subtramas con desarrollos parciales, la propuesta de Gaghan supera las expectativas y nunca decae si el espectador se adapta a los ritmos del film y no se apresura por cerrar un círculo, cuyo final es sólo otro comienzo.
Título: Syriana.
Título Original: Idem.
Dirección: Stephen Gaghan.
Intérpretes: George Clooney, Matt Damon, Jeffrey Wright, Christopher Plummer, Chris Cooper, Amanda Peet, William Hurt y Tim Blake Nelson.
Género: Basada en libro, Drama, Thriller.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 128 minutos.
Origen: EE.UU. / Emiratos Árabes Unidos.
Año de realización: 2005.
Distribuidora: Warner Bros.
Fecha de Estreno: 09/02/2006.
Puntaje: 8 (ocho)