Por Pablo Arahuete
Tras el suceso comercial del documental La marcha de los pingüinos, estas simpáticas aves despertaron el interés de muchos productores y tarde o temprano serían transformadas y reinventadas por la factoría hollywoodense. Así, se convirtieron para la animación digital en un diamante en bruto que con la sofisticada Happy Feet terminó de pulirse. Por eso, de la misma forma que ocurriera con Madagascar y Vida salvaje (ambas protagonizadas por animales), resultaba casi inevitable que Happy Feet -tras su éxito- no dejara el camino libre para otra aventura animada estelarizada por pingüinos.
En esta ocasión, se trata de amantes del surf que gozan de las olas y el clima tropical en una trama que prioriza los valores del esfuerzo, la perseverancia de los sueños y el disfrute antes que la exaltación de ganar a cualquier precio o competir de forma constante. Esas aristas atraviesan la historia de Reyes de las olas, nuevo producto de animación de la empresa Sony, cuya dirección compartida entre Ash Brannon (participó en Toy story 2) y Chris Buck (Tarzán) arrastra la calidad y prolijidad narrativa de las mejores perlitas de Pixar.
Si bien es cierto que este género de la animación digital avanza en técnica tan velozmente como se repite y agota en ideas, fórmulas y estructuras, el primer acierto de este film obedece a un intento de contar una historia con los códigos de un reality televisivo. Eso le inyecta a la trama convencional un ritmo y registro diferente, donde la cámara en mano sigue en todo momento a Cody, estrella de este programa; desde su infancia, un incondicional admirador de Gran Z, el surfista legendario que desapareció luego de un trágico accidente en un torneo. En homenaje a este surfer del pasado se va a llevar a cabo otro certamen que busca encontrarle un rival digno al egocéntrico Tanque Evans, cuya fama de tramposo no es impedimento para alzarse con el trofeo. La oportunidad de participar le llega a nuestro héroe gracias a un reclutador de talentos que desembarca en Frío de Janeiro, donde Cody vive con su madre y hermano, quienes no pueden entender la obsesión del muchacho por el surf y se burlan de su sueño al igual que su comunidad. Pero al arribar a ese mundo competitivo, vertiginoso y difícil, Cody sufrirá la presión de su oponente y el primer fracaso por una caída que lo deja herido. Sin embargo, la ayuda de una pingüina guardavidas y de un pingüino ermitaño devenido maestro, le abrirán las puertas a una nueva experiencia de vida donde aprenderá que vencer al adversario no siempre es lo más importante.
Concentrado en el relato más que en las referencias a otras películas, sin volverse didactista y con una acumulación de gags acertados, Reyes de las olas nunca pierde dinamismo ni atractivo visual. Tampoco desentona la incorporación del timing acelerado que supone movimientos bruscos en el encuadre, intrusiones y acechos a los protagonistas. Todo encuentra un buen contraste con los momentos en que el guión deja que irrumpa la belleza de las imágenes.
Es justo advertir que este film no escapa a la trillada historia que une al soñador inexperto pero perseverante con el sabio maestro que lo convertirá en discípulo, como en Cars y tantas otras, pero también debe reconocerse el riesgo de hacerlo distinto.
Título: Reyes de las olas.
Título Original: Surf’s Up.
Dirección: Ash Brannon, Chris Buck.
Voces originales: Shia LaBeouf, Jeff Bridges, Zooey Deschanel y James Woods.
Género: Animación, Comedia.
Clasificación: Apta todo público.
Duración: 85 minutos.
Origen: EE.UU./Canadá.
Año de realización: 2007.
Distribuidora: Columbia – Sony.
Fecha de Estreno: 16/08/2007.
Puntaje: 7 (siete)
El staff opinó:
–Una de las mejores comedias de animación –en 3D- de los últimos tiempos (por demás saturados en la materia). En primer lugar, manifiesta una identidad propia dentro del género destacándose con el recurso narrativo que hace al falso documental sobre un campeonato de surf presidido por pingüinos (supuestamente los “padres” de la disciplina). Segundo, es acreedora de una técnica impecable, precisa y reticente a cualquier exceso. Y tercero, tiene un sentido del humor con una inteligencia directamente proporcional a la eficacia de sus chistes. ¿Qué más quieren?… y sí, hasta tiene buena música!-. Juan Blanco (8 Puntos)