Por Emiliano Fernández
Con sutilezas, buen gusto y algunos detalles cómicos, 1408 entretiene sin mayores pretensiones, está determinada por una lógica onírica un tanto extraña y nos ofrece diversos caminos hacia una zigzagueante percepción infernal.
Mike Enslin es un escritor cínico y frustrado que detrás de sus novelas baratas del tipo 10 noches en hoteles embrujados esconde el deseo reprimido de retomar sus relatos más profundos de juventud. Desde la muerte de su pequeña hija perdió completamente la fe y hasta el oficio de desacreditar fenómenos paranormales le resulta necesario, estimulante. Todo cambia cuando recibe una postal del Dolphin Hotel de New York con la inscripción no entres a la 1408. Preso de la curiosidad y movilizado por el reto, Enslin se empecina en conseguir una reserva por más que el terco gerente del Dolphin, Gerald Olin, le informa sobre el trágico historial de muertes acaecidas en ese cuarto. -Nadie dura más de una hora…-, según dicen. Pero al final gana la contienda y llave en mano se encierra por una noche en la habitación. Grande será su desconcierto cuando el reloj electrónico de la mesa de luz le tire una y otra vez la misma canción de los Carpenters y comience el retroceso desde unos tétricos “60:00”…
1408 está basada en un cuento corto de Stephen King y sorprende al posicionarse como una de las mejores adaptaciones de los últimos años. El director sueco Mikael Håfström, que venía de la también modesta Descarrilados, construyó un interesante compendio de las obsesiones temáticas y formales de nuestro eterno amigo del espanto: el terror desde la cotidiano, la recurrente presencia de protagonistas- escritores, los conflictos personales atravesándolo todo, la tortura psicológica plasmada a lo largo y ancho de la trama, la maestría a la hora de apuntalar la tensión y generar ansiedad en el público, la variedad y riqueza de los recursos utilizados para asustar, etc. Contando con un presupuesto bastante limitado para los estándares hollywoodenses actuales, el realizador supo moderar el uso de los CGI para entregarnos una versión humilde e inspirada del viejo tópico de la “casa poseída”, prácticamente El Resplandor en una solitaria habitación de hotel.
La eficacia de la película recae sobre todo en la labor del siempre cumplidor John Cusack. El actor sabe darle al personaje la decadencia y cotidianeidad necesarias sin caer en estereotipos ni abrazar una dinámica más teatral que cinematográfica (no olvidemos que casi todo el film transcurre en un entorno cerrado). La larga lista de acontecimientos bizarros y situaciones tenebrosas que se ve obligado a padecer están muy bien guionados y nunca descuidan el verosímil. Los infructuosos intentos de Enslin por huir implican una dosificación del suspenso correcta e infrecuente. Por otro lado, tenemos a Samuel L. Jackson componiendo a Olin, el encargado de advertirle con desesperación sobre las dolorosas consecuencias que trae el dormir en esa cama en particular. Sin embargo la contrafigura real de Cusack no es otro que el mismo cuarto 1408, una presencia inquietante de la que no se puede escapar más allá de la pobre ilusión de un “exterior” ajeno a sus todopoderosas fauces.
Pero también hay falencias. El ritmo se resiente llegando al final, cuando lamentablemente se retoman varios cánones contemporáneos del género y se pierde un poco el hilo narrativo. Jackson vuelve a repetirse: continúa en piloto automático y su caracterización no se diferencia de otras interpretaciones similares. Queda claro que la película no aporta novedades llamativas para aquellos que seguimos desde hace tiempo la obra literaria de King y sus numerosas adaptaciones a la pantalla grande y la televisión. Aún así, se puede afirmar que todo esto no hace más que ennoblecer el trabajo de Cusack, un actor talentoso y heterogéneo que todavía no ha sido respetado ni valorado como se debería (aquí juega el hecho de que a ojos de la industria no es “taquillero”, garantía de ingresos abultados alrededor del mundo).
Con sutilezas, buen gusto y algunos detalles cómicos, 1408 entretiene sin mayores pretensiones, está determinada por una lógica onírica un tanto extraña y nos ofrece diversos caminos hacia una zigzagueante percepción infernal.
Título: 1408.
Título original: Idem.
Director: Mikael Håfström.
Intérpretes: John Cusack, Samuel L Jackson, Mary McCormack, Tony Shalhoub y Jasmine Jessica Anthony.
Género: Basado en cuento, Terror, Thriller.
Duración: 103 minutos.
Calificación: Apta mayores de 13 años con reservas.
Origen: Estados Unidos.
Año Realización: 2007.
Distribuidora: UIP.
Fecha Estreno: 24/01/2008.
Puntaje 7 (siete)
El staff opinó
-Pese a un final demasiado previsible y a un cúmulo de fórmulas bien aplicadas, por tratarse de una historia de Stephen King (quien sigue vapuleado cada vez que se lo traslada al cine) esta nueva incursión cumple.- Pablo E. Arahuete (6 puntos)
-Quizás los méritos de 1408, la película, no tengan tanto que ver con lo cinematográfico o con aciertos formales de Mikael Håfström, sino con lo que el film mismo hace a partir del relato original de Stephen King: esto es, sofisticarlo narrativamente, agregarle una carga emocional que las escuetas páginas del cuento no tenían y organizar mejor los conflictos que planteaba este último. Para que se den una idea, la escena de los primeros 15 o 20 minutos en la que John Cusack se entrevista con Samuel L. Jackson, en realidad ocupaba medio cuento, literalmente. No asusta, es cierto, pero tampoco sé si es lo que pretende…- Juan Blanco (7 puntos)
-Enésima adaptación al cine de una obra de Stephen King y no precisamente de las más virtuosas. El descenso a los infiernos del personaje de John Cusack no conmueve, no asusta y en última instancia tampoco entretiene. El actor de Digan lo que quieran… se banca el unipersonal con todo su oficio (y diría talento) pero la anécdota no resiste la extensión de un largometraje y pasada la media hora de proyección pierde por completo el interés del espectador (al menos el mío). A partir de ahí sólo reina el tedio…- Diego Martínez Pisacco (4 puntos)