Por Juan Blanco
No poder pensar una película en términos cinematográficos es un auténtico despropósito. Este acercamiento incorrecto e indirecto hacia el fenómeno suele despojar a la obra en cuestión de sus valores naturales y la obliga a pertenecer a otro campo que la hace, generalmente, menos comprensible. Es, sin más ni menos, lo que vuelve a suceder con la quinta película de Harry Potter, llamada La Orden del Fénix; un proyecto que se entiende más como otro eslabón cinematográfico- literario de la innecesariamente extensa cadena forjada por J. K. Rowling que como un film de aventuras hecho y derecho.
Lo cierto es que si la saga de Potter se hubiera creado a partir de una idea puramente cinematográfica, no se hubieran hecho en total más que tres largas películas, a lo sumo cuatro. Pero ya van cinco episodios en la vida del mago adolescente (y todavía faltan dos más, de los cuales ya se conoce el libro seis y el siete está próximo a lanzarse) y a nivel anecdótico concretamente pasó muy poco, o al menos no lo suficiente. Pero como el legado cinéfilo de HP siempre se pensó como una inevitable extensión de los libros de Rowling, los filmes tendrían que ser irremediablemente siete, a pesar de que la historia del joven Harry justificara quizás la mitad de ellos. El hecho de que cada volumen cubra un año lectivo en el colegio de magia, no quiere decir que necesariamente pase algo por año interesante o digno de celebrar con una nueva novela; ni hablar de una nueva película. Y es lo que constituye el verdadero despropósito: soportar que nos cuenten una historia en el doble del tiempo necesario y experimentar el sinsabor de la adaptación literaria de manera sistemática en lugar de vivir a pleno la aventura que intenta ofrecer la saga original.
Aunque ojo, no todos los traspasos de HP del texto al cine fueron decepcionantes (el mejor es lejos El Prisionero de Azkabán, cortesía del gran Alfonso Cuarón) pero el proyecto total, aquel que se comprende sumando las películas al día (y pensando en las dos por venir), no arroja un resultado sólido ni uniforme. Al detalle de que la historia es más larga de lo debido, hay que sumarle que a los films desde el vamos les cuesta sostenerse con el mismo nivel de precisión que los libros, ya que desde lo narrativo son inadaptables, y por otro lado tampoco ayuda el cambio de director con cada nueva película. Es por esto mismo, quedando todo prácticamente reducido a la eterna filosofía capitalista que prioriza la cantidad por sobre la calidad, que el Harry Potter de pantalla ancha carece de un criterio reconocible, al menos cinematográfico, y a varios otros niveles también.
En La Orden del Fénix se avanza muy poco en la historia de Harry. Sólo cabe destacar que Lord Voldemort, su archienemigo, está cada vez más cerca y formando un ejército oscuro para dominar el mundo, y que Harry, una vez consciente de la amenaza, procederá a crearse uno propio para combatir a su Némesis. Pero el problema es que nadie cree en el regreso de “aquel que no debe ser nombrado”, lo cual le hará difícil a Potter la tarea de procurarse aliados para la contienda; en especial luego de que entre a Hogwarts una nueva maestra que, de a poco, tomará el control de la institución hasta convertir la escuela de magia en una suerte de sede de la inquisición.
El filme en sí es lo suficientemente prolijo y comprensible en el terreno cinematográfico (David Yates, su director, se muestra bastante competente), pero no así disfrutable, especialmente durante una larguísima primera mitad sin casi acción y plagada de los convencionalismos de la saga. La cosa se torna un poco más intensa cuando explota el colorido acto final: los últimos veinte minutos (esos que en el formato IMAX se podrán ver en 3-D) en los que Potter vuelve a NO hacer nada, como siempre. Hay una escena, más o menos por la mitad de la película, en que el muchacho se confiesa sobrevaluado y sobredimensionado por sus pares, diciendo que lo poco que hizo en su vida le salió de culo y que siempre lo asistieron –o salvaron- sus amigos (es graciosísimo verlo a Potter queriendo contrarrestar el arsenal de luces que le dispara Voldemort con sus inútiles Expeliarmus –para desarmar al oponente- y Espectro Patronum –para repeler al enemigo-, los dos únicos hechizos que sabe… después de cinco años de escuela). No obstante, al fin un momento de sensatez para Harry; lástima que dure menos de dos minutos y que llegue casi doce horas y/o unas cuántas miles de páginas tarde.
Claramente otro episodio de HP dedicado más a los fans de los libros que al espectador de cine que quiera mirar y disfrutar una película.
Título: Harry Potter y la Orden del Fénix.
Título Original: Harry Potter and the Order of the Phoenix.
Dirección: David Yates.
Intérpretes: Daniel Radcliffe, Emma Watson, Rupert Grint, Imelda Staunton, Gary Oldman, Michael Gambon, Matthew Lewis, Alan Rickman, Tom Felton, Ralph Fiennes, Jason Isaacs, Helena Bonham Carter y Robbie Coltrane.
Género: Aventura, Familia, Fantasía.
Clasificación: Apta para todo público, con reservas.
Duración: 138 minutos.
Origen: Reino Unido/ EE.UU.
Año de realización: 2007.
Distribuidora: Warner.
Fecha de Estreno: 12/07/2007.
Puntaje: 6 (seis)