Por Emiliano Fernández
Finalmente llega a la Argentina el ultimo film de David Mamet, Spartan (2004), directo al video y bajo el título de Búsqueda Desesperada. Este excelente thriller político es una maravilla en términos de una construcción cinematográfica orientada a mantener la tensión entre el publico. Como era esperable, el eje pasa por retratar agridulcemente el mundo que nos rodea, el cual según Mamet gira principalmente alrededor de un ventajismo constante de todos para con todos (lo que genera recurrentes vueltas de timón y giros imprevistos que desnudan el doble discurso y la hipocresía general).
Un agente del servicio de operaciones especiales estadounidense, Scott (Val Kilmer) participa, junto con miembros de la CIA, el FBI y la policía, en la búsqueda de la hija desaparecida de un importante funcionario gubernamental (nunca se afirma explícitamente, pero se deduce que es el presidente). Lo que parecía un caso sencillo relacionado con una fuga con un profesor, comienza a derivarse hacia una probable entrega a una red internacional de prostitución. Como los captores desconocen la verdadera identidad de la joven, Laura Newton (Kristen Bell), el equipo de investigación no solo debe encontrarla, también se ve obligado a mantener en secreto la pesquisa para que la noticia no llegue a los medios de comunicación, lo que pondría en peligro la vida de la chica. Pero todo este incidente no solo implica una carrera contra el reloj, también pone de manifiesto los salvajes mecanismos de posicionamiento político y la ropa sucia de los dirigentes estatales, esa misma que prefieren esconder en los lugares más recónditos.
El personaje de Val Kilmer hace recordar al protagonista de la serie televisiva 24, el enigmático y meticuloso Jack Bauer (Kiefer Sutherland). Si bien Scott es una versión más desencantada y rigurosa de los oficiales del servicio secreto, ambos comparten ese comportamiento ciclotímico, la facilidad de unir los extremos, característica aparentemente fundamental para sus profesiones. Al comienzo del film observamos el profesionalismo de Scott, manteniéndose en el lugar favorito de los militares, ese terreno del “no pensar” ni cuestionar la lógica (o la falta de ella) en las directivas de sus superiores. Pero en la mitad de la historia, cuando ya el caso parece cerrado, el agente novato Curtis (Derek Luke), el protegido de Scott, le termina convenciendo de la necesidad de “buscar la verdad” más allá de lo que ordenen los cabecillas. Allí es cuando el profesionalismo desinteresado de la primera mitad se trasmuta en una bienvenida obsesión por el rescate real de la joven, descubiertas las operaciones político/ militares para levantar una cortina de humo.
Si por un lado sorprende la muy buena labor de Val Kilmer, sobre el que pesa la historia, por el otro resulta admirable el talento de Mamet a la hora de armonizar la frialdad y crudeza del personaje con su costado más humano, el que vemos sobre todo durante la segunda mitad de la película. Si el realizador/ guionista/ dramaturgo es conocido por sus calculadas sorpresas narrativas y el duro lenguaje de sus diálogos, aquí también claramente podemos considerar su perspectiva ideológica en relación a la vida de su país, Estados Unidos. Como se puede apreciar en Casa de juegos (House of Games, 1987), Las cosas cambian (Things Change, 1988), Homicidio (Homicide, 1991), Oleanna (1994), Prisionero del peligro (The Spanish Prisoner, 1997), El honor de los Winslow (The Winslow Boy, 1999), Cuéntame tu historia (State and Main, 2000) y Un plan perfecto (Heist, 2001), hay en su obra un interés primordial por sistematizar los elementos involucrados en distintas “puestas en escena”, tanto privadas como públicas. En este camino corre paralela la denuncia de ese estado de cosas, la ficción que tantas veces pasa por realidad. La estrategia de Mamet que consiste en prometer continuamente una situación futura para luego diluirla frente a un imprevisto, no es solo un mecanismo narrativo clásico del suspenso a la Hitchcock o un simple comentario sobre lo azaroso del devenir diario. De hecho, es posible afirmar que toda su producción tiene por eje temático a la mentira, entendida en términos sociales y puesta en un contexto donde se la disecciona prolijamente con un escalpelo afilado y certero.
Otra vez se agradece la presencia de un veterano colaborador del director, William H. Macy, aportando un pequeño pero crucial papel. Mamet construyó un thriller inteligente sobre las mentiras masivas, las montadas por las administraciones gubernamentales (quizás durante el pasado se había centrado casi de forma exclusiva en falsedades y encubrimientos microscópicos). Lo que nos lleva de nuevo al tema universal del ventajismo reciproco, la incesante carrera por sentirse superior al otro. El “mirá como te cago yo primero” es un fin en si mismo que justifica la mentira a ojos del que la crea y/ o la reproduce. Ofrecer entretenimiento de altísima calidad y con el mejor pulso cinematográfico ya es más que suficiente. Pero si a esto le sumamos un puntilloso desarrollo de personajes y un discurso independiente amalgamado a un atrapante relato de corte policial, el cinéfilo se encuentra frente a un banquete exquisito, imposible de rechazar. Mamet es un verdadero artesano del arte cinematográfico, uno de los pocos directores capaces de garantizar la comunión de características tan infrecuentes en la actualidad como las anteriormente enumeradas. Spartan es uno de sus mejores trabajos y un nuevo ejemplo de su genial habilidad para poner en sincronía engaños entrecruzados, antihéroes críticos, ambiciones desmedidas y diálogos punzantes.
Título: Búsqueda desesperada.
Título original: Spartan.
Dirección: David Mamet.
Intérpretes: Val Kilmer, William H. Macy, Derek Luke, Johnny Messner, Clark Gregg, Ed O’Neill, Kristen Bell, Tia Texada y David Paymer.
Género: Thriller.
Calificación: Apta para mayores de 16 años.
Duración: 106 minutos.
Origen: EE.UU./ Alemania.
Año de realización: 2004.
Editora: Emerald Video.
Fecha de estreno: 14/03/2007.
Puntaje: 9 (nueve)
Notas relacionadas: Mentiroso de corazón – dossier de David Mamet