Por Pablo Arahuete
Historias de redenciones y segundas oportunidades con algo de moralina (esas que le encantan a Hollywood) definen el universo de Mi nombre es Tsotsi, del sudafricano Gavin Hood. Quizás eso explique por qué este film se alzara con el Oscar a la mejor película extranjera en el 2005. Resulta imposible -para quien la haya visto- no recordar Ciudad de Dios al tomar contacto con los primeros minutos de Tsotsi, cuya acción transcurre en los suburbios de Johannesburgo y se desplaza esporádicamente hacia la ciudad. Allí, el contraste entre la marginalidad y la vida lujosa no tarda en aparecer como parte de las reglas de la realidad: hay gente que tiene mucho y otra que no tiene nada.
Así como esa relación dialéctica entre estos mundos, ricos y pobres, no permite otra aproximación que no sea mediante el choque violento, ocurre lo mismo desde el campo de la marginalidad sin otra chance que la supervivencia a través de la violencia más salvaje. Un círculo vicioso del que no hay retorno. Por lo menos así ocurría en Ciudad de Dios pese al brillo y color de sus imágenes. En el film de Gavin Hood se parte del mismo lugar pero se llega por un camino similar a otro destino. Ese desvío, aunque surge por un hecho fortuito (que no conviene anticipar), limita las acciones de la trama y la vuelven previsible, funcional al costado emocional que no tarda en revelar su mecanismo de identificación para convertir a un personaje, censurable desde lo moral, en un ser culpógeno que busca redimirse y reparar su carencia afectiva.
Por más esfuerzo actoral de Presley Chwenegayae e intensidad de tono que acompaña las imágenes, la estructura narrativa clásica lo aplaca todo y sumerge a Tsotsi en su propia linealidad. Por cierto, linealidad que va al grano y sin vueltas, pero también sin matices en esta historia donde lo negro o lo blanco no se circunscribe sólo a una cuestión de piel, sino más bien a una mirada a veces ingenua, a veces complaciente y reduccionista.
Más allá de estas apreciaciones, el problema de Tsotsi es su falta de desarrollo dramático. La transición del protagonista (de delincuente despiadado que puede disparar a quemarropa, a un muchacho arrepentido dispuesto a dejar el pasado atrás) parece muy forzada y recorre todos los tópicos psicologistas que refuerzan el estereotipo: infancia traumática que desemboca en odio y resentimiento y deja heridas sin cicatrizar. Tsotsi aporta suficientes motivos para ganarse el aplauso de los miembros de la Academia, pero a la vez el cansancio de quienes preferimos ver un cine transparente.
Título: Mi nombre es Tsotsi.
Título Original: Tsotsi.
Dirección: Gavin Hood.
Intérpretes: Presley Chweneyagae, Terry Pheto, Kenneth Nkosi, Mothusi Magano, Zenzo Ngqobe, Rapulana Seiphemo, Nambitha Mpumlwana y Jerry Mofokeng.
Género: Crimen, Drama.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 95 minutos.
Origen: Reino Unido / Sudáfrica.
Año de realización: 2005.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de Estreno: 25/01/2007.
Puntaje: 5 (cinco)