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jueves, 21 noviembre 2024
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Viviendo con mi ex: Vince, el consolador

Tras su traumática separación de Brad Pitt la blonda Jennifer Aniston no sólo debe haber gastado unos dólares en el psicólogo (siendo Angelina Jolie la tercera en discordia no creo que se haya animado a deslizar una frase clásica como “¿qué tiene ella que no tenga yo?”) sino que fue más lejos al llevar la terapia personal al set de filmación de Viviendo con mi ex, un proyecto del también protagonista Vince Vaughn quien oficia como productor y autor de la historia en colaboración con los guionistas Jeremy Garelick y Jay Lavender. Dicen que durante esos meses el lungo actor de Los rompebodas le sirvió de consuelo a la devastada Jennifer por lo que habría que creerle a uno de los personajes de la película cuando afirma que “un clavo saca a otro clavo”. Un axioma popular tan desacertado que ni vale la pena discutirlo pero ayuda para que los lectores se vayan haciendo una imagen mental del grado de profundidad que logra el director Peyton Reed (Abajo el amor) con el material que le facilitaron. Y sí, esto no es Bergman. Y en cierta forma tampoco un típico producto hollywoodense. Es decir, ni chicha ni limonada.

Viviendo con mi ex narra el doloroso proceso de separación de una pareja tan moderna que ni siquiera consideró necesario pasar por el Registro Civil para construir su nidito de amor: un lindo condominio en una zona céntrica de Chicago. Lo curioso es que la etapa dulce de esa unión –tras un prólogo muy poco creíble en el que Gary y Brooke se conocen durante un partido de béisbol- sólo se ve en pantalla por medio de una secuencia de fotos caseras que acompañan a los títulos de presentación. En la primera escena importante empiezan las discusiones y casi enseguida se produce la ruptura definitiva de la relación. Por ende le cuelgan al departamento el cartelito de “se vende” para poder seguir adelante con sus vidas. Empero, hasta que no aparezca un comprador se ven compelidos a seguir viviendo bajo el mismo techo: una excusa perfecta para justificar la guerra de los sexos que se origina a partir de esa decisión. Desde luego sobrevienen las consecuencias lógicas: los amigos que eligen bandos como si se tratara de un conflicto bélico, las depresiones bien o mal disimuladas, nuevos candidatos que golpean a la puerta del amor (pavada de metáfora, che); la división territorial del condo para no compartir nada que no sea estrictamente indispensable, juergas de soltero inmaduro y toda la confrontación dialéctica habida y por haber entre dos seres que se dieron cuenta demasiado tarde que no hay ni una sola afinidad que los mantenga juntos. Todo esto por más de una hora y media no es precisamente recomendable para levantar la moral de nadie. Váyanlo sabiendo con anticipación.

Sin exponer mucha agudeza en su planteo el filme depende en demasía de los actores protagónicos que tampoco alcanzan un nivel superlativo como para disimular por mucho tiempo las fallas del guion. Entre ellas, la floja construcción de los personajes secundarios que carecen por completo de carnadura. Son las amistades o los parientes de Gary o Brooke y punto. No se pida más. Escenas familiares como la del comienzo (con una Ann-Margret arruinadísima que no vuelve a aparecer en el resto del metraje e incluso el padre de Vaughn encarnando al ídem de Brooke por mero caprichito de estrella) bordean el patetismo –no buscado me temo- y más allá de eso es una pena que se desperdicie semejante elenco por la inoperancia de los autores que parecen más interesados en escribir diálogos y situaciones con el piloto automático puesto para el lucimiento de la parejita despareja (habría que preguntarle al director de fotografía Eric Edwards cómo se las ingenió para solucionar la diferencia de estatura entre ambos: Vaughn mide 1, 96 cm y Aniston “apenas” 1, 65).

Hay quienes le encontraron a Viviendo con mi ex un dejo melancólico por su minuciosa descripción del derrumbe de un amor signado por el destino. Podría afirmarlo y aún así concluir que intrínsecamente eso no es una virtud si el contenido no promueve un efecto catártico en el público o por lo menos algún tipo de reflexión al respecto. El final, que no voy a revelar por supuesto, fue cambiado por otro muy distinto debido a los desastrosos testeos previos al estreno. Con los coletazos del affaire Aniston- Pitt como principal sustento promocional la película, fallida y todo, hizo una correcta trayectoria comercial en los Estados Unidos. Cuando los yanquis se percataron de que el drama le ganaba la pulseada por lejos a la comedia romántica dieron la voz de alerta. Agrego mi nombre a la advertencia colectiva.

Título: Viviendo con mi ex.
Título Original: The Break-Up.
Dirección: Peyton Reed.
Intérpretes: Vince Vaughn, Jennifer Aniston, Joey Lauren Adams, Cole Hauser, Jon Favreau, Jason Bateman, Judy Davis, Justin Long, Ivan Sergei, John Michael Higgins, Ann-Margret, Vernon Vaughn.
Género: Drama, Comedia, Romance.
Clasificación: Apta para mayores de 13 años.
Duración: 106 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2006.
Distribuidora: UIP.
Fecha de Estreno: 03/08/2006.

Puntaje: 5 (cinco)

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