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jueves, 21 noviembre 2024
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Bajos instintos 2: Ni picahielos, ni cruce de piernas

Por Emiliano Fernández

La primera Bajos Instintos (Basic Instinct, 1992) fue una película revolucionaria para el Hollywood de principios de los 90’s. Con un éxito arrollador alrededor del mundo, le demostró a toda la industria que el sexo influenciado por la pornografía más hardcore era vendible. Desde aquella época que se viene anunciando la secuela. Fueron catorce años de negociaciones e interminables correcciones de guión hasta que Sharon Stone le dio el “sí” a un proyecto de continuación (Michael Douglas siempre dejó en claro que no le interesaba participar). Lo que hoy tenemos ante nosotros es la esperadísima secuela de aquel neo clásico norteamericano.

La historia es prácticamente la misma: la novelista Catherine Tramell (Sharon Stone) otra vez es el eje de un relato en donde la manipulación, el sexo y los asesinatos están presentes. Acusada de matar a un deportista con el cual mantenía relaciones sexuales, es sometida a pericias psicológicas a cargo del Doctor Michael Glass (el “hago lo que puedo” David Morrissey). Al igual que el detective Nick Curran (Michael Douglas) en la original, el psiquiatra va cayendo en la red de engaños de Tramell. Al mismo tiempo, el policía asignado al caso, Roy Washburn (David Thewlis), se esfuerza por encerrar a la novelista a toda costa.

Nuevamente estamos frente a un thriller psico-sexual que bucea en una trama de mentiras cruzadas y constantes vueltas de tuerca. A pesar de tener buenas intenciones, que se dejan ver en una narración relativamente prolija, las lagunas artísticas se van acumulando debido al equipo de realización elegido. El rutinario Michael Caton-Jones no es el genial Paul Verhoeven, y los guionistas Leora Barish y Henry Bean no son ni por lejos lo arriesgado que alguna vez fue Joe Eszterhas. Además de no ofrecer nada nuevo, la historia no tiene un gran desarrollo ni de los personajes ni de la intriga central.

Pero el peor enemigo de Bajos Instintos 2 es el tiempo transcurrido, esos catorce años de espera. Con un relato más conservador entre manos, si lo comparamos con la película original, Sharon Stone en sus cuarenta y tantos sigue siendo una mujer bellísima pero con poco talento para la actuación. Sin embargo, cumple hasta donde puede, logrando una interpretación correcta y llevadera a partir de las frases hechas y los lugares comunes de un guin bastante mediocre. David Morrissey no actúa mucho mejor que Michael Douglas, y hasta la generalmente excelente Charlotte Rampling tampoco puede hacer mucho para salvar del tedio a su personaje secundario.

Sin siquiera acercarse al frenesí imparable de violencia y sexo de Verhoeven, Bajos Instintos 2 no es, sin embargo, el desastre total que podría haber sido, conociendo el fondo hasta el que pueden caer los productores de Hollywood con tal de tener una continuación de un film exitoso. Más una remake deficiente que una secuela interesante, la película tiene poco y nada que ofrecer que atrape al espectador: la dosis de sexo disminuyó notablemente, el suspenso está apenas logrado y la historia se vuelve muy previsible y aburrida por momentos. Ya no hay nada equiparable a la escena del interrogatorio. Hay que decirlo: ¡como se extraña el picahielos de Verhoeven!

Título: Bajos instintos 2: Adictos al riesgo.
Título Original: Basic Instinct 2: Risk Addiction.
Dirección: Michael Caton-Jones.
Intérpretes: Sharon Stone, David Morrissey, Charlotte Rampling, David Thewlis, Hugh Dancy, Anne Caillon, Iain Robertson, Indira Varma, Stan Collymore, Flora Montgomery, Mark Sangster, Neil Maskell y Heathcote Williams.
Género: Secuela, Thriller.
Clasificación: Apta mayores de 16 años.
Duración: 114 minutos.
Origen: EE.UU./ Reino Unido/ Alemania/ España.
Año de realización: 2006.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 30/03/2006.

Puntaje: 4 (cuatro)

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