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jueves, 25 abril 2024
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Halloween, el comienzo: Consolidación y desparpajo

Por Emiliano Fernández

Halloween, el comienzo es una de esas pocas sorpresas que nos ofrece el Hollywood actual. Parece que el estudio deseaba un nuevo eslabón standard dentro de la franquicia,nada menos que el número nueve. Pero todos los planes se modificaron con la inesperada aparición del chiflado Rob Zombie, quien les propuso para nuestro regocijo esta particular aproximación al mundo del eterno e infatigable Michael Myers. El barco no podría haber llegado a mejor puerto. Estamos sin lugar adudas ante la mejor reinterpretación del clásico de 1978 firmado por John Carpenter (por supuesto esto abarca las siete secuelas prácticamente impresentables que se sucedieron a partir del original). El amigo Rob,uno de los papis del heavy metal-glam mediocre de los ’80 y ’90, desapareció del foco público durante un tiempo luego de la separación de su banda White Zombie y tuvo un singular renacimiento en su faceta de director de cine con las muy interesantes 1000 Cuerpos (House of 1000 Corpses, 2003) y Violencia Diabólica (The Devil’s Rejects, 2005). Ahora arremete con un film ambicioso, inspirado y atrapante que desparrama sanas dosis de humor, sangre y sexo… un verdadero festín para todos aquellos con la capacidad de dejarse llevar por el terror y disfrutar de una buena carnicería.

La idea de Zombie es sencilla pero curiosamente efectiva. Halloween es tanto una precuela como una remake: mientras que la primera mitad funciona como un paneo general por la infancia de Michael, la segunda parte pone el eje en la sucesión de asesinatos a cargo del muchacho ya adulto. Así tenemos un hilarante retrato de su familia disfuncional y sus “actividades” en tanto niño de 10 años (torturas y aniquilaciones varias), apreciamos cuán limados están todos, y finalmente somos testigos de la masacre correspondiente (padrastro, hermana mayor y noviecito de esta última). Una vez en el manicomio, entra en contacto con el mítico Dr. Samuel Loomis (un genial Malcolm McDowell en reemplazo del recordado Donald Pleasence), se queda sin madre (suicidio mediante) y le pierde el rastro al único ser por el que sentía algo de afecto: su hermana menor. Tres lustros después, el Señor Myers considera que llegó la hora de conocer el mundo, por lo que decide faenar a los enfermeros y escapar del nosocomio. Que nadie se sorprenda si para el 31 de Octubre está devuelta en su pueblo natal con el fin de reencontrarse con su hermanita,hoy bajo el nombre de Laurie Strode (Scout Taylor-Compton toma la posta de la maravillosa Jamie Lee Curtis). La adolescente fue adoptada siendo un bebé y no conoce el pasado familiar. El Michael que todos queremos, enmascarado y cuchillo en mano, se encargará de ponerla al día…

Parados como estamos en su tercera película, podemos identificar algunas de las marcas registradas del cineasta: amplio catálogo de recursos estéticos, gran cuidado en la puesta en escena, ritmo narrativo fluido, guión compacto y certero, obsesión cinéfila con la historia del horror en pantalla grande, banda sonora repleta de rock pesado de todas las épocas, diálogos graciosos y eficaces, infinidad de insultos y puteadas de todo calibre, etc. Desde ya que el respeto a los cánones del género impuestos en los ’70 es más que evidente, sobre todo aquellos que nos retrotraen al Tobe Hooper de Masacre en Texas (1974) y al Wes Craven de Las colinas tienen ojos (1977). Tampoco nos olvidemos de la fundacional y muy influyente Psicosis (1960), en la que Alfred Hitchcock vislumbró gran parte de lo que vendría a posteriori.

Queda claro que el ABC slasher más fundamentalista dice presente en la Halloween de Zombie: animalización de los seres humanos, clanes desquiciados e incontrolables, pasado trágico para el psicótico central, cacerías interminables, víctimas bastante estúpidas, fetichismo y travestismo constantes, variedad en lo que hace a las armas y muertes de los involucrados, compulsión sexual que siempre se termina pagando, crueldad sistemática, personajes bizarros que intervienen en circunstancias extremas, distintos tipos de amputaciones, malformaciones y deficiencias que se transforman en placebos en el momento justo y para sorpresa del protagonista, etc. Los componentes paradigmáticos del subgénero de cuchilladas están maximizados para reforzar no sólo la brutalidad hardcore que necesita un público como el actual, mucho más curtido que antes en los demoledores vaivenes cotidianos. El realizador también transmite una devoción jubilosa y vitalizante hacia esta aceitada serie de mecanismos para la generación de sustos (resortes olvidados y/o trivializados en gran medida por la industria).

La primera hora es en extremo superior al resto del film, esencialmente por la excelente escena de la matanza familiar y la impactante actuación del tétrico Daeg Faerch como un Michael Myers tan diminuto como incomprendido. Se puede decir que este intento por humanizar el personaje se contradice con el desarrollo mucho más común de la segunda mitad, cuando el querible niñito deja de hablar y se convierte en la histórica maquina de matar de la saga. De todas formas, aún así la película no pierde vuelo y da cátedra en eso de empalar a pobres diablos que hasta merecen lo que les toca. Pero nos topamos con un problema. Detrás de todo esto existe una grave injusticia que no se puede obviar. Mientras que al pobre Carpenter nadie le financia sus nuevos proyectos, el tipo se ve obligado a contentarse con la movida comercial reciente de reflotar sus viejos films; sólo basta recordar las remakes del 2005 de La niebla (1980) y Asalto al precinto 13 (1976). Por lo menos en este sentido Zombie es mucho más sincero y menos hipócrita que la mayoría de los directores contemporáneos. Su Halloween es una de las propuestas más divertidas, ajustadas y frenéticas que se hayan visto durante este año, consiguiendo lo que a esta altura parecía imposible: aunar con éxito y a fuerza de talento el violento espíritu de las décadas anteriores con el martilleo perceptivo posmoderno. Si por unlado consigue homenajear en forma conciente a los grandes maestros del terror y se desplaza con una pretenciosidad que es a la vez elemental y básica en su amor explícito por el género, por el otro ejercita con solvencia la dinámica del desparpajo y otorga sin reparos la hemoglobina y testosterona que todos los fans pedimos a gritos. Se agradece tanto la risa despertada como la sangre derramada, claves fundamentales para comprender esta bienvenida consolidación como cineasta del norteamericano.

Título: Halloween, el comienzo.
Título Original: Halloween.
Dirección: Rob Zombie.
Intérpretes: Tyler Mane, Scout Taylor-Compton, Malcolm McDowell, Sheri Moon Zombie, Daeg Faerch, William Forsythe, Danielle Harris, Kristina Klebe, Danny Trejo, Bill Moseley y Brad Dourif.
Género: Remake, Horror, Slasher.
Clasificación: Apta mayores de 16 años, con reservas.
Duración: 109 minutos.
Origen: EE.UU.
Año de realización: 2007.
Distribuidora: Alfa Films.
Fecha de Estreno: 08/11/2007.

Puntaje: 8 (ocho)

El staff opinó:

-Una más que digna reaparición del ícono de los serials killers ideado por John Carpenter, que revive gracias al pulso crispado de Rob Zombie-. Pablo E. Arahuete (7 puntos)

-En esta remake, Rob Zombie intenta justificar la compulsión homicida de Michael Myers en una primera mitad que oficia como una precuela del clásico de Carpenter. Psicológicamente hablando no lo logra –falta un catalizador más fuerte- pero la recreación de época, la musicalización y la tremenda intensidad de la segunda parte la redimen por completo. Un homenaje que no limita la creatividad ni la personalidad de un director que el género estaba necesitando con desesperación.- Diego Martínez Pisacco (8 puntos)

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