Por Emiliano Fernández
Cansados como estábamos de las comedias simplonas y aburridas del mainstream hollywoodense, Borat (Borat: Cultural Learnings of America for Make Benefit Glorious Nation of Kazakhstan, 2006) viene a patear el tablero y se erige como una de las películas más hilarantes, inteligentes y políticamente incorrectas de lo que va de la década.
El film se centra en la figura de Borat Sagdiyev, un periodista televisivo de la “gloriosa nación” de Kazajstán (estado que formó parte de la URSS hasta 1991, actualmente en la CEI), al que la cadena televisiva para la que trabaja le encarga partir hacia Estados Unidos con el fin de cubrir la peculiar vida de ese país buscando “generar beneficios culturales” para Kazajistán, tal como explicita el título original. El personaje de Borat, que nació en el programa televisivo británico Da Ali G Show (2000), responde al talento del comediante inglés de origen judío Sacha Baron Cohen. El reportero viaja a Norteamérica acompañado de un camarógrafo, al que nunca vemos, y un productor obeso, Azamat Bagatov (el también genial Ken Davitian). A pesar de estar corto de fondos y con muchas entrevistas por hacer, Borat termina convenciendo al equipo de recorrer el país desde la costa este (Nueva York) hasta la costa oeste (Los Ángeles) para localizar y casarse con Pamela Anderson, locamente enamorado de la mujer luego de ver por TV un capitulo de Baywatch.
La película está estructurada como una ficción en la que se intercalan numerosos segmentos reales, fundamentalmente imágenes y reportajes realizados por Borat a estadounidenses engañados. De hecho, el film formalmente es un falso documental que toma todos los elementos característicos de ese género cinematográfico para ridiculizar y burlarse de determinadas reacciones, comportamientos y estereotipos de los Estados Unidos. El personaje central es un hallazgo cómico sensacional, tan subversivo y molesto como certero y burdo. Borat es racista, antisemita, misógino, homofóbico, xenófobo, grosero, malhablado, etc. Este retrato despiadado de la ignorancia, los prejuicios y la estupidez humana nos propone constantes choques culturales donde van al muere no solo los estadounidenses más fascistas y sexistas, sino también los supuestos “progresistas” de las clases altas. Congresistas, hombres de los medios de comunicación, feministas, universitarios, representantes de la infraestructura turística, expertos en protocolo y muchos más, van cayendo en la volteada de Sacha Baron Cohen y su excelente equipo de realización. Sin necesidad de ir más lejos, el mismo personaje de Borat es una caricatura terrible de los kasakos, aunque también incluye muchos componentes generales de los pueblos de Medio Oriente. Borat es un monumento dado vuelta al fundamentalismo islámico, su cruzada anti judía y el sistema feudal radical en el que está inmerso.
Resulta admirable la compacta edición del material de no ficción recolectado y su correcta inclusión dentro de la línea dramática que propone el film, el viaje en busca de la Señorita Anderson. Utilizando principalmente un tono hosco y directo, la película destruye sin piedad a las mujeres, a los musulmanes, a los yanquis, etc. Borat es de ese tipo de propuestas que alejan a un sector del público, el cual de seguro se sentirá ofendido por las situaciones extremas y el lenguaje desagradable. Sacha Baron Cohen conscientemente busca no dejar títere con cabeza desparramando todos los golpes que sean necesarios en busca de reírse de todo y de todos, en un mundo donde la corrección política más naif y ATP obnubila toda posibilidad de critica social masiva. Esta sana y bienvenida estrategia del cómico toma prestados elementos del humor absurdo y los complementa con gags escatológicos, lingüísticos, religiosos, sociales, culturales y políticos, logrando un cóctel explosivo que obliga irremediablemente a fijar posición y hace recordar por momentos el humor y los films de los Monty Python.
Esta panorámica demoledora de Asia, Medio Oriente y América del Norte no solo resalta el altísimo nivel de violencia y segregación cultural que recorre el globo en la actualidad, también pone en evidencia el costado menos agraciado de la gran potencia mundial, aquellos recovecos que las administraciones gubernamentales de Estados Unidos y el Hollywood más reaccionario prefieren no mostrar en pos de celebrar un patriotismo berreta y una cruzada en contra de enemigos foráneos designados a dedo y según la necesidad económica/ bélica del momento. Reírse a carcajadas de todos estos tipos (y de nuestros propios prejuicios) es un buen mecanismo de revancha y una posibilidad abierta hacia la toma de conciencia en relación a lo mal que estamos. Sin lugar a dudas, el film tiene dos escenas que quedarán en la historia de la comedia más hardcore: la lucha en el hotel entre Azamat y Borat, y el encuentro final con Pamela Anderson. Borat aporta toda la incorrección política que hacía falta para revitalizar la comedia y volver a confiar en las posibilidades terapéuticas de la risa, en su enorme capacidad de derribar fachadas, panfletos y mentiras.
Título: Borat: El segundo mejor reportero del glorioso país Kazajistán viaja a América.
Título Original: Borat: Cultural Learnings of America for Make Benefit Glorious Nation of Kazakhstan.
Dirección: Larry Charles.
Intérpretes: Sacha Baron Cohen, Pamela Anderson, Ken Davitian, Alan Keyes, Bob Barr, Luenell y Mitchell Falk.
Género: Comedia.
Clasificación: Apta mayores de 13 años.
Duración: 84 minutos.
Origen: EE.UU. / Reino Unido / Kazajistán.
Año de realización: 2006.
Distribuidora: Fox.
Fecha de Estreno: 08/02/2007.
Puntaje: 9 (nueve)