Por Omar Tubio
El inesperado éxito de Mar abierto (Open water, 2003) gracias a una muy buena campaña en Internet que hizo que su ínfimo costo se recuperara con creces, logró generar una especie de secuela –según el aviso preliminar, también basado en una historia real- donde se mantiene la premisa principal pero con algunas variantes que supuestamente enriquecerían el conflicto.
Entonces, en lugar de una pareja demasiado compenetrada en el buceo que queda olvidada en el medio del Océano sin más elementos que sus equipos para regocijo de los tiburones de la zona, tenemos a un grupete de ex compañeros de estudios que, con motivo de festejar el cumpleaños de uno de ellos, salen de parranda en un coqueto yate rumbo a las tranquilas aguas de una playa mexicana. Cuando el calor comienza a hacer estragos uno a uno se van zambullendo en el mar en medio de juegos y escarceos amorosos. Pero una de las chicas arrastra un trauma infantil, continuamente recordado por diversos flashbacks, que la han hecho fóbica al agua, por lo cual no se saca ni un minuto el flotador de encima. El verdadero terror comienza cuando se van percatando que a nadie se le ocurrió bajar la escalerilla para volver a subir al yate, demasiado alto como para hacerlo manualmente. Entre peleas, mutuas acusaciones y muy pocas ideas para lograr ascender al barco, las horas van pasando y la desesperación va en aumento, generando actos de violencia y situaciones inesperadas que tornaran aún más difícil la empresa.
Ya se sabe, no hay nada más fácil que aprovecharse de un éxito reciente y mucho más cuando se trata de un film de baja producción, con un único escenario natural y unos pocos ignotos actores que reúnan algunas condiciones, a saber: ser jóvenes y esbeltos. Lo que sí llama la atención es la parsimonia con la que creen engañar a un público ya harto de que le tomen el pelo. Sino no se explica cómo se sostiene la trama descripta con una falta de ideas aterradora, cuando la solución al conflicto está ahí, al alcance de la mano y a la vista de cualquiera con un poco de lógica y una pizca de razón. O todos los personajes son retrógrados o es una versión camuflada de Tonto y retonto en el mar.
Debido a lo expuesto, la tensión y el suspenso que debiera generar la película se diluye ante la poca inteligencia con la que están expuestos los peligros. Tanto es así que hasta los tiburones faltaron a la cita. Carnada trucha habrán pensado…
Título: A la deriva.
Título Original: Open Water 2: Adrift.
Dirección: Hans Horn.
Intérpretes: Susan May Pratt, Richard Speight Jr., Eric Dane, Cameron Richardson, Ali Hillis y Niklaus Lange.
Género: Thriller, Drama.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 95 minutos.
Origen: Alemania/ EE.UU.
Año de realización: 2006.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de Estreno: 24/08/2006.
Puntaje: 3 (tres)