¿Hay algo más triste que carecer de buenos recuerdos, de no poder extrañar algo porque nunca lo tuviste? Es lo que le pasa a Cayetana (Candela Peña, una especie de hermana mayor de nuestra Lola Berthet), una madrileña que ejerce el oficio más antiguo del mundo pese a que su extracción social no es la que uno se imagina (y por las dudas aclaro que tampoco es una chica VIP). Caye, como le gusta que la llamen y ya estoy visualizando la sonrisa de los lectores por la ironía que plantea el nombre desde la fonética, transita por las calles de la ciudad con el desencanto y la amargura de quien nunca conoció las mieles de la vida. En su camino se cruza la morena dominicana Zulema (Micaela Nevárez, portorriqueña en la realidad) quien se encuentra en el país indocumentada a la espera de forjarse un futuro para ella y para su pequeño hijo que quedó al cuidado de la abuela. Zulema, que también se ha visto obligada a prostituirse para ganarse el pan, y Caye se convierten en amigas inseparables. Más allá de su trabajo no comparten muchas afinidades pero las dos mujeres parecen reconocerse mutuamente desde la sensibilidad. Esa misma que las colegas españolas de Caye han perdido por los años dedicados a prestar el cuerpo para las descargas ajenas o tal vez, quién sabe, porque al director Fernando León de Aranoa no le interesó darles mayor dimensión humana que la que se observa en pantalla.
Y así es como entramos en el universo de Princesas, un filme emotivo que no se abusa de la sordidez para contar su historia. Una tentación sorteada casi siempre con buen gusto por León de Aranoa que apela a los fuera de campo en muchas oportunidades para que las imágenes se terminen de formar en la cabeza de cada espectador. Claro que eso no significa que el creador de Los lunes al sol se prive de enrostrarnos algunos detalles fuertes como la escena brevemente explícita –a menos que esté fraguada, lo cual no es imposible- en la que a Caye la obligan a practicar una fellatio en el baño de damas de un restaurant. Si bien más de uno va a acusar al realizador de oportunista por eso, hay que analizar el contexto emocional de esa secuencia para advertir que en este caso el fin justifica los medios. Es un exceso controlado al milímetro por un artista que sabe muy bien lo que representa esa instancia en la vida de la protagonista. El resto lo hace una actriz descomunal como Candela Peña, dueña de una expresividad muy poco común y que transmite como pocas la angustia y los conflictos internos con una “simple” mirada.
Princesas no pretende ser la película definitiva sobre el tema que trata. Es una historia chiquita, con un guión muy previsible, pero actuada y dirigida magistralmente. León de Aranoa nos presenta a Caye y a Zule desde el corazón y su amor por los personajes se desprende nítidamente del filme, y nos contagia de melancolía. Pese a todas las adversidades de la vida cotidiana la amistad es un bien invaluable que se impone ante el dolor y ayuda a curar las heridas. Luego de tantos padecimientos a Caye le queda algo positivo: no es la felicidad, seguramente, sino la caricia de un grato recuerdo. Sonará cruel pero para ella es mucho. Ya puede darse el lujo de sentir nostalgia de algo concreto. Por primera vez y para siempre…
Título: Princesas.
Título Original: Idem.
Dirección: Fernando León de Aranoa.
Intérpretes: Candela Peña, Micaela Nevárez, Mariana Cordero, Luis Callejo, Antonio Durán, Violeta Pérez, Llum Barrera, Mónica Van Campen, Flora Álvarez, Alejandra Llorente y Javier Tolosa.
Género: Drama.
Clasificación: Apta para mayores de 18 años.
Duración: 109 minutos.
Origen: España.
Año de realización: 2005.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de Estreno: 28/09/2006.
Puntaje: 7 (siete)