Por Pablo E. Arahuete
A partir de una anécdota propia, un pretexto, surgió la historia del segundo opus de Fito Páez. Igual a lo que puede ocurrir en la gestación de una canción, la combinación armónica de letra y música se consuma luego de pruebas, ensayos y errores. Y mucho de esto, que sea bueno o malo por lo general queda eclipsado por el resultado final, se respira, se disfruta y degusta en este cóctel donde se mezclan apuntes de comedia sofisticada, intriga hitchcockiana (que se sintetiza en el título del film), cinefilia rabiosa y experimentación de técnicas pura y desprejuiciada; todo eso en iguales proporciones a un ritmo ágil y desbordante.
¿De quién es el portaligas?, más allá de su influencia almodovariana se puede pensar desde su estructura narrativa como un long play de rock en el que la púa, en este caso la cámara fisgona y urgente, por momentos puede saltar de una pista a otra y por otros fluye sin sobresaltos en secuencias de muy buena factura; entre ellas la del parto improvisado con la imborrable huella musical de Charly García en la excelente banda sonora. Pero este long play de rock funciona como homenaje a la Rosario natal, sobre todo nocturna y caótica, a los 80 convulsionados y agitados (época del primer Almodóvar tan presente en la acción), e incluso propone un repaso por el rock nacional con Virus, Soda Stereo y Fabiana Cantilo. En esa montaña rusa despareja, ciclotímica, Páez se maneja tan cómodo que resulta muy difícil no dejarse llevar, aún en los tramos menos logrados cuando el film se cruza con el western, a los tiros en un par de escenas mal resueltas.
Por otro lado, a veces la púa recorre el mismo surco como un disco rayado y eso también se nota en la excesiva duración. Pese a estos reparos, el film del músico rosarino transmite una vitalidad poco frecuente en el cine nacional y acierta en la búsqueda constante, en ocasiones caprichosa, sin importarle el resultado final. A diferencia de Vidas privadas (2001), su ópera prima, ambiciosa, críptica, áspera y respetable por su calidad, Fito Páez abandonó la gravedad y la meticulosidad por una escalada de frescura, una fuerte apuesta a lo espontáneo, a lo despojado.
Sin dudas, el corazón del relato pivotea el mundo femenino, dejando relegado cualquier rasgo masculino a un mero papel secundario o a un nivel utilitario. Todo recae en este trío de amigas, Romi (avasallante Romina Ricci), Juli (Julieta Cardinali) y Leo (Leonora Balcarce), en un triángulo amoroso donde Juli y Leo se disputan a Gonzalo (Gonzalo Aloras, coautor de la banda sonora). En realidad, Leo en un ataque de verborragia le confiesa a Juli -que varía entre rubia tarada y “conchetita” trágica- su sospecha de engaño al encontrar por descuido el portaligas de otra mujer en la casa de su novio Gonzalo. En el interin, el músico, narigón, flaco y desgarbado -símil Páez- le ha metido los cuernos con Juli, quien tras un exceso de drogas, alcohol y pasional desmesura lo incita a sellar un pacto de amor. Leo los descubre in fraganti y está dispuesta a arrancarle los ojos. Romi debe componer las cosas, alternar con su rol de madre, esposa dominante, amante de un ratero de poca monta. Luego, en medio de un atolladero de citas cinéfilas, un pool de secundarios fugaces entre los que sobresale Darío Grandinetti, el film se vuelca hacia el policial con toques de comedia absurda de vez en cuando eficaces y se desacelera al asumir un tono más intimista. En ese terreno, el director se desenvuelve con soltura y cierra con cierto sabor a nostalgia este viaje caleidoscópico y revitalizante.
¿De quién es el portaligas? no es un film redondo, es imperfecto porque hace del desborde su esencia; porque pasa del primitivismo del Almodóvar de Pepi, Luci y Bom… al Blow up de Antonioni y a los hermanos Marx sin pedir permiso y porque sí; porque mezcla lo popular y lo singular sin especulaciones, con un sentido del humor propio y en un universo pequeño, desopilante y personal como una de esas canciones que no son geniales en su composición ni tienen una letra reveladora, pero que cuentan con un estribillo pegadizo muy difícil de olvidar.
Título: ¿De quién es el portaligas?.
Título Original: Idem.
Dirección: Fito Páez y María Cecilia López.
Intérpretes: Julieta Cardinali, Romina Ricci, Leonora Balcarce, Verónica Llinás, Duilio Marzio, Gonzalo Aloras, Darío Grandinetti, Lito Cruz, Cristina Banegas, Fabiana Cantilo, Alan Pauls, Lía Crucet, Martín Pavlovsky, Fena della Maggiora y Horacio Fontova.
Género: Comedia, Crimen.
Clasificación: Apta mayores de 13 años, con reservas.
Duración: 107 minutos.
Origen: Argentina.
Año de realización: 2007.
Distribuidora: Primer Plano.
Fecha de Estreno: 20/09/2007.
Puntaje: 7 (siete)
El staff opinó:
–Mamarracho insalvable que además de mezclar muy mal a Almodóvar y Tarantino, representa perfectamente los últimos diez años musicales de Fito: apenas una sombra triste de lo que fue en los ’80 y principios de los ’90. El viejo axioma “cinéfilo convertido en director, igual basura” vuelve a confirmarse. Por lo menos en lo que respecta al rock, hay un pasado ilustre con qué comparar; en lo cinematográfico sólo tenemos estos dos chistes patéticos…-. Emiliano Fernández (2 puntos)
–Fui uno de los pocos en rescatarle cosas interesantes a Vidas privadas, la ópera prima de Fito Páez. En su segunda incursión fílmica debo decir que alterna hallazgos de humor con pifies inexplicables -tanto en tono como en gags fallidos-, frutos del riesgo artístico y, a veces, del salto sin red. Hasta ahí el asunto más o menos zafa, pero cuando los caprichos de su director posibilitan la aparición injustificada del mismo Fito travestido o un insólito Alan Pauls devenido en cura, la paciencia se convierte en algo bastante parecido a la indignación. De todas maneras, el material es opinable y convendría que cada uno saque sus propias conclusiones…-. Diego Martínez Pisacco (5 Puntos)