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jueves, 21 noviembre 2024
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El salto de Christian: Hacia el clásico díptico de la cinematografía local

Por Emiliano Fernández

El salto de Christian (2007) es un caso testigo en lo que hace al estado actual de gran parte del cine nacional, actualmente metamorfoseado y reconvertido hacia los patrones estéticos y estructurales de lo que cierto sector de la prensa dio en llamar “nuevo cine argentino”. En la generación de realizadores post Pizza, birra, faso (1998) predominó una profesionalidad infrecuente e interesante si se la compara con el lamentable nivel de casi toda la producción anterior (la única excepción la encontramos durante el intento de cine industrial correspondiente a los “años dorados” de los primeros gobiernos peronistas). Sin embargo, y como casi todo en nuestro país, los mínimos logros se ven opacados en forma grosera por errores, omisiones y maniqueísmos de larga data. El salto de Christian es una nueva película insignificante, financiada con dinero público, profesional desde lo formal pero muy deficitaria en cuanto a sus contenidos.

Al ver este film uno fácilmente puede imaginar el instante en el que el director y guionista Eduardo Calcagno consideraba las distintas opciones para el núcleo argumental. A Lucia se le seca el potus… “no, muy abstracto”. A Lucia se le muere su mono titi… “no, muy comprometido”. A Lucia se le muere la madre superiora del convento donde fue criada desde pequeña, por lo que emprende un viaje de descubrimiento personal en pos de su identidad… “ahí está, es ideal”. Como si fuera poco, esta propuesta anodina y decadente está condimentada con paisajes costeros, una historia de amor elemental, padres que aparecen como por arte de magia y un ritmo narrativo equivalente a un somnífero; todo sostenido con actores que apenas pueden gesticular o decir convincentemente sus diálogos pedestres (desde los hermanos Gastón y Nicolás Pauls hasta Mirta Busnelli y Patricio Contreras). La actriz que interpreta a Lucia, Moro Anghileri, aporta algo de sinceridad y consigue evitar lo que prometía ser un desastre estrepitoso.

Está claro que en el INCAA sobreviven las viejas costumbres de dar créditos a allegados y conocidos de la cúpula de turno, burocratizar el proceso para terceros y no priorizar proyectos de calidad destinados a un público masivo. Pero en los últimos lustros se incorporaron nuevas falencias dentro de las cuales la más terrible sigue siendo la seudo eficiencia de los caminos legales y administrativos, por los que deben atravesar las futuras películas. Todo este sistema elitista y discriminador deja de lado a gran parte de la producción nacional que no cumple con los desconcertantes requisitos del Instituto, condenando al ostracismo o al under a toda voz opositora alejada del histórico díptico compuesto por los bodrios comerciales insufribles y los melodramas arty costumbristas/existenciales, portadores de un patetismo inclasificable. Por supuesto que dentro de esta ultima línea se encuentra El salto de Christian y su responsable Calcagno, otro argentino anacrónico más que retrasa un puñado de décadas al creerse un clon de Bergman, Bresson y Buñuel. Es decir, al cine local no sólo le cuesta redondear un buen producto de género, tampoco puede completar una obra realmente profunda y compleja que obvie todas esas metáforas pueriles y resoluciones infantiles con las que todavía nos siguen torturando.

Desde hace ya una década, los estándares técnicos y de infraestructura mejoraron a nivel general, no por los subsidios del INCAA, sino por la aparición de las nuevas tecnologías, la miniaturización de las cámaras y el avance de la digitalización. Estas mayores posibilidades desde lo formal apenas se vieron acompañadas por una tibia ampliación o renovación desde los contenidos (los primeros exponentes del “nuevo cine argentino” tomaron prestados los tópicos clásicos del neorrealismo italiano, pero esto nunca pasó de una simple revisión nostálgica adaptada a un entorno de crisis de representación política y social). Mientras que el INCAA sigue apoyando proyectos intrascendentes o muy pobres desde lo artístico, aún subsisten limitaciones en el planteo creativo e intelectual de los films que también nos hablan de la formación de los realizadores cinematográficos nacionales (sobreabundancia y deficiencias pedagógicas mediante, salvo honrosas excepciones…). El reduccionismo en los contenidos por lo menos no eclipsa, en términos históricos, la única conquista valiosa que dieron los ’90: un leve quiebre temático que desde hace tiempo se desvanece para pasarle nuevamente la posta al díptico de siempre.

Título: El salto de Christian.
Título Original: Idem.
Dirección: Eduardo Calcagno.
Intérpretes: Moro Anghileri, Nicolás Pauls, Mirta Busnelli, Gastón Pauls, Silvina Bosco, Ana Pauls, Amelita Baltar, Alicia Zanca, Pascual Condito, Patricio Contreras, Alberto Borelli, Nicolás Condito, Axel Pauls, Franco Calcagno y Javier Van De Couter. Género: Drama. Clasificación: Apta para mayores de 13 años. Duración: 93 minutos. Origen: Argentina. Año de realización: 2007. Distribuidora: Primer Plano. Fecha de estreno: 30/08/2007.

Puntaje: 3 (tres)

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