Por Pablo Arahuete
Respetar la lógica interna de un mundo creado en función de los hilos conductores de una historia imaginaria no es imposible. Para lograrlo, se necesita coherencia diegética (es decir, dentro de ese universo) y algo que, en términos cinematográficos, se define como verosimilitud. Lo verosímil estaría relacionado con lo creíble dentro de la lógica de una trama, es decir, algo que puede aceptarse porque se ajusta a las leyes o prerrogativas establecidas desde el guión con fines dramáticos y -en menor medida- estéticos. Así, por ejemplo, si el cowboy de Toy story hubiese hablado o gesticulado para comunicarse con su dueño, toda la ingeniería narrativa de este film se hubiese derrumbado a pedazos. Aunque no es el objetivo de esta nota elevar una proclama a favor de la verosimilitud; semejante introducción sirve de ilustración para decir que Ratatouille goza de la misma virtud que, por lo ambicioso de su relato, se convierte en defecto: coherencia interna.
A veces se cree que narrar una historia sencilla no debería generar complicaciones, siempre que existan fuertes núcleos narrativos, así como personajes bien delineados. Pero en realidad, a riesgo de caer en lo anecdótico se intenta rellenar con situaciones o personajes secundarios con el convencimiento de que mucho es mejor que poco. Este habitual descontrol desperdicia las buenas ideas al perderse la noción de aquello que se quería contar. Una rata con un olfato hiper-desarrollado que se vea atraída por los aromas de los alimentos es una interesante idea para introducir al personaje en el micro-universo de la cocina de un restaurante de París. Ahora bien, si este simpático roedor que habita -junto a los de su especie- en alcantarillas y cloacas, además sabe leer y comprende al dedillo el lenguaje humano, la premisa anterior empieza a operar bajo una arbitrariedad. Tal desacierto, por un lado despeja un camino de limitaciones, como por ejemplo que Remy (la rata) ocupe el lugar de chef a través de Linguini, el torpe joven contratado por Skinner, dueño del restaurante “Gusteau”. Linguini se comunica con la rata porque descubre que el roedor puede contestarle con gestos, y a partir de allí entabla un vínculo que desembocará en mutua complementación entre especies. Remy digita los movimientos de este falso chef con un simple tirón de pelos; lo convierte en un émulo de marioneta, que manipula ingredientes y utensilios con soltura. No obstante, este ingenioso recurso se vuelve en contra al generar tanta inversión de roles porque las peripecias que atraviesa el autómata cocinero superan los movimientos inducidos por la rata.
Así como esta licencia creativa permite avanzar en orden progresivo hacia un cúmulo de situaciones que ponen en jaque el secreto, el relato gana vértigo pero se dispersa en un conglomerado de subtramas poco sólidas. Entre ellas, la rivalidad entre Remy y su comunidad que necesita de su olfato para detectar venenos. El eterno dilema del héroe que debe optar entre el deber y el deseo, en este caso volver con los suyos o cumplir el sueño de cocinar y ser reconocido.
El otro gran tópico de esta fábula de Pixar es el cruce de mundos. Aquí, el submundo de los conductos cloacales parisienses donde los roedores se ocultan de sus depredadores humanos, y el de los alrededores de la Ciudad Luz. En ambos escenarios la calidad estética de Pixar confirma su liderazgo en el cine de animación, su deslumbrante despliegue visual en cada escena. Técnicamente, el nuevo opus de Brad Bird no tiene comparación con lo visto hasta el momento. Quizá esa perfección se asimila demasiado pronto en una trama acumulativa en detalles, pero lo cierto es que esta factoría apuesta sus fichas a la excelencia, pese a los excesos desde lo narrativo.
Más allá de los reparos del inicio, Ratatouille es un film impactante visualmente, entretenido desde el primer minuto y entrañable. Si hubo un gato Dumas que fue chef, ¿por qué no una rata?
Título: Ratatouille.
Título Original: Idem.
Dirección: Brad Bird.
Co-director: Jan Pinkava.
Voces originales: Patton Oswalt, Lou Romano, Janeane Garofalo, Peter O’Toole y Ian Holm.
Género: Animación, Aventura, Comedia.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 111 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2018.
Distribuidora: Buena Vista.
Fecha de Estreno: 05/07/2007.
Puntaje: 8 (ocho)