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jueves, 21 noviembre 2024
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Hierro-3: El reparador

Por Pablo E. Arahuete

Kim Ki-duk es un realizador surcoreano poco conocido en nuestro país, salvo desde los Festivales de Mar del Plata y de Buenos Aires. Su único estreno comercial, Primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera, dividió las aguas en el gran público. Hubo opiniones a favor del acercamiento de la cultura oriental y las enseñanzas del budismo a partir de un film profundo y fascinante en términos visuales. Para otros, en cambio, la morosidad y el lento transcurrir de la acción lo reducía todo al aburrimiento. Por ello, toparse con un film sutil y ambiguo como Hierro-3 resulta un desafío, aunque esto signifique un esfuerzo y concentración extra por parte del espectador.

Como es costumbre en Kim Ki-duk, el relato explota los recursos cinematográficos en su máxima pureza: los planos sonoros acompañan cada imagen no como relleno, sino como elementos narrativos.

En un film donde no sobra ninguna palabra ni diálogo porque los personajes hablan cuando tienen algo para decir, la ausencia de palabras permite la contemplación del universo sonoro y sus silencios.

Así, el ojo de Kim Ki-duk deambula por los lugares con la misma libertad que sus personajes. Con esa fluidez, sin hablar pero nunca dejando de actuar, se desplaza con su moto el joven -en apariencia delivery boy- Tae-Suk, quien deja en las puertas de las casas un folleto colgado y luego vuelve a recogerlo. De este modo, verifica cuáles son las viviendas momentáneamente vacías y a fuerza de ganzúas entra. Pero el muchacho ocupa los lugares sólo un día sin robar nada. Ejecuta siempre el mismo ritual: se saca una foto, come algo, lava la ropa que usa a mano y arregla aquellas cosas que no funcionan, como por ejemplo un reloj o un revólver. De cada lugar extrae alguna enseñanza o adquiere un hábito. Quizás las fotos lo obliguen a recordar cada hogar y también le ayuden a recordarse. En una de las casas contempla la foto de una bella modelo, su cuerpo desnudo y el rostro diáfano y amargo. Se sorprende al comprobar que no está solo allí. Ella lo observa en silencio. Desconsolada y con marcas en el rostro, producto de un frecuente maltrato conyugal. Tampoco necesita hablar para transmitir su angustia, indefensa frente a un marido golpeador que sólo sabe gritarle y practicar con su palo de golf.

Sin embargo, en esa vivienda grande y fría no sólo los objetos necesitan una reparación, sino que el espíritu destrozado, preso en la impotencia, necesita liberarse. Tae-suk y su protegida huyen y siguen ocupando casas, aunque cada lugar acarrea una historia, una vida con sus cicatrices. A veces irreparables.

El aprendizaje y el fortalecimiento del espíritu eran las ideas rectoras de Primavera…, así como el castigo por el mal obrar y la recompensa por corregir ciertos errores. La liberación del alma torturada llega con el despojo absoluto y la vida se reduce a un juego de acciones que dejan una huella, una carga que debe intentar librarse.

El viaje por el que transitan las almas de Hierro-3 plantea la idea de aprendizaje y redención a partir de las contrariedades, las miserias y contradicciones humanas en un mundo cada vez más intransigente, y preso de su propio egoísmo. Caer en la obviedad de la idea de incomunicación en el mundo moderno al ser notoria la carencia de diálogos no aporta ninguna referencia porque los gritos y la violencia física reemplazan a las palabras.

Ahora bien, este film también es una historia de amor, más precisamente un triángulo amoroso de cuyos vértices se desprenden las aristas de un policial poco convencional.

Ese cruce y mezcla de elementos compone el sello indeleble de un realizador tan austero como preciso en la puesta en escena; avezado en la narración audiovisual y con un criterio artístico incuestionable. Si bien con Primavera… podía identificarse la intención explícita de acaparar la mirada occidentalizante e ingenua sobre los postulados del budismo, Hierro-3 nos conecta con la esencia de la mejor tradición del cine asiático y con su mejor representante: el inclasificable y deslumbrante Kim Ki-duk.

Hierro-3 es una feroz historia de amor donde la frase “Te amo” resulta tan contundente como la pasión incontrolable que domina a sus protagonistas; es una parábola perfecta sobre la transformación interior a partir de la voluntad.

Título: Hierro-3.
Título Original: Bin-jip.
Dirección: Kim Ki-duk.
Intérpretes: Lee Seung-yeon, Hee Jae, Kwon Hyuk-ho, Joo Jin-mo, Choi Jeong-ho, Lee Joo-suk, Lee Mi-sook y Moon Sung-hyuk.
Género: Drama, Romance.
Clasificación: Apta mayores de 13 años con reservas.
Duración: 88 minutos.
Origen: Corea del Sur.
Año de realización: 2004.
Distribuidora: Distribution Company.
Fecha de Estreno: 16/03/2006.

Puntaje: 9 (nueve)

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