Por Pablo E. Arahuete
El plan perfecto no defraudará a quienes busquen un film de robo bien resuelto y tampoco a aquellos que se preguntaban si Spike Lee estaba ingresando en un camino sin retorno.
Hace años que Spike Lee asume riesgos creativos a la hora de plantear una película con la consiguiente marca registrada de su cine. Desde sus obras más extremas como Haz lo correcto hasta sus últimas propuestas -desestimadas por crítica y público- tales como Ella me odia, resultaría necio omitir su preocupación por no traicionarse y ser consecuente con su ideología.
Claro está que para Hollywood y los defensores del cine industrial la coherencia es un valor que no se traduce en entradas vendidas. Cabe preguntarse entonces qué tenía que hacer un tipo como Spike Lee en El plan perfecto, film de atraco ultrasofisticado que cumple a rajatabla con todos los preceptos del género pero que a través de la ironía y la complicidad de su realizador se encarga de contentar a quienes esperaban algún guiño del director y causarle molestias a sus consuetudinarios detractores. En este caso específico, que no deja nunca de ser un film por encargo, el desafío consistía en lograr cierto equilibrio entre lo que se quiere contar y el cómo se lo cuenta, es decir, entre el argumento y la trama. De este modo, Spike Lee saca a relucir su oficio de buen narrador al intercalar dos tiempos narrativos: el de la reconstrucción del robo mediante la sumatoria de interrogados y el de las instancias del robo propiamente dicho.
Sin alterar esta dinámica, el guión introduce una serie de personajes y subtramas donde el director aprovecha las pausas y los tiempos muertos para dejar impreso su sello de sano inconformismo, abarcando con sutil ironía sus tópicos tradicionales: el racismo, la crítica al sistema con su autoeficiencia desde una fuerza policial inoperante y su blanco predilecto, la raza blanca inescrupulosa enquistada en el poder político y en el económico. Si existe un lugar sin banderas ni fronteras donde pueden convivir negros, latinos, judíos y árabes, ese lugar es sin dudas un Banco. Y si encima tal Banco se ubica en el corazón de Nueva York aún mucho mejor.
Disfrazados de pintores y en plena actividad bancaria, el grupo de asaltantes liderados por Clive Owen toman el lugar sin complicaciones. Dada la cantidad de rehenes, la situación requiere la presencia de las fuerzas de seguridad al mando del detective Frazier (Denzel Washington), quien intenta tomar el control, aunque su oponente maneja los tiempos y juega con su desesperación. En ese doble juego de gato y ratón, el relato gana ritmo y tensión y adopta un cambio de rumbo al aparecer un tercero en discordia: el misterioso dueño del Banco, interpretado por Cristopher Plummer. Spike Lee nunca descuida la historia y paulatinamente se va adueñando de este film sin reservarse nada hasta el final, inserta dosis de humor cuando el convencionalismo pide a gritos acción y hasta se anima a desacralizar las pautas de un género intocable como el policial.
El plan perfecto no defraudará a quienes busquen un film de robo bien resuelto y tampoco a aquellos que se preguntaban si Spike Lee estaba ingresando en un camino sin retorno.
Título: El plan perfecto
Titulo Original: Inside man
Director: Spike Lee
Género: Thriller, Acción, Suspenso
Intérpretes: Denzel Washington, Clive Owen, Jodie Foster, Willem Dafoe, Cristopher Plummer y Chiwetel Ejiofor
Duración: 129 minutos
Origen: Estados Unidos
Año Realización: 2006
Fecha Estreno: 06/04/2006
Puntaje 8 (ocho)