“El viejo truco del tercero en discordia”, diría el incomparable Maxwell Smart con esa seriedad que sólo él podía sostener (para las gansadas que enunciaba, claro). De eso se trata Licencia para casarse: una feliz parejita de novios quiere contraer nupcias, él pretende hacerlo en el Caribe pero ella en la iglesia de su barrio y oficiada por el mismo reverendo que la bautizó. Ben (John Krasinski) descubre muy pronto que el religioso es un reverendo… hijo de p***. Tal como Ben Stiller (¡epa!, ¿puede ser casualidad que nuestro héroe también se llame así… y que su señora esposa –Christine Taylor- sea parte del elenco?) en La familia de mi novia, el muchacho debe pasar por las mil y unas para aprobar con su adorada Sadie (Mandy Moore, gracias a Dios no canta) un caprichoso curso pre-matrimonial durante el cual, desde luego, no puede tocarle ni un cabello a su amada. Para implementar este bizarro cursillo, el reverendo Frank (un Robin Williams insufrible y aclaro que es un actor de mi agrado) no teme poner micrófonos en el departamento de la pareja –conviven desde hace un par de años- para asegurarse de que no le hagan trampa. Dicho esto, quedan en evidencia los métodos inescrupulosos del reverendo, quien como tantos otros, prioriza los fines por sobre los medios. Lo mismo corre para la película de Ken Kwapis (El dijo, ella dijo), que afana de todos lados y apela al trazo grueso para describir personajes y situaciones demasiado conocidos.
“El viejo truco del chiste con pedos y eructos”. Las comedias yanquis de los últimos veinticinco años se han prodigado demasiado en gags basados en la escatología como recurso principal para hacer reír a un público manso y estupidizado por tanta bazofia manufacturada en serie. Licencia para casarse no busca ser la excepción y nos regala dos hermosos bebitos robots con los que Ben y Sadie deben aprender a ser padres. Supongo que se podrán imaginar las linduras que los mellizos les tienen preparados a los papás primerizos. Ahora, ¿por qué será que el diseño facial de los melli sugiere que padecen del síndrome de Down? No me atrevo a expresarlo en una oración sin que se me escape un insulto.
“El viejo truco del crítico que se ríe y luego lo niega”. Cuando era chico vi en una historieta cómo dos críticos lloraban de la risa durante una proyección para luego destrozar la película ni bien salían al hall del cine. No quiero pecar de soberbio y debo reconocer que, si bien el film de Kwapis hace agua por todos lados, me divertí mucho con algunos chistes y no por ello la película deja de ser mediocre, conservadora y políticamente correcta. Sinceramente: mala como es, Licencia para casarse puede provocar un descalabro de mandíbula cuanto menos una vez durante la hora y media que dura. Depende de cada uno si vale la pena canjear el valor de la entrada por una o dos carcajadas aisladas. Un negocio, en mi opinión, altamente riesgoso. Y eso que no pagué ni un peso…
Título: Licencia para casarse.
Título Original: License to Wed.
Dirección: Ken Kwapis.
Intérpretes: Robin Williams, Mandy Moore, John Krasinski, Christine Taylor, Eric Christian Olsen, Peter Strauss, Josh Flitter y Cynthia Ettinger.
Género: Comedia.
Clasificación: Apta para mayores de 13 años.
Duración: 91 minutos.
Origen: EE.UU./ Australia.
Año de realización: 2007.
Distribuidora: Warner Bros.
Fecha de Estreno: 06/09/2007.
Puntaje: 4 (cuatro)
El staff opinó:
–Otra comedia pacata, insulsa y apenas divertida cuando Robin Williams se pone el piloto automático y salva a su director del precipicio, porque el film se cae desde la primera mitad y sacude moralina por donde se lo mire.– Pablo E. Arahuete (4 puntos)
–Salvando las lógicas diferencias argumentales, es la misma estructura, el mismo estilo de humor y el mismo juego de roles que propusiera -y de mejor manera- La familia de mi novia: el pobre tipo que sufre una infinidad de vejámenes “pseudo-familiares” para poder formalizar con la mujer que ama; y Robin Williams acá sería el equivalente a De Niro en aquella otra, aunque no es el padre de la chica sino un sacerdote que igual oficia como un miembro -castrador- de la familia. Ya este descaro le merma unos cuántos puntos. El resto es una suma de chistes fáciles no del todo efectivos, actuaciones poco acertadas (no trabaja Ben Stiller) y lugares comunes mal visitados-. Juan Blanco (4 Puntos)