Randy Dupree (Owen Wilson) ya ha superado largamente los treinta años pero sigue viviendo con la misma irresponsabilidad que en su etapa de adolescente. El tipo es un vago bohemio, simpático a más no poder y el peor huésped que cualquiera podría desear porque uno sabe cuándo llega e ignora por completo cuándo se va. Claro que si un amigo se queda sin laburo y en la calle, hay que ser muy mala entraña para negarle un rincón del hogar y un colchón donde descansar sus huesos. Luego de presenciar todas las calamidades que le pueden ocurrir a un ser humano por apiadarse de su prójimo, Tres son multitud deja bien claro que en ocasiones conviene mirar para otro lado y alejarse silbando bajito. No es lo que sucede con Carl (Matt Dillon) quien, quizás culposo porque a Dupree lo echaron de su empleo por ausentarse sin aviso para asistir al casamiento de su entrañable amigo –que por otra parte lo ha designado como padrino de boda-, al regresar de su luna de miel con su flamante esposa Molly (Kate Hudson) encuentra a su compadre viviendo en un bar que suelen frecuentar. Nobleza obliga, Carl lo invita a quedarse un par de días en el cómodo sofá de su living pese a que Molly no está muy de acuerdo. A partir de aquí, y sin exagerar, podría aplicarse la célebre frase del Coronel Kurtz: “The horror, the horror…”
La segunda película de los hermanos Anthony y Joe Russo (su ópera prima fue la fallida Bienvenidos a Collinwood realizada en el 2002) delata un material de contenido y tono por demás familiar a cualquiera que haya visto cinco comedias en su vida. Por ende olvídense de que la historia urdida por el guionista debutante Mike LeSieur sorprenda en alguna faceta. Es más que obvio cómo el humor y los gags se fueron plantando para el lucimiento del también productor (…ejem!) Owen Wilson que con un comediante eficaz a su lado (llámese Ben Stiller, Vince Vaughn o Bill Murray) y un mejor script es capaz de hacer reír a una piedra. Lamentablemente Matt Dillon no es el más indicado para secundarlo dado que este difícil género le cuesta bastante y tal es así que en su carrera apenas si tiene un par de filmes rescatables (siempre dentro de esta línea). Wilson se prodiga generosamente y hay unas cuantas escenas realmente divertidas que provocan la risa contagiosa entre la platea. El problema es que eso no alcanza para redimir a una película que se estira peligrosamente más allá de lo tolerable. Llega un momento en que las ocurrencias y los exabruptos de Dupree cansan. Para colmo, tampoco ayudan las intervenciones de Kate Hudson (muy lejos de papeles consagratorios como la Penny Lane de Casi famosos o la Andie de Cómo perder un hombre en diez días) y el plomazo de Michael Douglas (excepto por La guerra de los Roses la comedia no pareciera ser su fuerte) que hacen lo que pueden con los roles que les tocaron en suerte.
En cierta escena de Tres son multitud Dupree debe dirigirse a un grupo de chicos de primer grado para hablar del destino que cada uno se forja en el competitivo mundo contemporáneo. Cómo diablos derivó su discurso en un comentario sobre la Argentina que, según el inefable rubio narigón, es “el único país que conozco donde sus habitantes se la pasan vagueando todo el día” resulta un misterio aunque el asunto no da ni para ofenderse. Después de todo, tal vez tenga razón… por eso largo la nota y me voy a ver algo que de veras valga la pena.
Título: Tres son multitud.
Título Original: You, Me and Dupree.
Dirección: Anthony Russo, Joe Russo.
Intérpretes: Matt Dillon, Owen Wilson, Kate Hudson, Michael Douglas, Seth Rogen, Amanda Detmer, Todd Stashwick y Harry Dean Stanton.
Género: Comedia, Romance.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 110 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2006.
Distribuidora: UIP.
Fecha de Estreno: 28/09/2006.
Puntaje: 5 (cinco)