Por Emiliano Fernández
Existen muy pocas películas que marcan al espectador y lo obligan a tomar posición frente al hecho artístico que pasa delante de sus ojos. El laberinto del fauno (2006) es uno de esos films en los que la desbordante creatividad y lo tajante de la propuesta pueden generar un rechazo inmediato o una ovación de 20 minutos (precisamente como ocurrió durante su estreno en el Festival de Cannes, en el que compitió por la Palma de Oro). Con esta suerte de continuación conceptual de su anterior film sobre la guerra civil española, El espinazo del diablo (2001), el mexicano Guillermo del Toro nos entrega otra obra memorable, extraordinaria, plena de imaginación, rigurosidad y exuberancia.
La historia se sitúa en la España de 1945, apenas un lustro luego de la victoria franquista en la guerra civil. La pequeña Ofelia (la excelente Ivana Baquero) viaja junto a su madre embarazada, Carmen (Ariadna Gil), hacia un destacamento militar del gobierno fascista, ubicado en el interior del país. Al mando de las tropas y con la misión de aplastar los últimos baluartes de la resistencia republicana, está el salvaje Capitán Vidal (un antológico Sergi López), nada más ni nada menos que el nuevo esposo de Carmen y padre de su futuro hijo. Como la niña es fruto de una unión anterior, Vidal no solo rechaza a Ofelia sino que también denigra a Carmen. En medio de este conflicto familiar, que a su vez está cruzado por la firme intención del Capitán de exterminar hasta el último miembro de la resistencia, encontramos un submundo de ensueño al que solo tenemos acceso a través de Ofelia. Una vez en el puesto falangista, la joven entra en contacto con un ser mitológico, extravagante, entre caprino y humano, un “fauno”, el cual le comunica la posibilidad de que ella sea una princesa de un mundo perdido, casi extinto. Para confirmar ese status real, Ofelia recibe un libro mágico que la guiará a través de tres pruebas que debe superar para ser coronada y terminar de substraerse de la terrible cotidianeidad que la circunda.
El laberinto del fauno combina el más puro melodrama familiar con un realismo político a la Ken Loach y una fantasía gloriosamente infantil que recuerda a Terry Gilliam. Como una reformulación oscura y tétrica de Alicia en el país de las maravillas, pero salpicada con mucha sangre derramada por un historicismo detallista, la película es tan perturbadora y violenta como barroca e impecable. El diseño de producción, el maquillaje, los efectos especiales y la edición resultan apabullantes, inmejorables, verdaderos mojones que señalan una cúspide para el cine iberoamericano. El elenco en su conjunto es fabuloso, merece ser celebrado el trabajo de casting. Todos los actores aportan la caracterización justa y complementan de maravillas el guión magníficamente balanceado de del Toro, desde Ivana Baquero, vista hace poco en Frágiles (2005), y en Cuento de navidad (2005), perteneciente a la serie de telefilmes Películas para no dormir, hasta el genial Doug Jones, quien le pone el cuerpo tanto al fauno como a la otra criatura espeluznante de la historia, ese empalador de niños llamado “hombre pálido” (Jones ya estaba presente en el opus anterior del director, la también excelente Hellboy, del 2004).
Del Toro no puede consigo mismo y le imprime el pulso de film de terror a cada escena, haciendo que el sadismo y la crueldad se den cita a la hora de retratar a los personajes más siniestros (no es nada extraño que el peor de todos sea el fascista Capitán Vidal, un hombre común y corriente). Desde ya que El laberinto del fauno está más emparentada con El espinazo del diablo y con su opera prima Cronos (1993), que con Mimic (1997) o Blade II (2002), realizaciones interesantes pero más hollywoodenses y menos personales. De hecho, habrá que esperar hasta el 2009 para poder apreciar el que parece ser el tercer y ultimo eslabón de esta suerte de “trilogía española”, otra historia fantástica sobre la guerra civil llamada 3993. En El laberinto del fauno conviven el registro histórico (en lo que hace a la dura represión de los nacionalistas no solo contra la resistencia sino también contra los diminutos poblados que rodean al destacamento castrense) y el tono de cuento de hadas (la serie de obstáculos fantásticos que determinan el camino de Ofelia). Pero el realizador no mezcla nunca ambos mundos, dejando de lado el facilismo que implicaría el ofrecer una solución mágica para los problemas reales. El padecimiento popular de la post guerra civil no se soluciona con componentes sobrenaturales, ni estos provocan giros radicales en los acontecimientos cotidianos, aquellos que tienen al terror y al sufrir como constantes. La película parece considerar que el mundo especulativo influye en el día a día en tanto fuente principal de conformación de identidades y como consuelo idealista para el triste y desesperanzador devenir real. Aun así, se deduce que las respuestas no pasan de tentativas y la reconfiguración es continua.
Todo el relato funciona como una gran defensa de la ficción, del imaginar un estado de cosas distinto, aunque apenas constituya un escape transitorio hacia un olimpo onírico. La indefinición que propone el film deja en manos del espectador la determinación final de la relación ficción/ realidad, cuento de hadas/ historia. El laberinto del fauno desarrolla magistralmente ambos regímenes de verdad, los mantiene separados durante casi toda su extensión y solo los entrelaza en el terrible, devastador, pero también bello final.
Título: El laberinto del fauno.
Título Original: Idem.
Dirección: Guillermo del Toro.
Intérpretes: Ivana Baquero, Sergi López, Maribel Verdú, Doug Jones, Ariadna Gil, Álex Angulo, Federico Luppi, Roger Casamajor, Fernando Tielve.
Género: Drama, Fantasía.
Clasificación: Apta mayores de 16 años, con reservas.
Duración: 118 minutos.
Origen: España.
Año de realización: 2006.
Distribuidora: Warner Bros.
Fecha de Estreno: 01/03/2007.
Puntaje: 9 (nueve)