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martes, 3 diciembre 2024
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Tiempo de vivir: Contigo a la distancia

Por Pablo Arahuete

Desde la distancia, la cámara de François Ozon narra y contempla los últimos meses de la vida de Romain (sin sobreactuaciones Melvil Poupaud). Su cáncer ya se diseminó por todo su cuerpo y es inoperable e inútil la quimioterapia sugerida por el médico y que Romain no está dispuesto a soportar.

Entonces, ¿qué hacer? La respuesta: tomar distancia del trabajo, saldar cuentas con los demás y transitar el camino hacia el final de manera intensa y solo. Por lo pronto, esa es la decisión de Romain, quien sólo revela el secreto de su enfermedad a su abuela (genial, Jeanne Moreau) porque ella está más cerca de la muerte y tal vez es la única persona que lo entendió.

El reencuentro con esta abuela también implica recuperar el pasado y una infancia, en apariencia feliz. Pero aquel niño de mirada profunda y triste, que el protagonista ve reflejado en un espejo o en algún recuerdo esquivo, apenas sobrevive al paso del tiempo como una imagen, un borroneado espectro que lucha por no desaparecer igual que Romain.

Tiempo de vivir (pésima traducción del original que sería El tiempo que falta) es otro film reflexivo de Ozon sobre la muerte y la ausencia. Encuentra un antecesor inmediato en Bajo la arena, donde el director de 8 mujeres exploraba la muerte desde la negación. En aquella obra la no aceptación de la pérdida de su esposo llevaba a Charlotte Rampling a distorsionar el mundo, tan agudamente que la frontera con la realidad -para el espectador- se escurría entre la arena y el mar.

Sin embargo, en esta oportunidad el realizador francés propone al espectador un contacto directo con una verdad irrevocable. Ese peso de ser testigos de la intimidad de un joven fotógrafo de modas que sabe que le queda poco tiempo supone un riesgo y un peligroso coqueteo con el sentimentalismo.

Si hay algo que Ozon maneja con soltura y ya lo había dejado claro en Vida en pareja es la buena dosificación del ritmo y los climas, como así también la sutileza y la fuerza de las imágenes.

O acaso existe alguna manera más poética de reflejar la presencia de la muerte a través de las pequeñas expresiones de la vida: una flor, la sonrisa de un niño, un beso apasionado, un orgasmo en la quietud de la noche o un llanto luego de una partida. Una partida que es como un lazo que acerca y aleja y que François Ozon contempla sin interferir, sin manipular emocionalmente y hace de la distancia con su personaje un manifiesto estético pero sobre todo ético.

Si la contundencia visual hubiese encontrado un buen soporte en los diálogos demasiado explícitos o a veces ramplones se hubiera tratado de una obra maestra.

Título: Tiempo de vivir.
Título Original: Le temps qui reste.
Dirección: François Ozon.
Intérpretes: Melvil Poupaud, Jeanne Moreau, Valeria Bruni Tedeschi, Daniel Duval, Marie Rivière, Christian Sengewald, Louise-Anne Hippeau, Henri de Lorme.
Género: Drama.
Clasificación: Apta mayores de 16 años, con reservas.
Duración: 81 minutos.
Origen: Francia.
Año de realización: 2005.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de Estreno: 01/03/2007.

Puntaje: 8 (ocho)

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