Por Pablo Arahuete
El macartismo en blanco y negro, sin colores, maquillaje ni representaciones. Tanto se dijo sobre el macartismo desde el cine de ficción que ya parecía un capítulo cerrado, otra página de la épica norteamericana entregada en fascículos. Pero tenía que llegar el molesto y antipatriótico citizen George Clooney (co-guionista y productor) para recuperar la memoria histórica -avivar giles en el mejor sentido del término- y dejar bien claro que desde el macartismo que perseguía a quien pensaba diferente bajo el estigma del antiamericanismo a la era de Bush y su defensa a ultranza del pensamiento único, las consecuencias siguen siendo las mismas: cuestionar es subversivo.
Buenas noches, y buena suerte (nominada a 6 premios Oscar) es un film saludablemente subversivo, no sólo desde su temática, sino también en su vigor cinematográfico, honestidad y renuncia a la grandilocuencia o solemnidad. Además ratifica a George Clooney como un realizador de una lucidez y audacia a contramano de todo Hollywood. Por otra parte, guarda un respeto por el espectador poco frecuente en estos tiempos. Clooney recupera la era del macartismo desde un lugar insólito: el microclima de un canal de televisión en pleno auge de la caza de brujas y el predominio de las listas negras. Deja que operen las reglas de ese universo cerrado: la adrenalina de un programa en vivo, la tensa relación entre directivos y los auspiciantes que repercute en la continuidad de los programas y, sobre todo, en las resonancias externas. No obstante, ese microcosmos tiende a agotarse una vez mostrada su mecánica, salvo que exista un desarrollo no monolítico de sus personajes, una suerte de interrelación con su entorno, conflictivo, limitante pero determinante del accionar. La interacción y los límites se funden en la puesta en escena, donde la mayor parte del relato transcurre en el interior de los estudios de la CBS.
Concentra el ojo en el inclaudicable Ed Murrow (David Strathairn), periodista de renombre y combativo. Murrow y su equipo, encabezado por el productor (el mismo Clooney) denunciaron desde las filas de su programa periodístico Véalo ahora las atrocidades cometidas por el senador Joseph McCarthy durante su labor en el Comité de actividades antinorteamericanas. Promotor de las temidas listas negras y de una feroz persecución ideológica a todo aquel que hubiese sido señalado como simpatizante o colaborador del Partido Comunista,(incluido el propio Murrow), el macartismo encontró su máximo caudal de presas en el ámbito del cine y la televisión.
Es precisamente ese aspecto lo que resignificó la lucha de Murrow y sus colegas por defender la libertad de pensamiento y condenar el autoritarismo. Así, la elección del blanco y negro en la imagen resulta un hallazgo porque el film se impregna de la época que retrata: la infancia de la televisión, el vértigo de armar y emitir al aire un programa con informes controversiales donde había mucho para perder y apenas la conciencia limpia para ganar. La coherencia, la integridad, la ética interactúan con el miedo, la duda y la mezquindad en un ámbito donde las decisiones se toman bajo presión. Basta la expresión contenida de David Strathairn y su mirada circunspecta a cámara para comprender qué pasaba por la piel de esos hombres que jugaban todas sus fichas cuando la ruleta ya estaba comprada de antemano.
Es poco habitual ver un reparto tan ecléctico, integrado por un seleccionado de actores secundarios de lujo como Patricia Clarkson, Robert Downey Jr., Frank Langella, Jeff Daniels, entre otros. Ahora bien, más allá de la notable, precisa marcación de los actores, el hecho de enfocar la historia desde Murrow convierte al film en una biopic en el sentido genérico. Sin duda, aquí se encuentra el mayor acierto del director de Confesiones de una mente peligrosa al dejar de lado la fórmula sumaria de los films basados en la vida de alguien reconocido. Quizás, la vida privada de Murrow y su antagonista no fuesen relevantes y por ende desechables a los fines cinematográficos. De este modo, el realizador no adopta el tratamiento superficial y esquemático que suelen hundir a la trama en la dramatización ilustrada. Tampoco invierte el tiempo en la reconstrucción fiel de elementos superfluos, por el contrario explota con gran economía de recursos el uso de material de archivo elocuente para contextualizar y conocer de primera mano al senador McCarthy, sin filtros, caracterizaciones ni composiciones actorales de fondo. Todo está allí en la imagen que vale más que mil interpretaciones, en los gestos, el tono autoritario y recalcitrante de sus palabras. A aquellas palabras altisonantes se le superponen los editoriales del lacónico Murrow, tan vigentes y necesarios en los tiempos de Mr. Bush y el reinado del show periodístico de CNN.
Al promediar el desenlace de esta gran película queda flotando una frase: “Si la televisión no se utiliza para instruir, despertar conciencias dormidas, entonces no es otra cosa que un conjunto de cables y luces en una caja”. Para George Clooney esa caja oscura que dio origen al cine primitivo puede arrojar luz cuando el poder de Hollywood renueva a diario su maquinaria creadora de un mundo de sombras.
Título: Buenas noches, y buena suerte.
Título Original: Good night, and good luck.
Dirección: George Clooney.
Intérpretes: David Strathairn, George Clooney, Robert Downey Jr., Jeff Daniels, Frank Langella, Patricia Clarkson, Ray Wise y Grant Heslov.
Género: Biografía, Drama, Histórica.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 93 minutos.
Origen: EE.UU./ Francia/ Reino Unido/ Japón.
Año de realización: 2005.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 16/02/2006.
Puntaje: 9 (nueve)